NoticiaEl santo de la semana Santa Hildegarda de Bingen, luz en la oscuridad Santa Hildegarda de Bingen Publicado: 17/09/2020: 16667 No es una santa popular por estos lares la que celebramos este 17 de septiembre. La fuerte connotación teutónica de su nombre es sin duda una barrera que a los latinos nos cuesta superar. Y por supuesto que debemos hacerlo, porque la vida de esta interesantísima mujer es un ejemplo actual de vida cristiana, valioso como pocos para animarnos a hacer presente el Evangelio en medio de la vida cotidiana. Nació en 1089 la ciudad de Bermersheim, en el estado alemán de Renania. Con tan solo 8 años se vinculó como oblata a la abadía de Disibodenberg donde profesó en 1115. Como recuerda Benedicto XVI en la carta apostólica con la que proclamó a nuestra santa de la semana como doctora de la Iglesia Universal, por cierto, junto al español Juan de Ávila, Hildegarda era: «delicada en la salud física, pero vigorosa en el espíritu. Se empleó a fondo por una adecuada renovación de la vida religiosa. Fundamento de su espiritualidad fue la regla benedictina, que plantea el equilibrio espiritual y la moderación ascética como caminos a la santidad (...) Dentro de los muros claustrales atendió el bien espiritual y material de sus hermanas, favoreciendo de manera particular la vida comunitaria, la cultura y la liturgia. Fuera se empeñó activamente en vigorizar la fe cristiana y reforzar la práctica religiosa, contrarrestando las tendencias heréticas de los cátaros, promoviendo la reforma de la Iglesia con los escritos y la predicación, contribuyendo a mejorar la disciplina y la vida del clero». Agraciada con visiones místicas, sus abundantes escritos son una herencia espiritual sin parangón. Su voz resonaba con fuerza frente al mismísimo emperador y ante los papas a causa de las desviaciones de la Iglesia. Murió a la edad de 81 años. Una no tan oscura Edad Media La vida de Hildegarda de Bingen viene a rebatir viejos mitos interesados sobre la oscuridad de la Edad Media. Se insiste en presentar al cristianismo como culpable de un supuesto retraso cultural e intelectual cuando fue precisamente la Iglesia en esta época la principal difusora de los libros e impulsora del arte y la investigación universitaria. ¿Y la mujer? ¿Era siempre un cero a la izquierda? Tampoco, si leemos la vida de Santa Hildegarda. Sus conocimientos eran excepcionales en los más diversos ámbitos: teología, ciencias naturales, música... Desde su abadía, su voz resonaba con fuerza en los lugares centrales de toma de decisiones en el imperio y en la Iglesia. El papa la autorizó a escribir y a hablar en público y, a pesar de su débil salud, se implicó en numerosos viajes para predicar en plazas públicas y en catedrales. Predicaba una sustancial igualdad entre hombre y mujer y achacó la caída en el pecado a la inmoderada pasión de Adán hacia la mujer en lugar de a la debilidad de Eva. ¿A que te interesa leer más sobre ella? La fe siempre es luz.