Como relatan las Misioneras de las Doctrinas Rurales en su crónica, «visitamos el Santuario de la Gran Promesa, donde el Corazón de Jesús en 1733 se manifestó al Beato Bernardo de Hoyos, allí se nos expuso la importancia y actualidad de la devoción al Corazón de Jesús, que no es otra cosa sino vivir “a tope” y renovar cada día nuestra consagración bautismal. Fue algo profundo que nos marcó e impulsó a continuar reuniéndonos para ayudarnos mutuamente a vivir en el Corazón de Cristo y profundizar en la riqueza insondable de este tesoro.cTambién disfrutamos recorriendo los lugares donde el Beato Tiburcio Arnaiz vivió en su niñez y juventud: En la parroquia de San Andrés, veneramos la pila donde recibió las aguas del bautismo y renovamos nuestras promesas bautismales; en la capilla arzobispal, donde recibió las ordenes sagradas, rezamos pidiendo por la santidad de los sacerdotes, fue un momento muy especial porque coincidió con el aniversario de su ordenación sacerdotal acaecida el 20 de abril de 1890; y por la tarde nos desplazamos a Villanueva de Duero, primer pueblo donde ejerció su labor como sacerdote, allí, ante las mismas imágenes que el Padre Arnaiz veneró, rezamos el Rosario a la Santísima Virgen.

Durante el camino visitaron también el Cerro de los Ángeles y el Convento de la Encarnación en Ávila, encomendando al Inmaculado Corazón de María "los frutos de esta peregrinación en la que todo ha sido providencial", recalcan.