Lectura (Lectio)
En la Solemnidad del Bautismo del Señor nos encontramos con el relato de este acontecimiento en la versión de Lucas. Antes, sin embargo, se nos presenta la figura de Juan, que expone al pueblo, de manera velada, que Jesús es el Esposo que viene a dar plenitud a la revelación. Leo atentamente el texto y anoto expresiones que me llamen la atención.

Meditación (Meditatio)
El simbolismo de la sandalia es oscuro para nosotros. Según la ley del levirato (Dt 25, 5-10), si un marido moría, su hermano debía casarse con la viuda. Si éste rechazaba el matrimonio, la mujer, en presencia de los ancianos, tenía el derecho de quitarle la sandalia del pie y escupirle en la cara, como signo de desprecio. Juan el Bautista no es digno de quitar la sandalia al Mesías-Esposo que viene, tiene que dejarle su puesto: por eso, además, reconoce la superioridad del que “tenía que venir”. El bautismo de Juan era una sombra del que Jesús inaugurará: con él llegará el Espíritu Santo; de hecho, en el momento de la oración desciende sobre Él. A partir de este momento, tanto en el fragmento que leemos hoy como en todo el Evangelio, Juan pasará a un lugar secundario y el Señor ocupará el puesto central. El evangelista Lucas describe la presencia del Espíritu en los momentos clave de la vida y obra de Jesús (y de la Iglesia, en el libro de los Hechos). Con la unción del Espíritu, Jesús podrá comenzar su misión de evangelización por los pueblos de Galilea. El cielo abierto es la señal de que ha llegado “la plenitud de los tiempos”, el tiempo en el que Dios se quiere comunicar plenamente con nosotros. La voz del cielo confirma la intimísima relación de Dios Padre con Jesús.

Oración (Oratio)
Ya sabemos que este “escalón” de la Lectio pide nuestra respuesta a lo meditado. Hoy nuestra oración podría pasar por pedir que el Espíritu también descienda sobre nosotros y nos empuje a predicar la Buena Noticia. También podemos agradecer a Dios que haya querido romper definitivamente “el cielo”, para derramarse sobre nosotros.

Contemplación (Contemplatio)
Un buen ejercicio de contemplación hoy pasaría por la repetición de las palabras “del cielo” pausadamente, pero diciéndoselas a Jesús: “tú eres el Hijo, el amado, el predilecto del Padre”. Úsalas como jaculatoria, que vaya calando en ti ese sentido de la “maravilla” que tanto nos falta.

Compromiso (Actio)
El compromiso de esta semana puede ser doble: pedir mucho al Señor que siga enviando su Espíritu sobre todos y cada uno de los miembros de la Iglesia; y al mismo tiempo, buscar alguna acción concreta de evangelización en la que implicarse de cualquier forma.