Cristo, sin pretenderlo, convoca a gentes de todo tipo y lugar. No excluye a nadie. Aprovecha toda ocasión para enseñar su mensaje. Quienes lo escucharon, quizá sin saberlo, vivieron algo único e irrepetible. Descubrieron, a poco que siguieran al profeta de Nazaret, que el amor es más fuerte que el odio. Un mensaje que estamos llamados a compartir siendo solidarios los unos con los otros. Como observamos en el relato del paralítico que necesitó la ayuda de un puñado de hombres para acercarse a Jesús. También nosotros podemos ser quienes acerquemos al enfermo a Cristo, quienes solícitamente ayudemos a la gente a conocer más y mejor a Jesús. ¿Cómo hacerlo? Cada uno debe rezarlo. Y llevarlo a término con la ayuda del Señor.