DiócesisHomilías Mons. Dorado

Fiesta de la Encarnación

Publicado: 25/03/2007: 1377

Domingo V de Cuaresma
S.I. Catedral

1.- Iniciamos esta reflexión con una plegaria de la Iglesia:

“Colma, Señor, en tus siervos los deseos de conocer el misterio admirable de la Encarnación de tu Hijo”. (Oración Colecta del lunes II de Adviento).

Pedimos con insistencia la luz del Espíritu porque la Encarnación fue por obra del Espíritu Santo.

La Encarnación reclama nuestra admiración.


2.- Agradecer la Encarnación: un movimiento que surge de la contemplación de la Encarnación es la gratitud. La gratitud va surgiendo cuando nos detenemos ante el Don de la Encarnación y caemos en la cuenta de quien la realiza.

2.1. Los protagonistas:

En primer lugar está el Padre, que se auto-revela como “Padre misericordioso”, como lo reconoce María. Dios se acerca a nosotros, nos visita. Dios se nos “auto-entrega” en Cristo. Dios es el protagonista.

Os invito a fijaros también con detención en Jesús. En la carta a los Hebreos se nos describe la entrada de Jesús en el mundo con estas palabras: “Vengo a hacer tu voluntad”. Aquí estoy. Obediencia hasta morir. Dejémonos sorprender por la obediencia de Cristo. Se nos da libremente.

Y la memoria agradecida se detiene en el Espíritu Santo: “por obra y gracia del Espíritu Santo”.

La Encarnación es obra de la Trinidad y es preciso acercarse también con gratitud a Santa María Virgen, “llena de gracia” y “esclava” obediente a la Palabra de Dios; desea ardientemente que se realice el proyecto salvador del Señor.

Estos fueron los protagonistas. Para ellos nuestro recuerdo lleno de gratitud y admiración.

2.2. Os invito también a oír las primeras voces que manifestaron los sentimientos de gratitud por la Encarnación.

Escuchamos a:

Santa Isabel (Lc 1, 39-45).
María (Lc 1, 46 ss.), y
el que estuvo mudo: Zacarías (Lc 1, 69-79)

En todos ellos:

a). La primera actitud es la admiración, no el compromiso: “Es un Don de Dios que les mueve a decir `gracias´”. No se puede amar más ni más intensamente.

b). El segundo momento es acoger el Don. Lo primero que Dios me pide no es que le ame yo, sino que me deje amar.

c). Un tercer modo de agradecer la Encarnación es reconocer y respetar la grandeza del hombre. Así lo canta María: “El Señor hizo en mí maravillas”.

San Juan de Ávila vivió con admiración incontenida este misterio. En él “resplandece la omnipotencia de Dios y su sabiduría en juntar dos tan distantes extremos, como Dios y el hombre, en unidad de persona”.

Es una Fiesta para la memoria agradecida y para la esperanza, que engendra alegría.

 

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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