No siempre estamos finos. Desgraciadamente a veces nos dormimos en los laureles. Y la novedad del Evangelio exige que a tiempo y destiempo estemos atentos. Que seamos fieles a la vocación que hemos recibido. En la oración es donde de manera privilegiada podremos encontrar descanso, luz y fuerza para perseverar. Con cierta frecuencia hay quien al abandonar la vida de oración se pierde por vericuetos que no conducen a buen sitio. Faltó vida interior para iluminar y esperar a pesar de las dificultades que la vida trae. No sabemos el día ni la hora. No hay que tener miedo. Pero sí tener la vida a punto para en todo momento estar preparados ante la presencia de Dios en nuestros días.