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Lectio Divina con el evangelio del Domingo XIX del Tiempo Ordinario

Publicado: 04/08/2015: 1663

Antonio Collado, Vicario para la Promoción de la Fe y párroco de San Miguel de Málaga, nos ofrece la Lectio Divina para el evangelio del Domingo XIX del Tiempo Ordinario.

Lectura (Lectio)
En el desierto de nuestra vida, el Señor nos sigue dando un alimento que es su propio Hijo, el Pan bajado del cielo y la Palabra hecha carne para la vida del mundo. Me acerco a este evangelio desde el hambre de Dios que siento.

Meditación (Meditatio)
El signo del pan que contemplamos hace dos domingos apuntaba directamente hacia el misterio de la persona de Jesús, que poco a poco se ha ido revelando como el pan bajado del cielo. Con una sola frase, Jesús revela su origen divino. Y lo hace de dos maneras. La primera resulta evidente: «He bajado del cielo». La segunda es sólo comprensible para un judío: «Yo soy», una expresión que recuerda el nombre con el que Dios se dio a conocer a Moisés. Por eso, lo que está sugiriendo Jesús es inadmisible para sus oyentes. No es posible que el hijo de José, cuya familia todos conocen, tenga pretensiones divinas. A causa de ello los galileos comienzan a murmurar como ya hicieron los israelitas en el desierto (Éx 16) Pero igual que en el pasado las murmuraciones contra Moisés iban dirigidas realmente contra Yavé, ahora negarse a creer en Jesús es negarse a aceptar el plan salvador de Dios. Para profundizar en su origen divino, Jesús habla de la estrecha vinculación que le une al Padre. Entre ambos existe una singular relación de cercanía e intimidad, hasta el punto de que sólo Jesús ha visto a Dios y lo conoce, sabe lo que quiere y por eso ha venido a hacer su voluntad. Más aún, el Padre que es el responsable y origen último de su misión, es el único que puede hacer que los que escuchan a Jesús lo acojan como el enviado, el único mediador. Los últimos versículos del evangelio de hoy (Jn 6, 47-51) están muy relacionados con esta revelación sobre el Padre. La invitación a comer no se refiere aquí al acto físico de llevarse un alimento a la boca. Basándose en esta imagen, Jesús va más allá y pide a sus oyentes que se nutran interiormente de Él, que asimilen su palabra y acepten a su persona, de modo que sea su sustento básico, el pan de sus vidas.

Oración (Oratio)
La fe no consiste en asimilar conceptos, sino en aceptar la persona de Jesús y comulgar con Él. No es cuestión de ideas, sino de relación. La oración es un momento privilegiado para anudar nuestra vida con nuestro amigo Jesús.

Contemplación (Contemplatio)
«Todo el que escucha al Padre y recibe su enseñanza me acepta a mí». En el silencio de la contemplación intento escuchar a Dios.

Compromiso (Actio)
¿Qué realidades de nuestro mundo están necesitando esa “Vida” que Jesús le ofrece?

Antonio Collado

Sacerdote diocesano

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