Noticia Padre Nuestro XV. Y líbranos del mal Representación del diablo en la película "La Pasión de Cristo" Publicado: 26/05/2016: 20951 Si en la quinta petición del Padrenuestro mirábamos al pasado: "perdona nuestras deudas", y en la sexta al presente: "no nos dejes caer en la tentación", en esta última miramos al futuro: "líbranos del mal". Resulta, que el Padrenuestro que se inició con la palabra más cálida, concluye con la más inquietante, del Abba descendemos al mal. De la confianza y libertad, a la oscuridad y temor. "Líbranos", decimos y suena igual que un grito. Líbranos, y estamos utilizando un verbo “que propiamente significa ‘arrebatar’ y que es traducido un poco insípidamente... La palabra original suscita una vivísima escena: una fiera peligrosa nos acecha desde muy cerca. Y, en el último instante, se nos libra de su zarpazo, alejándonos de allí”, escribe Heinz Schürmann. "Del mal", añadimos. Y el mal puede interpretarse como neutro: la cosa mala, el mal; o como masculino: el Malo, el Maligno. Los padres de la Iglesia latina optaron por la traducción en sentido neutro: 'líbranos del mal', mientras que los de la Iglesia griega optaron por el sustantivo: 'líbranos del Malo'. El mal tiene múltiples caras, y, por eso, puede acosarnos desde nuestra fragilidad física, y lo padecemos como enfermedad; desde nuestra fragilidad moral, y lo vivimos como pecado; desde las estructuras malignas, legitimadas como buenas por la ideología o el poder dominante, y entonces crea múltiples espacios de maldad y sufrimiento; y, por último, el mal que quiere arrancarnos la fe y confianza en Jesucristo, vencedor del mal y del Maligno. “Por esto -dice Benedicto XVI-, pedimos desde lo más hondo que no se nos arranque la fe que nos permite ver a Dios, que nos une a Cristo. Pedimos que, por los bienes, no perdamos el Bien mismo, Dios; que no nos perdamos nosotros: ¡líbranos del mal!” Líbranos del mal. Y en esta lucha no estamos solos, pues el reino del Padre, que ya ha comenzado, se construye luchando contra el reino del mal. Luchando por el camino que recorrió Jesús, quien hizo suyo nuestro mal y lo sumergió en un plus de amor sin límites. Jesús nos enseña que, para librarnos del mal y de los males hay que amar, porque sólo así podremos pasar por los males con la fe y la esperanza de la victoria segura. "No te dejes vencer por el mal; antes bien, vence el mal a fuerza de bien", decía san Pablo (Rm 12,21). Desde esta esperanza gritamos: ¡Señor, líbranos del mal! Líbranos del mal, para que no caigamos en la tentación, sino que perdonemos como tú nos perdonas. Líbranos del mal, para que luchemos sin descanso porque no falte el pan en la mesa de tus hijos. Padre, líbranos del mal que nos aparta de vivir como hijos tuyos, hijos que bendicen tu nombre, trabajan por el Reino y cumplen tu voluntad en la tierra como en el cielo. Padre, desde tu amor que nos llama, líbranos del mal para que vivamos como hermanos. Padre nuestro.