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Lectio Divina Domingo III de Pascua

Descarga tu palabra en nuestro corazón para cambiar nuestro entendimiento
Publicado: 16/04/2015: 15895

Lectura (Lectio)

En este tiempo de Pascua, me acerco a los testimonios de las apariciones del Resucitado dando crédito a las vivencias de los testigos oculares y descubriendo los signos del Señor vivo en mí y en mi comunidad. Leo con atención el pasaje del evangelio de este domingo hasta que lo asuma.

Meditación (Meditatio)

Este nuevo relato de apariciones de Jesús a sus discípulos tiene bastante semejanza con el episodio de Emaús que le precede y también con el que se proclamó el domingo pasadodelevangeliodeJuan. ¿Meatreveríaaseñalar algunas de ellas? La primera parte de la escena (Lc 24,36-43) está centrada en el reconocimiento de Jesús, que choca con ciertas dificultades. A pesar de que ya se había aparecido a algunos de ellos, todavía les cuesta reconocerlo. Su actitud recuerda a la del incrédulo Tomás. A pesar de que la presencia del Resucitado entre los suyos no puede entenderse en un sentido físico, el evangelista quiere resaltar que se trata del mismo Jesús que ellos conocieron y trataron. Su presencia es nueva y diferente, pero es real. No es un fantasma. En la segunda escena (Lc 24,44-48), Jesús les ofrece una explicación de su pasión a partir de la interpretación de las Escrituras. De este modo les proporciona las claves para entender que la muerte del Mesías y sobre todo su resurrección son acontecimientos previstos misteriosamente en el proyecto de Dios. Y esa es la Buena Noticia que ellos, sus testigos, tendrán que anunciar a todos. Para terminar puedo comparar estas palabras con el principio de los Hechos de los apóstoles, que también es obra de Lucas (Hch 1,8). También allí se perfila el programa evangelizador que el Señor propone a su Iglesia y se observan las llamativas coincidencias entre ambos pasajes.

Oración (Oratio)

Reconocer al Resucitado no siempre es tan fácil ni inmediato. Será necesario un largo proceso, en el que voy captando y entendiendo poco a poco los signos de su presencia. ¿Dónde y cómo reconozco esos signos en vida y en los acontecimientos de cada día? Para ello, me recojo en oración y me dejo escrutar por el Señor presente en su Palabra.


Contemplación (Contemplatio)

Jesús resucitado no es un fantasma, sino alguien vivo y presente en mi realidad diaria. ¿Hasta qué punto estoy convencido de ello? ¿De qué fantasmas debería librarme para vivir a fondo el mensaje de esperanza que me llega con la Pascua? Descubro la presencia callada y silenciosa del Señor en mi corazón y me dejo transformar por ella.


Compromiso (actio)

Las apariciones del Resucitado siempre van ligadas al envío misionero. ¿Hasta qué punto vivo la relación entre mi fe pascual y la necesidad de dar testimonio de lo que he experimentado?

Antonio Collado

Sacerdote diocesano

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