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Lectio Divina con el evangelio de la Solemnidad de la Santísima Trinidad

Me acompañas todos los días · Autor: Fano
Publicado: 29/05/2015: 5089

El vicario de la Promoción de la Fe y párroco de San Juan Bautista de Málaga, Antonio Collado, ofrece unas claves para rezar con el evangelio de este domingo.

Lectura (Lectio)
La fiesta de la Santísima Trinidad me invita a sumergirme en el misterio de Dios, ininteligible para mí si él mismo no me lo hubiera dado a conocer. Revelación que comienza ya en el Antiguo Testamento y que tiene su plenitud en Jesucristo. Por ello acojo este evangelio con gozo y agradecimiento.

Meditación (Meditatio)
El último encuentro entre Jesús y sus discípulos reviste, según el evangelio de Mateo, una importancia muy especial. La iniciativa de esta cita parte de Jesús, que quiere reunirse con ellos por última vez en Galilea (Mt 28,7.10) Galilea es el lugar donde Jesús llamó por primera vez a sus discípulos (Mt 4,18-22) y desarrolló con ellos gran parte de su misión. Por otro lado, la mención del monte recuerda aquel momento fundamental de la historia de salvación en el que Dios congregó a su pueblo en el Sinaí. Se trata del nacimiento de la Iglesia, pueblo nuevo, nacido tras la Pascua, convocado por la autoridad de Cristo resucitado y llamado a continuar la misión de su Señor. Hay también un gran cambio en las palabras con las que Jesús envía a sus discípulos. Durante su vida terrena, Jesús había limitado su tarea a «las ovejas perdidas de Israel» (Mt 10, 5-6). Ahora, en cambio, son enviados “a todos los pueblos”. El fuerte contraste entre aquel localismo y la universalidad de este encargo final pone de manifiesto la inauguración de una realidad totalmente nueva. Esto es posible por la gran transformación interior que han experimentado los discípulos en sus encuentros con el Resucitado que antes “habían dudado” y ahora “adoran al Señor”. Me fijo en el objetivo del envío misionero que es “hacer discípulos”, lo cual no se ha de entender en un sentido proselitista. Lo que Jesús quiere es ofrecer a todos la oportunidad de establecer con él esa relación única de intimidad y seguimiento que caracteriza la vida cristiana y que puede dar plenitud a la existencia humana.

Para ello se establecen dos medios: el bautismo y la enseñanza. En cuanto al bautismo, se resalta que es una “consagración”, es decir, una estrecha vinculación al Dios que se ha manifestado como Trinidad; sobre la enseñanza se acentúa que se ha de “poner por obra”.

Oración (Oratio)
El misterio de la Trinidad no es un “embrollo teológico”; sino un modo nuevo de acoger el amor de Dios que se manifiesta como comunidad y familia. ¿He pensado alguna vez en ello?

Contemplación (Contemplatio)
Sumergido en este misterio desde el día de mi bautismo, refuerzo mi identidad de hijo del Padre, al estilo de Jesús y con la ayuda del Espíritu Santo.

Compromiso (Actio)
“Poneos, pues, en camino, haced discípulos míos” ¿A qué me comprometen estas palabras?

Antonio Collado

Sacerdote diocesano

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