Lectura (Lectio)
El evangelio de este domingo es eminentemente dialogal: en primer lugar, los hijos del Zebedeo entablan una conversación con Jesús acerca del puesto que desean en la gloria. El resto de los discípulos se indignan y propician una enseñanza del Señor sobre la autoridad en el seno de la comunidad, que culmina con una descripción de la vida y misión de Jesús. Leo con detenimiento el texto y señalo las expresiones que más me llaman la atención.

Meditación (Meditatio)
Santiago y Juan parecen haberse adelantado a los demás discípulos, como si al oír a Jesús hablar tantas veces sobre ese “Reino” se les viniera a la cabeza la posibilidad de ocupar un puesto de honor al lado del Señor. Sin embargo, ese Reino está marcado por un cáliz y un bautismo, que la tradición siempre ha identificado con el martirio. Al igual que Jesús, los hijos del Zebedeo darán su sangre, y lo harán en nombre del nazareno… pero ni siquiera esa entrega asegura el puesto, aunque sí que los coloca al menos en la buena senda. Es una lástima que la discusión de los demás discípulos interrumpa la conversación. De nuevo los seguidores muestran que están lejos de comprender el mensaje, aunque esto permite a Jesús mostrarse de nuevo como maestro. Con los discípulos reunidos, ofrece una enseñanza que parte de la observación de la realidad que les rodeaba y llega, por contraste, hasta los oyentes: “vosotros, nada de eso”. Es curioso apreciar la expresión “los que son reconocidos como…”, puesto que la verdadera autoridad no les pertenece, es de Dios. Y esa autoridad se verifica desde el servicio, punto central de la misión de quien está hablando. Ahora los discípulos sólo necesitan interiorizar esa dinámica “paradójica” para comprender y emprender el verdadero camino que les espera. En la etapa final de este camino contemplarán como la frase que culmina esta enseñanza de Jesús se hace real en la cima del calvario.

Oración (Oratio)
Los Zebedeos le piden a Jesús que les conceda un privilegio, y el Señor les ofrece un camino humilde de servicio. ¿Qué peticiones, agradecimientos y demás expresiones surgen en tu corazón después de todo lo meditado? Date un tiempo para conversar con Dios, Él está esperando escuchar tus palabras.

Contemplación (Contemplatio)
“… a dar su vida en rescate”. Hoy puedes contemplar el gran amor de Jesús que ha entregado hasta su último aliento en la cruz. Míralo, embelésate… y permítele que esa imagen se vaya grabando en tu alma y moldeándose en tu corazón.

Compromiso (Actio)
Busca, como siempre, alguna acción concreta para llevar todo lo meditado y orado a la vida. Puede ayudarte la llama de atención de Jesús sobre los que se creen jefes o grandes. Si hay algo de esas actitudes en tu vida, siempre se puede cambiar.