DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad de la Virgen de la Victoria

Publicado: 08/09/2002: 1115

QueridosConcelebrantes,

Autoridades,
Junta de Gobierno y hermanos de la
Hermandad de Santa María e la Victoria,
Hermanos y hermanas:

1.- Celebramos hoy la fiesta de la Natividad de María.

El nacimiento de un niño es, en circunstancias ordinarias, un motivo de alegría
para una familia sana. La comunidad cristiana se alegra hoy al celebrar en la Liturgia
el Nacimiento de una mujer, que en palabras del Concilio Vaticano II, ocupa para los
creyentes ‟el lugar más alto y, a la vez, el más próximo a nosotros‶. La fiesta litúrgica
se prolonga el día de hoy en fiesta popular. Así sucede en miles de pueblos de
España. Así sucede también en Málaga. En nuestra ciudad, Santa María de la Victoria
es el nombre propio de la Natividad de María.

2.- Dos motivos reclaman hoy nuestra atención creyente:

a). Por un lado la Liturgia del día nos invita incansablemente a la alegría:
‟Celebremos con alegría el nacimiento de María‶, nos dice ya la antífona de entrada.
‟Desbordo de gozo con el Señor‶, repite el Salmo responsorial. ‟Dichosa eres siempre
Virgen María‶, cantamos en el Alleluia.

b). Por otro lado, la sensibilidad actual nos insta a reflexionar acerca de la figura
de la mujer a la luz de la fe.

3.- La alegría de la Natividad de María es como la alegría del alba, que anuncia
y trae consigo el día que llega. El nacimiento de María nos anuncia y nos acerca el
nacimiento del Señor. Es una Buena Noticia para el mundo. Nos revela la cercanía de
nuestra salvación. La última oración litúrgica de la Eucaristía, recoge con precisión y
belleza el motivo central de nuestra alegría de hoy:

‟Que se alegre tu Iglesia, Señor, y goce en el nacimiento de la Virgen
María, que fue para el mundo esperanza y aurora de Salvación‶.

La alegría es hoy en nuestro mundo un bien escaso. En una sociedad de la
abundancia y del disfrute, la alegría de calidad es preocupantemente infrecuente. ¿Por
qué? Las fuentes principales de la alegría son tres:

- tener un para qué vivir,
- tener esperanza, y
- tener amor.

- Cuando desfallece el para qué, cuando no sabemos para qué y para quién
vivimos, nos sentimos identificados con las palabras del profeta Tagore: ‟Mi corazón
está triste, porque no sabe de dónde le estás llamando‶.

- Cuando se nubla la esperanza, todo nos pesa para seguir marchando y
luchando en la vida.

- Cuando no amamos ni somos amados, nada llena en nosotros este vacío. El
hombre o la mujer más afortunados en los negocios, en la profesión, en el espectáculo,
se sienten desgraciados si no aman ni son amados.

Los creyentes estamos llamados a vivir alegres en medio de las dificultades y
sufrimientos porque nuestra fe nos garantiza un ‟para qué vivir‶: para construir una
familia, una comunidad cristiana y una sociedad mejores. (Nuestro PPD).

Nuestra vocación es la alegría porque tenemos una esperanza inconmovible:
Cristo no ha muerto y resucitado en vano, sino para abrirnos un futuro más pleno ahora
y en la vida eterna.

Nuestro clima interior y exterior es la alegría porque sabemos que Dios nos
acompaña siempre con su amor y despierta en nosotros la capacidad de amar y la
oportunidad de ser amados (Cfr. 2ª Lectura y Evangelio: ‟Enmanuel‶).

Si los cristianos no mantenemos habitualmente un ánimo alegre es porque no
estamos suficientemente penetrados por estas convicciones de nuestra fe. La fiesta
de la Natividad de María, la Virgen de la Victoria, ha de ser para nosotros ocasión para
profundizar en estos tres manantiales de la verdadera alegría.

4.- La Natividad de María y su misión liberadora induce a recordar el valor y el
papel extraordinario que el Evangelio reconoce a la mujer en la familia, en la
sociedad y en la comunidad cristiana.

Nos urge a revisar nuestra mentalidad espontánea todavía lastrada por una falta
de conciencia de la superioridad del hombre. Nos conduce a reconocer y desear una
intervención mayor de la mujer en la profesión, en la cultura, en la política y en la vida
económica. Nos lleva a recordar su misión vital en la familia y en la educación de los
hijos. Sin ella podremos tener seres humanos que serán ordenados, sofisticados,
eficaces, pero se sentirán, al mismo tiempo, víctimas de una inestabilidad, una
debilidad psíquica y un desvalimiento estremecedores y preocupantes. La Natividad
de María nos estimula asimismo a ensanchar las tareas y responsabilidades de la
mujer dentro de la Iglesia y a no abdicar de sus tareas de siempre, como la educación
de los hijos.

Nos anima a ofrecer un verdadero agradecimiento a todas las mujeres que han
dejado en nuestra vida el sello de su influencia bienhechora (Cf. PPD: La pastoral
familiar).

La Natividad de María nos alienta, en fin, a desear en Europa, en España y en
Málaga, un mundo más poblado de niños. El descenso drástico de la natalidad no es
solamente un problema moral; es también un problema social y antropológico
preocupante.

En estos días nos recordaban los Medios de Comunicación Social la egregia
figura femenina de la Madre Teresa de Calcuta, al cumplirse los 5 años de su muerte.
Ella ha marcado la historia de nuestro siglo:

1.- Ha defendido la vida con valor.

2.- Ha servido a todo el ser humano, procurando siempre su dignidad y su
respeto.

3.- Ha hecho sentir a los derrotados de la vida la ternura de Dios, Padre
amoroso de toda criatura.

4.- Ha testimoniado el Evangelio de la Caridad, que se nutre del don gratuito de
uno mismo hasta la muerte.

Ha sido una verdadera mujer progresista.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga
 

Autor: Mons. Antonio Dorado Soto

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