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Eucaristía por el guardia civil D. Juan Manuel Piñuel Villalón asesinado por ETA

Publicado: 29/05/2008: 1013

1.- El último asesinato de ETA, que ha tenido como víctima a D. Juan Manuel, un hombre bueno y servicial, ha llenado de indignación, de pena y honda preocupación a todos los malagueños y malagueñas y a la inmensa mayoría de la sociedad española.

La Iglesia Catedral, templo principal de la diócesis, y que significa de modo especial la presencia de Jesucristo Resucitado y de la comunidad de fe que constituimos los cristianos, nos acoge esta tarde, llenos de mucho dolor, de indignación y también con las preguntas que recibimos con frecuencia: ¿hasta cuando?, ¿por qué?, ¿qué nos debemos decir para no derrumbarnos moralmente y contemplar el futuro sin escepticismo ni desconfianza?

La Eucaristía que estamos celebrando, en un ambiente de fe y de respetuoso silencio, es para los creyentes un momento de intensa oración, de recibir la Palabra de Dios, que anima la esperanza en las circunstancias inexplicables, y para los no creyentes ocasión de vivir el noble sentimiento de la solidaridad ante el sufrimiento intenso de una familia y de todos los miembros del Benemérito Cuerpo de la Guardia Civil.


2.- Sentimientos de condena y dolor. Nuestro primer sentimiento humano y cristiano es de total condena. La Palabra de Dios nos hace llegar la denuncia de Juan Bautista: “No te es lícito”. También nosotros decimos con claridad y sin ninguna matización: “No os es lícito…”. Y no sólo en nombre del Evangelio, sino en nombre del más elemental derecho a la vida: “no es lícito quitar la vida”.

En medio de la crisis de valores que vive nuestra sociedad, hay que proclamar con total claridad y gritar sin cansarnos: no tiene justificación quitar la vida a un semejante.

Nuestro grito, desgraciadamente, es muy probable que no cambie las actitudes de los que matan, pero sí es necesario que enraíce convicciones en nosotros que no nos hagan dudar en ninguna circunstancia. Queremos alejar todo atisbo de pasividad contraria al Evangelio, ante la brutal dictadura del miedo y la impotencia a la que quieren someternos un grupo detestable y asesino.

Condena y dolor por el asesinato de Juan Manuel. Nuestro dolor se hace más intenso porque vemos sufrir a una esposa y a un hijo pequeño. Necesitamos que alguien nos diga una palabra de salvación y de consuelo. En la Primera Lectura, que hemos proclamado, del Libro de la Sabiduría, se nos brinda esta Palabra de Dios:

“La gente insensata pensaban que morían… pero ellos están en paz”.

En medio del dolor intenso y de las muchas lágrimas, Juan Manuel está en la Paz de Dios. Trabajó por la paz y por el bienestar de sus conciudadanos. Ahora vive la paz de Dios. La paz que, en sentido bíblico, significa la armonía del hombre con Dios, con los semejantes y consigo mismo. En la Paz. Para él ya no hay muerte, ni llanto, ni dolor. Ha recibido el regalo de la Paz intensa y para siempre. La mejor condecoración. La Paz del gesto de ternura de Dios, en quien ha creído y con el que se ha encontrado.

La proclamación del Evangelio nos ha repetido: “Bienaventurados los que trabajan por la paz. Ellos la reciben de Dios”.


3.- “Dichosos los no violentos… los que lloran… los perseguidos por causa de la justicia”.

Las Bienaventuranzas manifiestan el espíritu del Evangelio. Ante el cadáver de nuestro hermano, del Guardia Civil asesinado, las Bienaventuranzas nos ayudan a descubrir que aquello por lo que ha dado la vida merece la pena y nos estimula a nosotros también a vivir, desde la fe en Jesucristo, un talante y un espíritu que es el que supone la mayor fortaleza.

Queremos comprometernos, junto al Señor, a seguir trabajando para conseguir una civilización del amor y de la paz, equipando nuestro corazón con el coraje y la valentía del Espíritu y desarmándolo de todo sentimiento destructor de odio y de venganza, sin renunciar a ninguna de las exigencias de la justicia.

Permitidme una palabra de ánimo a todos los que queréis servir al bien común desde la gestión política y las fuerzas del orden y de la seguridad. Reafirmad vuestra decisión de ser servidores de la sociedad. Tenéis hoy, de forma especial, nuestra comprensión, nuestro afecto y nuestra cercanía y nuestra oración.

Os invito a todos a vivir la celebración de la Eucaristía y a orar por el difunto, por su esposa e hija y toda su familia. Y pedirle a Dios que la muerte de Juan Manuel sea ocasión para hacernos mejores a todos.

Descanse en la Paz de Dios.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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