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Peregrinación del Arciprestazgo de San Patricio al Santuario de Santa María de la Victoria

Publicado: 27/05/2005: 836

1.- El himno del Libro del Eclesiástico que hemos proclamado en la Segunda Lectura, está centrado en la Historia de Israel.

El Autor comienza el himno con un elogio general de todos aquellos personajes que a lo largo de la historia israelita han manifestado la gloria de Dios. Profetas, salmistas, maestros, gobernantes, y otros muchos hombres han hecho presente en sus obras y palabras la sabiduría y el amor de Dios.

Su premio no puede ser otro que la inmortalidad terrena, la honra y alabanza tributada por sus contemporáneos; la fama y el recuerdo elogioso de sus personas; la continuación de sus obras en las virtudes de sus descendientes.

El Salmo 149 es un himno a Dios que “adorna a los humildes con la victoria”. Es la victoria de Dios sobre las resistencias y debilidades, victoria del amor sobre las infidelidades humanas. Es el Magnificat de un pueblo que descubre las maravillas que Dios hace a los hombres.


2.- Hacemos esta visita a la Virgen de la Victoria en el contexto de la reflexión y la revisión de la situación de nuestro Arciprestazgo de San Patricio.

Es una ocasión propia para cantar nuestro Magnificat como la Santísima Virgen. El Señor ha hecho y está haciendo obras grandes en nuestro pueblo: proclamamos la grandeza del Señor y se alegra nuestro espíritu en Dios nuestro Salvador.

Expresiones de esta acción de Dios:

a). En todas las parroquias y centros hay un núcleo de personas responsables y motivadas, muchas de ellas entregadas con ilusión y con moral, a pesar de la dura situación espiritual de nuestros ambientes: catequistas animosas, miembros de Cáritas, cofrades, visitadores de enfermos, equipos de Liturgia y economía, movimientos apostólicos. Gente que ora, que ama a la parroquia, que sufre por la ausencia de jóvenes. Gente que sigue y que tendrían motivos para marcharse, pero siguen ahí.

b). Bastante gente que se siente vinculada a la parroquia y a la Iglesia.

c). Otros muchos que tienen vínculos eventuales con la parroquia, con un sentimiento de pertenencia débil pero tenaz.

Muchos tienen un algo muy elemental. Ese algo es un tesoro que puede disolverse con el tiempo si no lo cuidamos.

d). En las minorías cristianas motivadas (gente como vosotros y otros), se observa una mayor demanda de formación y de espiritualidad.

e). Junto a gente animosa y entusiasta, es verdad que una tónica muy frecuente, aunque con muchas excepciones, es el tono anímico de muchos colaboradores parroquiales, de una alta edad media.

Pero crece la ilusión y el ánimo apostólico cuando estas personas tienen un acompañante espiritual realmente próximo y son convocados para sesiones de formación, oración y revisión.

En esta Eucaristía queremos contemplar con agradecimiento el pasado, vivir con pasión el presente y abrirnos con esperanza al futuro.

La gracia de Dios, la confianza y la oración, pueden hacer el milagro de que también las higueras secas florezcan y den mucho fruto.


3.- A nosotros nos corresponde:

- Mantener y alentar la alegría de la fe.

- Frente a la tentación de pesimismo: la esperanza.

- Frente a la indiferencia de muchos y la animosidad o persecución, hay que poner el amor a esta gente: ser sacramento real del amor que Jesús les tiene.

- Frente a la nostalgia de los grandes números, el aprecio de lo pequeño y de lo modesto. Vivir la espiritualidad de lo pequeño: hay muchos signos pequeños en este panorama sombrío.

- Frente a la parálisis de la tristeza, el dinamismo misionero de la experiencia personal de que Cristo vive y es el Salvador, esperanza de tanta gente que, como Felipe, nos dice: “Queremos ver a Jesús”.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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