DiócesisHomilías Mons. Dorado Navidad 1993: Dios con nosotros Publicado: 24/12/1993: 884 Vamos a celebrar un año más la fiesta de Navidad. Para nosotros, los cristianos, es mucho más que un recuerdo: es volver a hacer presente y actualizar el misterio del Nacimiento del Hijo de Dios de las entrañas purísimas de la Virgen María. En el Niño de Belén descubrimos por la fe la presencia de Dios entre nosotros. Dios ama tanto a los hombres que ha querido hacerse hombre para hacernos a todos hijos de Dios. Y resulta sobrecogedor ver a Dios tendiendo la mano al hombre desde la humildad desvalida de un niño pobre. Él ha venido a ‟anunciar a los pobres la Buena Noticia, a proclamar la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor‶. Él, que no juzga por apariencias ni sentencia de oídas, nos invita a todos a ir al encuentro de Dios y del hombre. Navidad es fiesta de encuentro; es una fiesta para salir al encuentro. Es preciso que todos salgamos de nosotros mismos, de nuestro estrecho horizonte egoísta o partidista, al encuentro de Dios y de las personas. Navidad es eso: Dios que viene a nuestro encuentro, al encuentro de cada persona. No hay Navidad sin encuentro personal con Dios. No hay Navidad sin encuentro afectivo con las personas, sobre todo con las más solas, las más débiles, marginadas y pobres. Navidad es fiesta de fe y de amor, fiesta de encuentros. Para muchos cristianos de siempre, Dios es tan solo un juguete roto, relegado al desván donde se almacena todo lo que no es necesario cada día. Y lo tienen allí sólo para momentos especiales. En realidad no han conocido el amor de Dios; no saben que Dios es un Padre y un amigo con quien el creyente dialoga y convive cada día, para vivir bajo la mirada de Dios y en su presencia. Desde el misterio de Belén, Dios nos está buscando a sus hijos para llenar nuestro corazón de vida y nuestra vida de esperanza. Y hay muchos caminos para acercarse a Belén. Cada uno tiene que encontrar el suyo. Para algunos, el camino del compartir: acercarse al otro desde la fraternidad y compartir con él cuanto el otro necesite. Quizá un poco de ternura, o la amistad que tanto plenifica, o parte de nuestros bienes, o una sencilla palabra de cercanía y de aliento. Para otros es el camino de la plegaria. Acercarse al Sacramento del perdón y vivir una experiencia gozosa de saberse amado y acogido por Dios. En el silencio del corazón y en la fraternidad de la comunidad cristiana. ¡Nunca es más humano el hombre que cuando se dirige a Dios en la oración y cuando le escucha en el silencio! Para todos la escucha atenta del Evangelio que nos proclama la Iglesia en este tiempo. En él nos anuncia que el Reino está cerca, al alcance de la mano. Y que todo gesto de amor al hombre es un paso que nos conduce hacia Belén: donde Dios y el hombre se encuentran en la adoración, en la alegría y en la paz. Porque Dios ha entrado para siempre en nuestra historia y se ha quedado presente entre los hombres, en cada hombre. La Navidad cristiana es celebración y es anuncio de la cercanía entrañable de Dios que llega al corazón de cada uno. María, la Madre que ‟estaba en pasmo‶–como dice San Juan de la Cruz– nos está llamando desde el portal. Ella, que es la puerta del Cielo, puede introducirnos hasta el misterio hondo de Dios. Para todos la Navidad es una nueva posibilidad de encontrarnos al Niño con la Madre, como los pastores y como los Magos, y poder contar luego con entusiasmo las maravillas de lo que hemos visto y oiído. +Antonio Dorado Obispo de Málaga Autor: Mons. Antonio Dorado Soto Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Ordenación presbiteral de Juan Jesús Joyera (Archidona)Navidad Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir