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Jóvenes y mayores de Ardales derriban murallas

Dos chicas de la parroquia, durante su visita a Natividada, que les enseña sus labores
Publicado: 23/10/2019: 4648

Ardales ha sido históricamente una fortaleza inexpugnable. Aún hoy resultan visibles los restos del imponente castillo de la Peña y de su doble muralla. La parroquia se ha propuesto ahora derribar otro muro aparentemente infranqueable, el que se alza entre las personas mayores y los jóvenes del pueblo

El papa Francisco no se cansa de repetir que los ancianos “son la memoria de un pueblo”, que un pueblo sin memoria “no sabe de dónde viene”, y por ende, no sabe hacia dónde se dirige. Es por ello que el Pontífice insiste a los jóvenes que hablen con sus abuelos, que hablen con los mayores y que conozcan sus raíces: “No para encerrarse en ellas sino para tomar lo mejor y dar frutos”.

Estas ideas, recogidas en el documento posterior al Sínodo de los Jóvenes “Christus vivit”, fueron el origen de la novedosa iniciativa que en estos días han puesto en marcha desde la parroquia de Ardales.
«Me encargaron hacer una presentación de este documento en el arciprestazgo –recuerda el párroco, Francisco Javier Cuenca– y vi que, en varios momentos, el Papa promueve también que se creen foros distintos en los que los jóvenes descubren cómo en la caridad se puede conocer a Cristo. A raíz de eso y con un poco de inspiración del Espiritu Santo se me ocurrió que los chicos se acercaran a la realidad de las personas mayores y solas del pueblo. Lo hemos puesto en marcha en octubre, dentro del mes misionero extraordinario, pero no queremos que acabe aquí, sino que pretendemos que dure todo el año».

Puestos manos a la obra, la primera iniciativa del proyecto fue la de participar juntos en el festival misionero organizado por la diócesis en el colegio de los Maristas. «Fuimos todos a Málaga en un autobús, jóvenes y mayores, y en el trayecto hicimos una dinámica para conocernos. Descubrimos que, viviendo en el mismo pueblo, siendo vecinos incluso cercanos, muchos no se conocían. Unas veces, porque los ancianos salen poco; y otras, porque los jóvenes no paran nunca en casa, lo que provoca que nunca coincidan».

VISITAS POR PAREJAS

La decena de jóvenes que se ha ofrecido a participar en esta iniciativa se han organizado por parejas y se encargarán de visitar a una persona mayor del pueblo cada 15 días. Se ha buscado a personas mayores que vivan solas y cuya situación sea aún favorable para poder charlar con los jóvenes y contarles historias; transmitir, en definitiva, el legado de la traidición oral de Ardales a las siguientes generaciones. «Se trata de que el enriquecimiento sea mutuo –aclara el párroco–. Las personas mayores escogidas cuentan además con una historia de servicio a la parroquia, de ayuda a los enfermos, de entrega a la gente del pueblo, que puede servir de aliciente a los jóvenes».

Es el caso de Dolores Ruiz (Dolorcita) que, a sus 83 años, acaba de quedarse viuda. Está dispuesta a ayudar a los jóvenes con su experiencia y también a aprender de ellos: «los jóvenes nos pueden enseñar a preocuparnos menos de las cosas, porque nosotros los mayores, a veces, nos preocupamos mucho por cosas que no tienen importancia».

Los jóvenes que participarán en esta experiencia tienen 15 años y afrontan este nuevo reto con ilusión. Nuria Berrocal, por ejemplo, afirma aprender mucho de las personas mayores. «Visito con frecuencia a mis abuelos y ellos me enseñan a vivir la vida con intensidad y a la vez con respeto.Creo que esta experiencia va a ser muy buena, porque darse a los demás llena mucho a las personas. Te hace tener un corazón muy grande y humilde».

“Si los ancianos no sueñan, los jóvenes no pueden ver el futuro”, recordaba el Papa. En Ardales, jóvenes y mayores sueñan ya juntos con una Iglesia que derriba murallas y abre caminos de encuentro.

Antonio Moreno Ruiz

Periodista y portavoz de la diócesis de Málaga

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