Queridos diocesanos:

Os escribo frecuentemente sobre temas doctrinales o para exhortaros a dar testimonio de vuestra fe. Ahora lo hago para solicitar vuestra ayuda económica a favor de la Iglesia, con la confianza de ser comprendido por todos vosotros.

La Iglesia en España ha empezado a reorganizar su economía. El punto de arranque consiste en la llamada “asignación tributaria”, que supone destinar libremente una pequeña proporción del impuesto obli­gatorio sobre la renta, para el sostenimiento de la Iglesia. No se trata, pues, de pediros ningún esfuerzo económico mayor, sino  simplemente de señalar, en la casilla correspondiente a vuestra declaración de impues­tos, la “asignación tributaria” por la que manifestáis vuestra voluntad de que se destine un 0´5 % de vuestros impuestos a favor de la Iglesia Cató­lica a la que pertenecéis.

En años sucesivos irán tomándose nuevas medidas para que la Igle­sia sea sostenida libre y totalmente con la colaboración de los católicos. Por el momento, y tal y como os he dicho, es necesario que empecemos con la “asignación tributaria”.

Espero el interés y colaboración de todos vosotros, los que tenéis que hacer la declaración de la renta.

Los que no hacéis la declaración de la renta debido a vuestros esca­sos ingresos, y que, sin embargo, tenéis voluntad de colaborar según vues­tras posibilidades, podéis hacerlo a través de los cauces establecidos en las parroquias y organismos diocesanos.

Agradezco también la colaboración, a través de la asignación tributaria o de otra manera, de todos aquellos que, aun sin ser católicos, quieren ayudar a la Iglesia por el bien que hace a la sociedad.

Dándoos mi gratitud anticipada, os saludo cordialmente en el Se­ñor,

Málaga, Mayo de 1988.