«Compartir lo poco o mucho que tengamos»

Publicado: 10/08/2012: 1292

•   Carta Pastoral Campaña contra el Hambre (1979)

 Queridos diocesanos:

Nadie ignora que los españoles vivimos un momento histórico difí­cil. El desarrollo de nuestra democracia se ve amenazada por el terroris­mo; la economía se deteriora a causa de sistemas de solución distintos y opuestos; la cultura se ha convertido en el objetivo a conquistar por ideo­logías enfrentadas,… A esto añadamos los problemas diarios de cada ciu­dad, hogar o persona.

¿Dónde está la solución? ¿Quién nos la podrá ofrecer?

Para que el horizonte se vaya despejando y amanezca un futuro mejor, se nos ofrece un medio:

¡Compartir lo poco o mucho que tengamos!

Sólo quien comparte, vive dignamente.

Es hora de levantar la cabeza y mirar más allá de lo nuestro; de olvidar un poco la problemática que nos envuelve y fijar la atención so­bre aquellos que se sienten aplastados por el más terrible de todos los males terrenos; un mal del que algunos españoles tampoco se ven libres del todo, pero que, gracias a Dios, no es ni endémico ni general entre nosotros. Me refiero al hambre.

Lo peor, sin embargo, es que los primeros en caer bajo el azote del hambre son los niños. Los más débiles e indefensos.

En este Año Internacional del Niño la “Campaña contra el Ham­bre” nos ofrece una oportunidad para compartir.

Un compartir que, en nuestro caso, es más un acto de justicia, que una dádiva generosa.

He aquí unos datos recogidos que pueden ayudarnos a compren­der este problema:

-En la región africana de Sahel muchos niños se volverán ciegos por falta de vitaminas.

Con 240, pesetas, -lo que cuestan dos entradas de cine- pode­mos salvar a cien niños de la ceguera.

-Según el Ministerio de Salud Pública de Colombia, 430.000 ni­ños mueren cada año por desnutrición.

Por patios y calles de Málaga se tiran bocadillos. Cada uno ha costado de 15 a 20 pesetas por término medio. ¡Cuánto dinero tiran nuestros niños al año!

-En Raikia (India) hay 250 niños, niñas y chiquitines de cuna recogidos en una Residencia de Religiosas. No tienen agua. Para beber, cocinar y lavarse la traen de un kilómetro de distancia. Hay posibilidad de abrir un pozo en el patio de la misma Resi­dencia. Pero cuesta 75.000 ptas. que no tienen.

Es posible que la inmensa mayoría de las familias malagueñas se hayan gastado este año un promedio de 1.500 ptas. en juguetes y regalos de reyes. Si diéramos una tercera parte de lo gastado, es decir 500 ptas. ¿cuántos pozos no se podrían abrir en la India?

No puedo abusar de vuestra paciencia exponiéndoos casos, cifras y contrastes. Pero sí que debo recordaros en nombre de la dignidad huma­na que ostentamos quizás sólo para nuestras ventajas egoístas, y exigiros en nombre de la fe cristiana que recibimos, que cada uno examine lo que gasta en cosas superfluas y lo que da para las necesidades apremiantes de los demás.

Dios será justo y generoso con nosotros en la misma medida que nosotros seamos justos y generosos con los demás.

Málaga, Febrero de 1979. 

Autor: Mons. Ramón Buxarrais

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