«El amor cristiano nos pide un cambio de actitud»

Publicado: 10/08/2012: 1137

•   Carta Pastoral Corpus Christi-Día de Caridad (1979)

 Queridos diocesanos:

Un año más, la Iglesia quiere hacer presente el mensaje que nace de la Eucaristía.

Porque la presencia sacramental de Jesucristo lleva consigo la acep­tación de otras formas de presencia real del Señor. Una de las cuales es la presencia suya en todos los hombres.

Celebrar la Eucaristía, adorar verdaderamente al Santísimo, supo­ne un crecimiento en el amor de todos los hombres.

Amor afectivo y efectivo

Amor afectivo, hecho de cercanía, de compartir alegrías y penas, esperanzas y desesperanzas, a veces sin poder ofrecer soluciones radica­les a las dificultades en que nos encontramos. Amor afectivo, aunque lejos de la simple compasión que, en el sentido con que a veces la enten­demos, es más un sentimentalismo de momento, que una postura cris­tiana.

Amor efectivo, hecho de intento de búsqueda de soluciones efica­ces. Unos y otros, por encima de ideologías, razas y hasta credos, debe­mos unirnos para que el dolor disminuya y las carencias se vean cubier­tas.

Estoy seguro, creyentes cristianos, de que para nosotros, la Cele­bración de la Eucaristía y la Procesión con el Santísimo es una manifesta­ción de la fe de la comunidad, que tiene su origen en Jesucristo.

Para los no creyentes, hay que reconocerlo, no tiene significación alguna. Y, sin embargo, Jesucristo estableció un signo plenamente identi­ficable por todos: “Padre, que sean una sola cosa, para que el mundo crea que tú me has enviado”.

No podemos negar con hechos lo que afirmamos en la fe

Olvidar el amor, especialmente a los menos favorecidos, a los que más sufren, a los marginados, es negar en la vida la fe que se proclama en la celebración.

Pero entendamos bien eso del amor. El amor cristiano integra la justicia. No se trata sólo de darme cuenta que quiero, sino de amar y traducir ese amor en lo que debo. Es lo que afirma una de las frases el Día Nacional de la Caridad: “Yo, el marginado, reclamo mi derecho a no serlo”.

La sociedad española ha alcanzado niveles de democratización acep­tables. Recientes acontecimientos han puesto a prueba la madurez de los ciudadanos. Sin embargo, los seis millones de marginados que existen en nuestra sociedad son una manifestación de que algo muy profundo no funciona entre nosotros.

Como han escrito los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral, aún hay grupos de hombres y familias, y hasta pueblos enteros, que pue­den decir “somos hombres sin lugar”.

Un cambio de actitud, de visión evangélica de la vida y de las rela­ciones entre todos, se impone. Mientras nos movemos por el ansia de tener, de buscar inversiones seguras y rentables, aunque no sean las que más puestos de trabajo promocionen, seguiremos produciendo marginaciones nuevas.

Lo que Cáritas es y nos pide

CARITAS llama hoy la atención y pide tu colaboración.

CARITAS no es sólo un servicio abierto para solucionar casos ur­gentes -que son muchos, por cierto-, sino la expresión práctica del AMOR en la diócesis, de cara a los más débiles.

CARITAS ayuda a que tomemos conciencia de la necesidad de vi­vir en el amor, que nace de la fe. Fe que sitúa la dignidad del hombre, por el solo hecho de serlo, en la fuente de todos los derechos, como ha ense­ñado el Papa Juan Pablo II.

CARITAS nos recuerda que hay que buscar un cambio en la socie­dad, hacia formas de vida más humanas y solidarias.

CARITAS nos urge a colaborar en una acción de rehabilitación, que ayude a salir de la marginación a los que se encuentran en ella.

Yo os pido, en nombre del Señor y como coherencia de la fe en El, que valoréis el servicio, no siempre bien comprendido, de CARITAS.

Pido a Dios que su luz nos ayude a penetrar en el sentido profundo que la Eucaristía encierra, de cercanía a todos los marginados, tal como fue entendida durante muchos siglos.

Con sincero afecto,

Málaga, 10 de Junio de 1979. 

Autor: Mons. Ramón Buxarráis

Más noticias de: