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La Iglesia Católica y la donación de órganos

Publicado: 06/06/2007: 1200

Eucaristía con motivo del Día de los Donantes de Órganos
Iglesia del Sagrario de la S.I. Catedral

El primer miércoles de junio se celebra en toda España el Día de los Donantes de Órganos.

Con esta Misa de acción de gracias, queremos recordar ante Dios a los seres queridos que marcharon a su encuentro y cuyos órganos han permitido seguir viviendo a personas enfermas que se han beneficiado de su generosidad. Las familias de los donantes, cuyo dolor por la pérdida de un ser querido no es fácil mitigar, tienen la oportunidad de reavivar su fe y su esperanza al conmemorar la muerte y la Resurrección del Señor.

La Iglesia Católica respeta la libre decisión de sus hijos. Son muchos los que han tomado la decisión de hacerse donantes; y ella alaba este gesto de fraternidad profunda para con las personas desconocidas que necesitan un trasplante para vivir. Otras no se han planteado nunca esta cuestión y las anima a que lo hagan. Hay casos en que es la familia quien tiene que tomar la decisión ante una muerte inesperada, que no permite conocer la voluntad de la persona fallecida.

Sin que mis palabras supongan ningún tipo de censura a los que encuentran reparos para donar los órganos, me parece admirable la decisión de donar aquellos que puedan aliviar los sufrimientos de otros. Pues, como dijo Juan Pablo II, “cada órgano trasplantado tiene su origen en una disposición de gran valor ético: la decisión de dar sin contrapartidas parte de nuestro cuerpo para la salud y el bienestar de otra persona”. Es una forma delicada y anónima de practicar la caridad evangélica con los más necesitados.

Según los expertos, gracias al desarrollo de la ciencia, en torno al 80 por ciento de los trasplantes tienen resultados positivos; lo que supone un argumento más para ser donante y para donar los órganos de los familiares fallecidos que no hayan manifestado de algún modo su voluntad contraria.

La legislación vigente en España garantiza tanto el anonimato del receptor como la más mínima apariencia de mercadeo y de privilegios en cuestiones tan delicadas.

Como Obispo felicito a todas las personas encargadas de esta hermosa actividad y su iniciativa de haber publicado una guía de ayuda a estas familias, con una información a la vez rigurosa y sencilla, para responder con claridad a las cuestiones que nos hacemos con frecuencia los profanos y que presenta algunos testimonios espléndidos de donantes y receptores de órganos.

Para quienes creemos en la Resurrección de Jesucristo y en la vida eterna, y vivimos la vida como un regalo de Dios, donar una parte del propio cuerpo para que otro pueda seguir viviendo, especialmente cuando se trata de los órganos de una persona que ya ha fallecido, no sólo no se opone a nuestra fe, sino que es una manifestación muy hermosa de que han calado en nuestro corazón las enseñanzas de Jesucristo que nos invita a darnos y a dar la vida por el otro.

Con estas reflexiones quiero animar a los católicos malagueños a favorecer sin reservas la donación de órganos siempre que se respeten las condiciones técnicas y morales requeridas, como afortunadamente se hace entre nosotros.

Es una forma nueva y eficaz de practicar el amor fraterno y de aliviar el sufrimiento de muchos hermanos enfermos o amenazados de muerte. Un ejemplo admirable de los incalculables recursos que Dios ha puesto en la naturaleza y de lo mucho que la ciencia y la fraternidad pueden conseguir a favor de la vida.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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