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Ciudad de los Niños, maternidad divina en un mundo huérfano

· Autor: S. FENOSA
Publicado: 31/12/2014: 17641

En Málaga existe una ciudad donde los niños son los protagonistas. En ella se lleva a cabo, desde 1977, la misión del hermano Carlos, fundador de los Hermanos Obreros de María: ayudar a sus “pequeños habitantes” a crecer como buenas personas e integrarse en la sociedad

La Ciudad de los Niños de Málaga se inauguró en 1977, y desde entonces ha hecho crecer en la Finca de los Asperones un hogar para niños y jóvenes faltos de recursos económicos y con carencias familiares. 

Como explica el hermano Correa, director del centro, «se trata de construir una gran familia, más allá de los vínculos de sangre y, actualmente, incluso de creencias religiosas». El nombre de Ciudad de los Niños recoge el expreso deseo del fundador de la congregación de superar el concepto de correccional de su tiempo para ofrecer un tipo de centro abierto, que favorezca en los pequeños una vida fundamentada en los valores cristianos. Actualmente hay centros como éste en las provincias de Granada y Huelva.

En ellos se lleva adelante una tarea educativa basada en la máxima de santa Teresa “amor saca amor”. «Nosotros queremos hacer visible el María, Madre de Dios amor de Dios para extender el amor fraterno», explica el superior. La gran familia del centro está formada por los niños, los religiosos, los trabajadores, los educadores, y los voluntarios. En sus 37 años de historia, el perfil de los residentes ha variado mucho. «Comenzamos atendiendo a niños y niñas, también jóvenes, con carencias especialmente económicas y provenientes de familias con ciertos problemas. 

Hoy, quizás están más atendidas las necesidades básicas, pero han aumentado las carencias familiares: hay más familias desestructuradas y como efecto, más niños y niñas con una problemática educativa más variada», afirma el hermano Correa. A los 50 niños residentes, de entre siete y dieciocho años, se unen los que asisten al colegio concertado, unos 177 externos, que suelen proceder de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. 

El centro comenzó a funcionar con la única ayuda de la caridad, y en las estampas de la Málaga del siglo XX está grabada la imagen del hermano Escobar, “un frailecillo bajito y andarín pidiendo limosna por las calles”, cuya vida ha estado unida a la Ciudad de los Niños desde sus inicios. El superior nos cuenta que, desde su retiro en la residencia del Buen Samaritano, este hermano sigue vinculado a ellos y aún hoy se reciben ayudas que provienen de su trabajo. «Málaga ha sido siempre muy generosa ¡y esperamos que lo siga siendo!» 

La Navidad es una fiesta entrañable también en la Ciudad de los Niños, como explica su director: «Los cristianos celebramos el nacimiento de Jesús que viene a salvarnos. Pero los que nos reunimos somos de varias religiones. La comunidad de religiosos y los bautizados residentes que lo desean, participan en la Misa del Gallo. A continuación, pasamos al comedor y el capellán del centro, Alfonso Crespo, explica a todos el significado de esta fiesta cristiana e invita a los miembros de otras religiones a participar en la comida de hermandad. Siempre ponemos platos de más, porque seguro que se acercan antiguos alumnos o alguno que otro que “necesita un poco de calor”».

Ana María Medina

Periodista de la diócesis de Málaga

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