DiócesisHomilías Mons. Dorado

Renovar y vitalizar la devoción a la Virgen. Fiesta de la Virgen de la Victoria

Publicado: 08/09/2007: 933

1.- LA VIRGEN EN LA VIDA DE LA IGLESIA.

La Iglesia ha venerado a la Santísima Virgen María, Madre de Dios, con singular predilección desde los primeros siglos del cristianismo. Son testigos de esta especial devoción los textos litúrgicos, los escritos de los Santos Padres, los Concilios Ecuménicos, los templos dedicados a Nuestra Señora, el arte, las instituciones religiosas puestas bajo su protección. Pablo VI ha dicho que “la piedad de la Iglesia hacia la Santísima Virgen es un elemento intrínseco del culto cristiano” (MC, 56).

Nuestra diócesis tiene una devoción mariana muy arraigada, que constituye uno de los más preciados legados de nuestros mayores. Basta pensar en advocaciones marianas tan ligadas a la vida y la historia de Málaga.


2.- MARÍA EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN.

La significación y la importancia de María empieza a descubrirse en la Iglesia a partir de que constituye, según el Nuevo Testamento, su actitud fundamental, tal como es expresada en la exclamación de su prima Isabel: “Dichosa la que ha creído que se cumplirá lo que se ha dicho de parte del Señor” (Lc 1, 45). La grandeza de María reside en su fe, en la misericordia de Dios gratuitamente ofrecida y fielmente aceptada. Ya, desde este punto de vista, María es imagen ejemplar de la vida cristiana por su actitud creyente en el seguimiento de Jesús: “La Virgen María ha sido propuesta siempre por la Iglesia a la imitación de los fieles porque, en sus condiciones concretas de vida, Ella se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios; porque acogió la Palabra y la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y el espíritu de servicio; porque fue la primera y más perfecta discípula de Cristo: lo cual tiene un valor universal y permanente” (MC, 35). La piedad hacia la Madre del Señor es ocasión de crecimiento en la vida de fe y en la asimilación de los rasgos espirituales de Cristo y de las virtudes evangélicas.

Pero María, en la conciencia de la Iglesia, no es sólo modelo de creyente; cumple también una misión en la historia de la salvación. No es sólo un miembro eminente de la Iglesia, sino que también es figura de la Iglesia. No solamente fue personalmente testigo de la GRACIA, como la primera persona humana en la que el proyecto de Dios se ha logrado totalmente sino que además tiene un significado permanente en la historia de la Salvación, aunque está subordinada y al servicio de la acción de Jesucristo. María no sólo creyó y acompañó los pasos de Jesús, María participó en la realización de la salvación y María, como Madre del Señor, acompaña materialmente el camino de los hombres. Ésta es la fe de la Iglesia.
3.- NI FALSA EXAGERACIÓN NI EXCESIVA MEZQUINDAD.

El Concilio Vaticano II, al exponer la naturaleza de la Iglesia, reconoció que para coronar su obra era necesario volver los ojos a María, afirmando su singular función de Madre de todos los discípulos de Cristo, de modelo insuperable de la Iglesia y de intercesora poderosa ante Dios. Por ello recomendó encarecidamente el fomento de la devoción a María, purificándola cuidadosamente “tanto de toda falsa exageración, como de una excesiva mezquindad del alma al tratar la singular dignidad de la Madre de Dios…”, advirtiéndonos que la verdadera devoción “procede de la fe auténtica, que nos induce a reconocer la excelencia de la Madre de Dios, que nos impulse a un amor filial a nuestra Madre y a la imitación de sus virtudes” (LG, 67).


4.- CONOCIMIENTO MÁS PROFUNDO.

Nuestro amor a la Virgen María ha de expresarse en el deseo de llegar a un conocimiento más cabal de su persona, de su papel en la historia de la salvación, de sus actitudes de fe que debemos imitar y de la forma que debe revestir el culto mariano para hacer más cercana y querida a nuestra Madre y para que Ella nos lleve a una conversión al Evangelio. La devoción a María debe cimentarse sobre bases sólidas como la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia. En estas fuentes se encuentra toda la orientación necesaria para honrarla sin cometer excesos ni incurrir en deficiencias que oscurecen el culto a la Virgen y perjudican la vida cristiana de los fieles.

El Concilio Vaticano II ha denunciado la “vana credulidad” y el “sentimentalismo estéril y pasajero” que se observan en ciertas manifestaciones de devoción a María y que no están en armonía con la fe católica. No es signo de buen espíritu basar la devoción  mariana en sentimentalismos folklóricos y mucho menos sobre supuestas apariciones y mensajes a videntes.

Queremos renovar nuestra pastoral diocesana intensificando unas líneas de acción fundamentales en conformidad con las exigencias del Evangelio y de la nueva situación histórica de neopaganismo que estamos viviendo en España y en Europa y que nos exige como tarea prioritaria el fortalecimiento de nuestra fe y la transmisión de la fe a los no creyentes. En este esfuerzo de renovación eclesial no debemos perder de vista el único modelo perfecto: María es el prototipo de la Iglesia y el ejemplo de vida evangélica de los discípulos de Cristo.

En María, que camina con la Iglesia contemporánea acompañándola con su mediación eficaz, encontramos una ayuda, un estímulo y un ejemplo de extraordinario valor para ser fieles al Evangelio y a la persona de Jesucristo. El fundamento de la fuerza pastoral de la devoción a la Virgen está en su misión maternal, que conduce a sus hijos a vencer con enérgica determinación el pecado; en la santidad ejemplar de María, que impulsa a los fieles a reproducir en su vida las grandes virtudes evangélicas de la fe, la obediencia generosa, la humildad sencilla, la caridad solícita, la fortaleza en el dolor y en la piedad hacia Dios. Con mucha frecuencia, en el origen de las grandes respuestas pastorales de la Iglesia a través de la historia, encontramos personas impulsadas por un profundo amor a la Virgen. “Un aspecto característico de la Evangelización en España es la profunda vinculación a la figura de María. Por medio de Ella, a través de muy diversas formas de piedad, han llegado a muchos cristianos la luz de la fe de Cristo, Hijo de Dios y de María. Y cuantos cristianos viven hoy también su comunión de fe eclesial sostenida por la devoción a María, hecha así columna de esta fe y guía segura hacia la salvación” (Juan Pablo II, en su visita a Zaragoza).


5.- INVOCACIÓN A NUESTRA SEÑORA.

Termino esta reflexión sobre nuestra Madre con una invitación a la oración en este día en que conmemoramos la fiesta de su cumpleaños y la celebración de nuestra Patrona.

María vive gloriosa en el Cielo en estrecha comunión con Dios nuestro Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo. Bajo su protección  ponemos la vida de nuestra Iglesia diocesana de Málaga y le pedimos que nos ayude a discernir los signos de los tiempos, a buscar sinceramente la Verdad y a ser dóciles al Espíritu Santo en nuestro Proyecto Pastoral de “Fortalecer y transmitir la fe”:

“Alcánzanos, Señora, los dones del Espíritu:
• entender a Dios,
• saborear su ciencia,
• acertar en el camino,
• a ser fuertes en nuestra fe,
• amar sin diferencias.

Haznos fieles a la palabra eterna de tu Hijo:

• pobres de espíritu por el Reino de los Cielos,
• mansos para hacer la tierra nueva,
• que aprendamos a llorar con los que lloran por tener consuelo,
• justos, misericordiosos,
• limpios de corazón,
• constructores de paz,
• para ver a Dios contigo. Amén”.

Y hacemos nuestra la oración del Beato Manuel González, que fue Obispo de nuestra diócesis:

“Madre nuestra, una petición: ¡que no nos cansemos!
¡Nada de volver la cara atrás!
¡Nada de cruzarse de brazos!
¡Nada de estériles lamentos!
Mientras nos quede una gota de sangre que derramar,
unas monedas que repartir,
un poco de energía que gastar,
una palabra que decir,
un aliento de nuestro corazón,
un poco de fuerza en nuestras manos o en nuestros pies,
que puedan servir para dar gloria a Él y a Ti,
y para hacer un poco de bien a nuestros hermanos,
¡Madre mía!, por última vez:
¡morir antes que cansarnos”.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

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