NoticiaClero Juan Miguel González: «Soy cura, quiero ser cura y espero morir de cura» Celebración de las bodas de oro sacerdotales del sacerdote Juan Miguel González, en la residencia El Buen Samaritano Publicado: 22/08/2019: 34708 Entrevista realizada al sacerdote diocesano Juan Miguel González Rubio, que nació en Málaga en 1942 y recibió la ordenación sacerdotal en 1971. ¿A vivir se aprende? La vida es un hoy y no puede faltar el hoy de cada día. Es por eso importante convertir el día a día en algo fundamental que te llene y te cargue de ilusión. ¿Y a ser sacerdote? Dios te da una llamada; no cabe duda, que tú puedes aceptar o rechazar, porque la respuesta a la llamada es voluntaria. En mi caso concreto yo me sentí llamado y quise responder. No me quedé en las meras preguntas, sino que quise ser fiel a esa pregunta y respondí. Hace 40 años que yo respondí y hoy volvería a responder con la misma respuesta. Me siento feliz de haberla dado y en ello estoy. ¿Cuál crees que es tu gran aportación a la Diócesis de Málaga? Cuarenta años no son poco y ahí hemos estado en el ejercicio del ministerio sacerdotal; pero además fui maestro y anduve durante diez años ejerciendo el magisterio, además de los años de cura. Con lo cual ejercí ambos ministerios y me llené más no solo de Dios sino de los hombres. ¿Cuál es el mayor desafío al que se enfrenta nuestra iglesia local hoy? Abrir las puertas, como dice el Papa. No tener miedo, abrirse a los demás; abrirse a la realidad. Tener en cuenta que la vida no acaba así porque sí en un discurso o en un documento escrito, sino que es cuestión de compromiso, de vida luchadora, de estar al lado de los pobres, de compartir con ellos, de abrirse a la realidad. ¿El peor pecado con el que has tenido que lidiar? La comodidad, el ser cómodo. El no luchar, el dar las cosas por supuestas y no querer enfrentarse para luchar. ¿Qué cosas te importan de verdad? Me importa el hombre, la persona; me importas tú, me importa el otro. Ya lo decía el Concilio Vaticano II, Cristo se hizo hombre para ser hombre, para vivir como hombre, para comprometerse con la humanidad y vivir esa realidad humana como un hombre más. ¿Quién es Jesucristo para ti? ¡Ay! esa pregunta no tiene respuesta si tú no la vives. No es cuestión de dar una definición teórica, tienes que vivirla, tienes que sentirla, tienes que hacerla tuya, tienes que compartirla con otros también y vivir esa fe en comunidad, juntamente con otros hermanos y sentirte llamado a vivirla en comunión. ¿Quién dice la gente que eres tú? Juan Miguel es un cura que vivió su sacerdocio en distintos pueblos, en esos lugares la gente le conoció. Además, vivió como maestro y ejerció como tal y la gente le conoció como el cura maestro, el cura que ejercía por las mañanas y por las tardes compartía con la parroquia. ¿Qué le dirías a quien se esté planteando si Dios lo llama para ser cura? Que no se lo plantee mucho. Sí, que lo piense, pero que no se pase. Es una opción y merece la pena plantearla luego, Dios dirá. ¿Podemos decir que hemos venido y estamos aquí para ser felices? Evidentemente que sí. Si tú das respuesta positiva a la llamada que sientas en el transcurso de tu vida, no cabe duda de que te sentirás feliz, porque ahí está la felicidad, en el vivir de cada día y en el compartir con los demás. ¿Qué te preguntas en este momento de la vida? Yo me planteé al principio qué hago yo aquí, en El Buen Samaritano, quién me ha traído aquí, por qué he venido, para qué. Al final me he planteado que Dios me quería aquí, aunque parezca mentira. Él me estaba esperando en un lugar insólito, pero real porque aquí también está Dios y también puedo yo hacerle presente a Él. ¿Cómo te ves con el paso del tiempo? ¿Has mejorado como los buenos vinos? Hombre, me voy sintiendo mayor. La salud me acompaña de forma relativa. Tengo problemas de salud que están pendientes de solución, pero ahí estamos y Dios querrá que estemos hasta que llegue la hora. ¿Qué es lo más complicado que has vivido como sacerdote? Es difícil hacer una opción que aparentemente es muy difícil. Ser cura y ejercer como cura, tener la responsabilidad de una parroquia y al mismo tiempo estar pendiente de una escuela, de luchar por un magisterio libre, abierto, comprometido, cercano a los pobres y jugar con ambas cartas no me fue fácil porque no lo es. ¿Dónde encuentras la felicidad? En el día a día. No la busco expresamente, no la busco por buscarla sino que la encuentras cuando Dios quiere y de la manera que Él quiere. A veces te la encuentras y te llega y otras veces quieres buscarla y otras veces incluso queriendo buscarla, no la encuentras pero vives en esa órbita y ahí estás. ¿Te preocupa cómo vive la gente? Me preocupa mucho. Me preocupa que la gente joven se haya planteado la vida con unos parámetros que no les va a llevar a ningún sitio, pero ellos creen que ahí está la felicidad. Lo siento por ellos porque sé que por ese camino no van a ir muy lejos. ¿Qué es para ti el tiempo? El hoy. Y no complicarnos la vida buscando cómo será el mañana, que cada día tiene su afán. ¿Te arrepientes o tienes remordimientos de algo? Entiendo que todo lo que he hecho en mi vida no es perfecto. Por supuesto que hay fallos y, por tanto, hay pecados. Lo reconozco y pido perdón a la Iglesia, al magisterio, a mis hermanos, a los pobres por no estar más cerca de ellos y por no complicarme más en favor de ellos. ¡Ya ves si uno tiene que pedir perdón! Hay quien sugiere que la soledad del cura puede llegar a ser insoportable, ¿has vivido la soledad como un calvario alguna vez? La he vivido pero nunca como un calvario. La soledad para mí es algo incluso agradable en algunos casos. En otros, simplemente llevadera. Como un castigo, nunca. Es parte de mi ser y de mi estar de hoy y de cada día. Un olor que recuerdes... La hierbabuena Un perfume que te cautive... No entiendo mucho de cosmética (se ríe) Tu flor favorita... La rosa. ¿La palabra más hermosa del diccionario? Yo lo plantearía en plan literario: Dios te ama. ¿El regalo más bello que te ha hecho ser presbítero? Poder estar con la gente y poder ayudar a la gente y poder hacer las cosas sintiéndome pobre y hacerlas gratuitamente desde Jesús. A estas alturas del partido, ¿volverías a ser sacerdote? Sin pensarlo dos veces. Soy cura, quiero ser cura y espero morir de cura. ¿Es el Buen Samaritano otro seminario? Evidentemente, podría serlo, no sé si lo será. Las puertas están abiertas y ojalá las personas mayores se lo plantearan y comprendieran que ellos también pueden ser llamados a vivir el ministerio sacerdotal al margen de la edad. ¿Echas de menos la actividad pastoral? Sí, la echo de menos. ¿Para qué te voy a mentir? En la parroquia donde estaba, en la Asunción, en Cruz de Humilladero, zona donde estuve unos cuantos años, lo pasé muy bien, ayudé a la gente e hice apostólicamente todo lo que pude. Pero, también es cierto que Dios me llamó cuando menos me lo esperaba, por otros caminos. Tuve que dejar aquellos y aquí me encuentro ahora. ¿Cómo llevas la enfermedad y la ancianidad? Es difícil pero Dios te ayuda. Aunque tengas dolores, Dios también te ayuda a llevar esas cosillas diarias y mira… se van llevando.