En tiempos remotos dar posada a los peregrinos era cuestión de vida o de muerte. Toda travesía tenía insidias y riesgos. Ahora, las calles de nuestras ciudades están pobladas de viajeros sin rumbo: las personas sin hogar. Así dar posada al necesitado se ha vuelto un imperativo. San Pablo dice: “No dejen de practicar la hospitalidad, pues algunos dieron alojamiento a Ángeles sin saberlo” (Hb. 13, 2).

La Iglesia de Málaga no se olvida de este mandato, y con motivo de la convocatoria del Jubileo Extraordinario de la Misericordia del Santo Padre Francisco, Cáritas Diocesana desea, en colaboración con la Vicaría de Acción Caritativa y Social, abrir un centro de acogida nocturna para que nuestros hermanos más pobres, que duermen en las calles, tengan un lugar donde encontrar calor, alegría, brazos que acojan y corazones capaces de transmitir la misericordia de Dios que hemos recibido.

En Málaga, Cáritas Diocesana junto a las demás entidades que constituyen la Agrupación de Desarrollo de la Personas Sin Hogar, han constatado que unas 100 personas duermen en la calle, sin que haya un centro nocturno al que puedan acudir. Es por ello, que se ha visto la necesidad de abrir un centro nocturno de baja exigencia al que se ha llamado “Calor y café”. El horario será de 21.00 a 9.00 horas, durante todo el año. La finalidad del centro es ofrecer un refugio durante la noche, servicios mínimos de higiene, algo caliente y desayuno, y que las personas encuentren una acogida cálida, apoyo y esperanza para reconstruir sus vidas. Será un servicio flexible que permitirá adaptarse a las características de cada persona. Se ha fijado como objetivos: mejorar la calidad de vida de las personas sin hogar; reducir los daños de quienes están más excluidos y deteriorados y promover la integración de dichas personas.

Para llevar a cabo este proyecto de “Calor y café”, el centro contará con personal técnico y con los voluntarios que se sientan llamados para este servicio.

Recojo aquí las palabras del Santo Padre que decía “la sola acogida no basta. No basta con dar un bocadillo, si no se acompaña de la posibilidad de aprender a caminar con las propias piernas. La caridad que deja al pobre así como es, no es suficiente. La misericordia verdadera, la que Dios nos dona y nos enseña, pide la justicia…”.