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Lectio Divina con el evangelio del Domingo II después de Navidad

La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros · Autor: FANO
Publicado: 28/12/2015: 2737

Emilio López Navas, profesor de los Centros Teológicos de la Diócesis de Málaga y párroco de Arroyo de la Miel, ofrece esta Lectio Divina con el evangelio del Domingo II después de Navidad.

Y acampó entre nosotros

Lectura (Lectio)
El evangelio que contemplamos hoy es un canto a la Palabra. El Verbo (logos en griego) se hace carne, toma materialidad y quiere habitar entre nosotros. Se nos hace accesible y por ello podemos entenderlo, acogerlo y escucharlo. Leo detenidamente este fragmento y dejo que cale en mí cada expresión; puedo incluso subrayar las palabras que más me llaman la atención, para después repasarlas en la meditación.

Meditación (Meditatio)
No nos debe asustar el tono “teológico” del comienzo del prólogo del Evangelio de Juan. Sencillamente, pensemos en qué significa “palabra”: tiene que ver con el hablar, subraya la cercanía divina, que quiere entrar en relación con su pueblo. Esa intención de comunicarse es tan fuerte, que no sólo nos llega por los oídos, no sólo es luz para guiar nuestros pasos… sino que toma carne y quiere acampar entre nosotros. Jesucristo es la encarnación de esas ganas de comunicarse que tiene Dios. Lo expresa atinadamente el último versículo: El Hijo único nos ha dado a conocer al Padre. Ciertamente, algunos no recibieron, no acogieron este mensaje de salvación, como tampoco ahora; pero hay otra mucha gente que se esfuerza en responder a esa Palabra creadora y dadora de Vida. Entre ellos destaca Juan Bautista, con una misión especial: ser testigo (y no la luz, algo en lo que insiste particularmente el texto). La continua contraposición en el texto de luz y tinieblas tampoco ha de confundirnos: la luz es más poderosa que la oscuridad, aunque no se pueda desdeñar esta última. Los que aceptan esa luz, los que acogen la Palabra son descritos como hijos de Dios. Se trata de una filiación por adopción (no han nacido de “sangre”, ni de amor “carnal”…), pero nos capacita para llamar a Dios “Padre”. En el contexto de la Navidad, todas estas expresiones nos hacen volver la mirada al pesebre: ahí está la Palabra hecha niño, para comunicarse con nosotros.

Oración (Oratio)
La comunicación, para que sea realmente comunicación, necesita de un “feedback”, de una retroalimentación. Hablando sencillamente, para que se dé comunicación se necesita que dos personas (al menos) hablen y escuchen. Hasta ahora ha sido Dios quien se ha dirigido a nosotros. Toma tú el relevo y agradécele su interés por nosotros; pídele que siempre seas capaz de responderle, aun cuando las tinieblas parezcan apoderarse de tu vida. Formula todas estas ideas en frases, puedes incluso escribirlas. Serán tu oración, tu respuesta al Señor. 

Contemplación (Contemplatio)
Aun cuando tenemos un texto tan “espiritual”, cuesta mucho este paso. Hoy la contemplación puede volver a ser más “física”: busca un Belén, un misterio, y contempla con los ojos del alma el misterio de la Navidad. Quédate embelesado en ese pequeño que quiere seguir acampando entre nosotros, y simplemente “mira que te mira”, como diría santa Teresa.

Compromiso (Actio)
La luz debe reinar en tu vida. Hay que acoger la Palabra. Hay que vivir con la dignidad de los hijos de Dios. Con todo lo vivido, rezado y meditado en este rato, será sencillo encontrar un compromiso, concreto y revisable, con el que llevar a la práctica este rato de oración.

Diócesis Málaga

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