Don Jesús Catalá comenzó su homilía recordando la historia de la imagen de la patrona de Málaga y su diócesis, así como de la coronación canónica, que fue presidida por el entonces nuncio apostólico en España Mons. Cicognani: «Esta imagen, tan querida, venerada y amada por nosotros, al contemplarla debemos percibir que recoge más de cinco siglos de devoción a la Virgen María; y recuerda la firmeza y la constancia de la fe cristiana mantenida durante todo este tiempo».

«Hace cinco siglos –continuó Mons. Catalá– había actitudes, religiones, formas de pensar contrarios a la fe cristiana. Y hubo una "victoria". En el momento actual nos encontramos en nuestra sociedad con formas de pensar, modas, actitudes e ideologías contrarias a la fe cristiana. Hay unas antropologías que no aceptan la antropología cristiana revelada; y la fe debe ser firmemente mantenida sin asimilar elementos extraños a la fe cristiana. No se puede decir que se es católico aceptando simultáneamente otras maneras de pensar y concebir al hombre y a la vida».

El prelado agradeció a Dios la maternidad de María sobre todos los creyentes: «Hoy venimos ante la imagen coronada de Santa María de la Victoria a dar gracias a Dios por habernos regalado una Madre tan buena, tan hermosa, tan limpia de pecado y tan luminosa, tan llena de luz porque lleva el Sol en sus entrañas. Sus hijos malagueños queremos venerarla, amarla y manifestarle nuestro amor filial».

El Sr. Obispo encomendó finalmente la diócesis a su patrona: «Le confiamos nuestra diócesis de Málaga, para que la proteja siempre y sea su custodia y guía maternal; le presentamos las súplicas de los cofrades, de los devotos, de los que se acercan a este Santuario, para que encuentren fuerza y gozo en su peregrinar cristiano».

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