La Iglesia afirma que no hay ningún partido que represente su identidad y su misión porque la Iglesia está en otro plano. Es una institución cuyos fines son otros y por eso no hay ningún partido que la represente en su totalidad. Frente a un voto egoísta, que apoya exclusivamente las políticas que repercutirían en beneficio propio; el cristiano encuentra una exigencia en la búsqueda del bien común. El Señor nos lo dijo claro: «Si alguno dice: “Amo a Dios”, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve». Por lo tanto, el auténtico cristiano está llamado a cuidar a los demás, pero especialmente a aquellos que más lo necesitan, que son más débiles.

Anselmo Ruiz, presidente de Cáritas Andalucía