DiócesisHomilías Mons. Dorado

Miércoles de Ceniza

Publicado: 06/02/2008: 1061

“Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico, por vosotros se hizo pobre” (2 Cor 8, 9).

1.- Esta frase de la carta del apóstol San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto, es el título que ha puesto el Papa Benedicto XVI, en su Mensaje para la Cuaresma de 2008, dirigido a toda la Iglesia.

Un precioso Mensaje que os resumo brevemente en esta celebración del Miércoles de Ceniza.

“La Cuaresma –nos dice el Papa- nos ofrece una ocasión providencial para dos cosas:

1). para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y

2). para descubrir la misericordia de Dios, y para que lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos”.


2.- Como nos dice el Evangelio que hemos proclamado, el tiempo cuaresmal nos propone a los cristianos unos compromisos específicos que nos acompañan en el proceso de conversión y renovación interior, que son la oración, el ayuno y la limosna.

En su Mensaje Cuaresmal de este año, el Papa nos invita a reflexionar sobre la práctica de la limosna que “representa una manera concreta de ayudar a los necesitados, y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales”, y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. “Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aún antes que un acto de caridad”.

El Evangelio nos indica una característica típica de la limosna cristiana; tiene que ser secreta: “que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, dice Jesús. “Así tu limosna quedará en secreto” (Mt 6, 3-4).

La preocupación del discípulo es que todo vaya a mayor gloria de Dios, como Jesús nos enseña: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos” (Mt 5, 16).


3.- “La limosna evangélica –dice el Papa- no es simple filantropía; es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y a los hermanos, a imitación de Jesucristo que, muriendo en la cruz, se entregó a sí mismo por nosotros”.

4.- Invitándonos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material, la Palabra de Dios nos enseña que “hay mayor felicidad en dar que en recibir” (Hch 20, 35). “Cada vez –continúa el Papa- que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado, experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición, en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría. Y San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna, el perdón de los pecados. “La caridad –escribe- cubre multitud de pecados” (1 Pe 4, 8)”.


5.- “La limosna –añade el Papa- educa a la generosidad del amor”.

San José Benito Cottolengo, el gran apóstol de los más pobres, solía recomendar: “Nunca contéis las monedas que dais, porque os digo siempre: si cuando damos limosna, la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo”.

“Es significativo al respecto –nos dice el Papa- el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el cepillo del templo “todo lo que tenía para vivir” (Mc 12, 44). Su pequeña e insignificante moneda se convierte en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee, sino lo que es. Toda su persona”.

La Cuaresma nos invita a crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo, también mediante la práctica de la limosna.

Que María, Santísima Madre del Señor y madre nuestra, nos ayude a prepararnos en esta Cuaresma con el ayuno, la oración y la limosna, para llegar a la celebración de las Fiestas de Pascua renovados en el Espíritu.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo