DiócesisHomilías Mons. Dorado

Festividad de Nuestra Señora de la Merced

Publicado: 22/09/2006: 900

Centro Penitenciario de Alhaurín de la Torre

La Fiesta de la Merced es un día especial dentro de la rutina de la cárcel. Para los creyentes, María, la Virgen de la Merced, es la figura de un rostro amable, cariñoso, consolador, que suaviza las penas y pone bálsamos en las heridas que todos llevamos. También vosotros.

El Santo Evangelio y nuestra Fe nos enseñan que María de Nazaret, una mujer pobre nacida en Nazaret hace más de 2000 años, es la Mujer creyente, la más buena y más feliz de todas las criaturas.

Los mismos Evangelios nos dicen que de la Virgen María nació Jesús, el Hijo de Dios, para hacernos a nosotros hijos de Dios y, por tanto, libres y dignos de todo respeto como personas humanas e hijos de Dios. Libres: ¡cómo resuena esta palabra en la cárcel! Deseáis la libertad, esperáis, buscáis la libertad. Los que venimos aquí y otros muchos sintonizamos con vuestros deseos y quisiéramos ayudaros dentro de lo que es justo y garantiza la seguridad de todos los ciudadanos y la vuestra.

Os recuerdo también que, además de procurar la libertad exterior, hemos de buscar la libertad interior de todas nuestras esclavitudes. Las tenemos los que vivimos fuera y las tenéis los que vivís dentro. Libres y dignos de todo respeto sois personas, sois hijos de Dios. Ni vuestro pasado ni vuestra situación presente nos autoriza a nadie a perderos el respeto que os debemos como personas ni a negaros el amor que os debemos como hijos de Dios. Hemos recordado y recordamos respetuosamente a las autoridades de los distintos gobiernos que las cárceles deben ser edificios dignos, que no deben estar superpobladas. Hemos recordado a los jueces que han de trabajar diligentemente y con humanidad para que no se eternicen vuestras causas. Hemos pedido a los funcionarios a vuestro cargo toda la humanidad que es posible dentro de una prisión. Hemos recordado a la sociedad que no podemos olvidaros y  dejar de sentir la preocupación por vosotros. Nos hemos recordado a nosotros mismos que no podemos ser cristianos y olvidaros.

Por eso hay en muchas parroquias y comunidades cristianas grupos que se ocupan y preocupan por vosotros. Por eso están plenamente a vuestro servicio los capellanes. Por eso hay un numeroso grupo de voluntarios que os acompañan con frecuencia.

Os recuerdo también a vosotros que habéis de respetaros unos a otros, evitando marginar a nadie, engañar a nadie ni abusar de nadie.

El Evangelio de San Juan nos presenta a la Virgen María al pie de la Cruz de su Hijo, pero padeciendo con Él, llena de una compasión inmensa. Ella vivió en su corazón la Pasión que el Hijo vivió en su Cuerpo. No penséis que a Ella le es indiferente vuestra situación humana. Siente por vosotros y por nosotros una compasión semejante a la que sintió por su Hijo. Y nos enseña a todos a tener verdadera compasión por todos los crucificados de la tierra.

Os sugiero a todos vosotros que tengáis una mirada de afecto y de cariño hacia la Virgen de la Merced. Pedidle que os ayude a curaros de las heridas de vuestro cuerpo y de vuestra alma. Que os ayude a rehacer vuestra vida por los caminos de la honradez, de la responsabilidad y de la honestidad. Que Ella os enseñe a nacer de nuevo a una vida en la que la amistad, el amor, el trabajo, el respeto a todos, ocupen un puesto importante.

Vosotros mismos veis no sólo vuestro sufrimiento, sino el de vuestros compañeros de celda o de sección. Sed sensibles también a ellos.

En la vida todos necesitamos ser de vez en cuando consolados. En la cárcel todos necesitamos con frecuencia ser consolados. Pero podéis también consolar a otros, tal vez más afligidos que vosotros.

Tenéis el deber de consolar a otros y de consolaros mutuamente. Que esta fiesta y esta Misa os sirvan de consuelo.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo