DiócesisHomilías Mons. Dorado

La Sagrada Familia

Publicado: 28/12/1997: 977

Día de la Familia

1. Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Al situarla junto al misterio de Belén, la Iglesia quiere llamar nuestra atención sobre la importancia de la familia en general. Al mismo tiempo, nos propone a la familia de Belén como ejemplo a seguir por todas las familias cristianas. Y finalmente, desde ese modelo  espléndido, nos invita a trabajar en favor de la familia y de todas las familias concretas.

2. La importancia que la Iglesia atribuye a la familia se echa de ver en la atención que la ha prestado durante los últimos años. El Vaticano II la dedicó el capítulo I de la Constitución Gaudium et spes. El Sínodo de 1980 volvió a centrar su atención en la familia. Y el Papa Juan Pablo II la ha tomado como tema básico de diversos documentos de su rico magisterio, entre los que sobresalen la Exhortación Apostólica Familiaris consortio y la Carta a las familias. La razón de este interés nos la explica el Papa, cuando dice que "la familia cristiana es la primera comunidad llamada a anunciar el Evangelio a la persona humana en desarrollo y a conducirla a la plena madurez humana y cristiana, mediante una progresiva educación y catequesis" (FC 2). Y en el reciente encuentro celebrado en Río de Janeiro, ha dicho con la audacia que le caracteriza que "la familia es patrimonio de la humanidad, porque a través de ella, de acuerdo con el designio de Dios, se debe prolongar la presencia del hombre en el mundo".

Los pedagogos, los psicólogos sociales y sociólogos ponen de manifiesto con sus estudios que estas afirmaciones del Santo Padre son muy atinadas. Según estudios que han realizado, el fracaso escolar, la delincuencia juvenil y la violencia en las aulas están íntimamente relacionados con la desintegración familiar y con las rupturas de la familia. Y lo más grave es que se trata de fenómenos que van en aumento. Las primeras víctimas de las rupturas familiares son los hijos, pues la familia no sólo es el cauce para transmitir la vida, sino también el ámbito imprescindible para el desarrollo de la afectividad de la persona y de sus actitudes profundas. En su seno, el niño va aprendiendo a amar, a convivir, a valorarse, a dominar los propios impulsos, a confiar en Dios y cumplir sus mandamientos. Y lo aprende de manera espontánea y en un clima cálido de amor y de cariño, que hacen más atractivos esos valores. Sin familia, resulta difícil que el hijo desarrolle una personalidad equilibrada y armoniosa.

Y tenemos que denunciar abiertamente que la "desmoralización" de nuestra sociedad, la pérdida de valores éticos y religiosos tiene su origen en el deterioro de la vida familiar, escandalosamente fomentado por determinados grupos e ideologías.

3. Los cambios profundos y rápidos que caracterizan a nuestro tiempo han incidido con fuerza sobre la familia, obligándola a adaptarse a las nuevas situaciones. Algunos querrían conseguir  tal adaptación a costa de elementos irrenunciables, como son la estabilidad, la fidelidad y la defensa de la vida. Buscar la respuesta en el divorcio, en las uniones de hecho, en la promiscuidad sexual y en presentar en plan de igualdad con el matrimonio cualquier tipo de unión entre personas de diferente o del mismo sexo es atentar contra el sentido mismo de la familia y del matrimonio.

En este contexto, la Iglesia nos pone como modelo a la Sagrada Familia. El evangelio que se ha proclamado la presenta como una familia profundamente religiosa. María y José acuden cada año a Jerusalén para celebrar la Pascua, y llevan con ellos a su hijo. Esta fe va a ser la fuerza que los mantenga unidos y fieles cuando se presenten las dificultades: cuando la duda trata de hacer mella en el ánimo de José, cuando se aproxima el parto y no disponen de unas comodidades mínimas para que María dé a luz, cuando tienen que marchar a un país extranjero para proteger la vida del niño. María y José tuvieron que pasar por pruebas muy duras, como muchos matrimonios, pero encontraron su fuerza en el Señor, porque le habían puesto como fundamento de su amor.

Además, la rica personalidad de Jesús nos sugiere la hondura del cariño con que se amaron sus padres. Sólo un clima de serena armonía, de transparencia mutua y de confianza total explica que Jesús fuera el hombre libre, solidario, compasivo y decidido que nos presentan los evangelistas. Pues aunque era Persona divina, vivió su plena humanidad y su normal desarrollo como los demás niños, y encontró sus mejores maestros en María y en José.

Es también una familia que sabe respetar la libertad de su hijo. Le han dado lo mejor que tienen, pero saben que es él quien ha de decidir su vida. Incluso siendo un niño a quien todavía hay que ayudar a ir forjando el carácter, le tratan con profundo respeto. El mismo que manifestará María, cuando Jesús ya adulto, le dé respuestas que nos siguen llamando la atención. La relación de María y de José con su hijo es una relación de plena confianza y de respeto a la vocación que el Padre le tiene asignada. ¡Cuanto podéis aprender de ellos los padres cristianos, cuando vuestros hijos os plantean su posible vocación sacerdotal o religiosa.

Finalmente, es una familia que educa en la fe. San Lucas nos acaba de presentar ese cuadro en el que le llevan con ellos al templo. Por los evangelistas, sabemos de la profundidad de su oración, de su conocimiento de las Escrituras y de su fidelidad a sus deberes religiosos. Seguramente se lo debe a sus padres en gran medida, igual que les debe esa confianza en Dios que aparece en todas sus decisiones y en sus palabras.

4.Pero la familia, que es para la mayoría de nuestros jóvenes el valor más cotizado, se ve amenazada por sombras que la oscurecen y la desfiguran. Es verdad que se ha hecho más democrática y más dialogante. También es cierto que da más importancia al amor, a la confianza y al diálogo entre los esposos, y que ha mejorado el protagonismo de la mujer. Pero cuenta con muy pocos apoyos sociales para su estabilidad. En este sentido, es una familia muy frágil.

Y lo que es más grave, algunos quieren equiparar al matrimonio cualquier tipo de uniones entre personas del mismo o diferente sexo. Se acaba de aprobar por unanimidad en la Comisión de Sanidad del Congreso el uso de la píldora abortiva en nuestros hospitales. Apenas se favorece por ningún medio la estabilidad familiar, mientras que se dan todo tipo de facilidades para las rupturas. Los malos tratos a los niños, a la mujer y a los abuelos están creando cierto clima de alarma social. Resulta llamativo el bajo índice de natalidad. Y deja mucho que desear la atención a los mayores y a los enfermos crónicos. Son otros tantos asuntos graves que reclaman vuestra atención, queridas familias cristianas.

Sin embargo, tales desafíos no pueden hacernos perder la esperanza. Como nos ha dicho san Pablo en la segunda lectura, contamos con la ayuda de Dios, que nos ha dado el Espíritu Santo. El, que abrió caminos al Evangelio en el mundo romano y que  a lo largo de dos mil años ha ayudado a la Iglesia a encontrar las respuestas adecuadas ante los más graves problemas, es hoy también nuestra luz y nuestra fortaleza. Y tenemos que abrirnos a su presencia luminosa para que la familia recobre su solidez y su espiritualidad. Para ello, necesitamos tomar conciencia de su presencia en nuestros corazones y reavivar el don recibido.

Apoyados en El y siguiendo sus inspiraciones, podremos diseñar una pastoral familiar de gran alcance, uniendo esfuerzos y proponiendo metas. Y pienso que tenemos que responder a tres cuestiones básicas. La primera, cómo ayudar a la familia a ser fiel a sí misma y encontrar su identidad en los valores que la llevan a ser "creadora de humanidad". La segunda, cómo hacer que la familia sea una pequeña Iglesia y el sujeto primero de la evangelización. Y finalmente, hay que emprender las acciones necesarias para conseguir una política familiar más favorable en cuestiones de natalidad, de vivienda, de enseñanza y de empleo.


5. Como veis, esta fiesta puede tener un contenido de muy largo alcance si nos ponemos manos a la obra. Sois vosotros, los miembros del Secretariado de Pastoral Familiar y los responsables de los diversos movimientos familiares, quienes tenéis la misión de ser fermento de vida evangélica en nuestro mundo. Los graves problemas que atañen a la familia no deben dejarnos indiferentes ni podemos esperar que los resuelvan otros. Pues tenemos casi recién estrenado el Directorio de Pastoral Familiar, es hora de llevarlo a la práctica.

Al concluir esta celebración de la Eucaristía, que es también acción de gracias, deseo invitaros a dar gracias a Dios por la generosidad abnegada de tantos padres y madres, por los heroicos testimonios de fidelidad de tantos esposos, por el amor acogedor y cálido de innumerables familias que se han ganado el aprecio de nuestros jóvenes. A dar gracias, así mismo, por el trabajo abnegado y pionero de los movimientos familiares y de todos los agentes de pastoral familiar.  

Son los sentimientos y proyectos que vamos a poner hoy a los pies de la Sagrada Familia, para que San José y Santa María nos ayuden a responder desde el Evangelio a las necesidades de nuestro mundo, que es el mundo de Dios.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo