DiócesisHomilías Mons. Dorado Misa exequial por la madre del diácono permanente D. Emilio Martín Flores Publicado: 07/09/2008: 1409 Textos: Jn 11, 17-27 1.- El Evangelio de San Juan que hemos escuchado nos cuenta la resurrección de Lázaro, hermano de Marta y María. Se trata del último gran “milagro” y “signo” realizado por Nuestro Señor Jesucristo, tras el cual los sumos sacerdotes decidieron matar al mismo Lázaro, que era prueba evidente de la divinidad de Cristo, Señor de la vida y de la muerte. En realidad esta página del Evangelio muestra a Jesús como verdadero hombre y verdadero Dios. Ante todo, el evangelista Juan destaca la gran amistad del Señor con Lázaro y con sus hermanas, Marta y María. Subraya que Jesús les “amaba” y por eso quiso realizar este prodigio: “Nuestro amigo, Lázaro, duerme, pero voy a despertarle”, dijo a sus discípulos, expresando en la metáfora del sueño el punto de vista de Dios sobre la muerte física: Dios la ve como un sueño, del que se puede despertar. Jesús demostró su poder absoluto ante la muerte: puede verse cuando devolvió la vida al joven hijo de la viuda de Naím (Lc 7, 11-17), y a la niña de 12 años (Mc 5, 35-43). De ella dijo expresamente: “No ha muerto, está dormida” (Mc 5, 39), provocando la burla entre los presentes. Pero es precisamente así: la muerte del cuerpo es un sueño del que Dios nos puede despertar en cualquier momento. 2.- Este señorío sobre la muerte no impidió a Jesús experimentar “compasión” por el dolor de la familia. Viendo llorar a Marta y María, y a cuantos habían venido a consolarlas, también Jesús “se conmovió interiormente, se turbó y se echó a llorar” (Jn 11, 33-35). El Corazón de Cristo es divino-humano. Él es la imagen, más aún, la encarnación del Dios que es amor, misericordia, ternura paternal y maternal, del Dios que es Vida. Por este motivo declaró solemnemente a Marta: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que cree en mí no morirá jamás”. Y añadió: “¿CREES ESTO?” (Jn 11, 27). Una pregunta que Jesús nos dirige a cada uno de nosotros; una pregunta que ciertamente supera nuestra capacidad de comprensión y nos pide que nos encomendemos a Él, como Él se encomendó a su Padre. 3.- La respuesta de Marta es ejemplar: “Sí, Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que había de venir al mundo” (Jn 11, 17). Sí, Señor, también nosotros creemos, a pesar de nuestras dudas y nuestras oscuridades; creemos en ti, porque Tú tienes palabras de Vida Eterna; queremos creer en ti, que nos das una esperanza fiable de Vida más allá de la vida, de Vida auténtica y llena en tu Reino de Luz y de Paz. Encomendemos nuestra oración por la madre de Emilio, especialmente en estos momentos de dolor, de prueba y de dificultad. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Misa exequial por la madre del Rvdo. D. Antonio ArizaMisa exequial en la muerte de Toñi (esposa de D. Francisco José González) Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir