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V Centenario de la muerte de San Francisco de Paula, fundador de las Monjas Mínimas (Antequera)

Publicado: 09/06/2007: 1074

Monasterio de Santa Eufemia, Antequera

1.- En el V Centenario de la muerte de San Francisco de Paula nos reunimos para celebrar juntos el amor de Dios que, en San Francisco de Paula, ha donado a su Iglesia un gran testigo del Evangelio y un promotor de la escuela de espiritualidad basada sobre la penitencia cuaresmal.

Queremos celebrar el Centenario no sólo en la perspectiva de la memoria, sino sobre todo en la de reemprender un camino y relanzar una propuesta de vida.


2.- Como hijos y herederos de un gran Fundador, las Mínimas y los Mínimos tienen en la Iglesia la misión de anunciar y mantener viva la invitación a la penitencia con la que Jesús comenzó su predicación, en continuidad con San Juan Bautista: Incluso antes de anunciar los grandes contenidos de la Buena Noticia, Cristo puso como condición para entrar en el Reino, la CONVERSIÓN del corazón. Fiel a tal llamado, la Iglesia cada vez que siente la necesidad de renovarse, parte de la penitencia como aspecto primordial de su anuncio. De la conversión interior brota todo cambio. Las Mínimas son las primeras en la fidelidad al empeño de la mayor penitencia y en el amor a la vida cuaresmal que profesan. Ninguna adaptación a los tiempos históricos ha de inducir a abandonar tal fidelidad.

San Francisco de Paula también diría hoy: “A quien ama a Dios, todo es posible”.


3.- En la óptica de la primacía del amor de Dios es donde estamos llamados a orientar la vida espiritual y el empeño pastoral en la Iglesia, siempre necesitada de verdaderos testigos de Dios. La vida de San Francisco de Paula estuvo marcada por un profundo amor a la oración y por el deseo de soledad para entrar en coloquio con Dios; y por la relativización de todas las cosas, incluso de lo necesario para la vida, para afirmar a Dios y la prioridad de su Reino. La penitencia le hizo hombre libre para tender hacia Dios.

San Francisco de Paula, en este V Centenario nos hace un llamamiento a descubrir que sólo con el espíritu de las Bienaventuranzas puede ser salvado el mundo. Es así como tenemos que leer su ascetismo. La ascesis es necesaria para la vida cristiana, porque el camino espiritual es obstaculizado por el atractivo de los bienes temporales, que tratan de prevalecer. La vocación penitencial y cuaresmal de los hijos de San Francisco de Paula, nos recuerdan a los hermanos de la fe que los bienes del mundo pueden sobrecargar el corazón y acabar de impedirnos usar de ellos con justicia y con respeto, en la óptica del servicio y del amor.

4.- San Francisco de Paula siempre ha defendido la causa de los pobres y de los marginados. La devoción popular de todos los tiempos hacia San Francisco de Paula se ha desarrollado en gran parte precisamente entre las clases sociales más pobres, testimoniando así  cuanto las ha amado y ayudado él. Por esta razón los Obispos italianos, hace unos años, lo definieron como “el santo de la caridad social”.

Componente esencial de la espiritualidad cuaresmal es la caridad fraterna. La ascesis, en efecto, si por una parte educa el espíritu a ser fuerte en el combate espiritual, por otra ensancha el corazón a la caridad hacia los pobres. Celebrando el recuerdo de la muerte de San Francisco de Paula, sus hijos y los cristianos son llamados a reapropiarnos esta dimensión de su espiritualidad y a recuperar la sensibilidad a las necesidades de los pobres hoy, como lo fue San Francisco.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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