DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo XXVIII del Tiempo Ordinario. Ciclo C

Publicado: 14/10/2007: 1310

En el orden de la salvación todo es Gracia. No basta saberlo; la Palabra de Dios nos invita a vivirlo en consciente gratitud: “Sí y muchas gracias”.

Con el encuentro de los 10 leprosos empieza en San Lucas la última etapa del “Camino de Jerusalén”. Sobre la base de un hecho histórico, esta página es una lección de profunda espiritualidad, muy propia de la escuela de San Pablo: la de vivir en explícita gratitud la evidencia de que todo el bien que tenemos es Gracia.


1.- Diez leprosos piden y obtienen de Cristo la salud. Sólo uno le da gracias. Hay tres momentos en esta aleccionadora página de San Lucas:

a). La Fe suplicante (17, 11-13).
b). La Fe obediente (17, 14).
c). La Fe agradecida (17, 15-19).


2.- “Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros”. Camino de Jerusalén Jesús bordea el confín entre dos naciones enemistadas: Samaria y Galilea. Los peregrinos conmemoran en las afueras de Genón el encuentro de 10 leprosos: marginados de la sociedad, dolor en carne viva, execrados como “impuros”. Frente al inhumano puritanismo de sus contemporáneos, Jesús atendía a los leprosos. Aquellos leprosos sabían que no eran capaces de darse a sí mismos la salud. Y que no la podían esperar de nadie más que de Dios. Recurren a Jesús por instinto de Fe. San Lucas y sus primeros lectores veían en la lepra un signo impresionante de la humanidad que necesita de Dios y de su salvación.


3.- “Y mientras iban de camino quedaron limpios”. Respetuoso con lo instituido (Mc 5, 17), les ordena cumplir una disposición de la Ley de Moisés (Lev 4, 1-3). Van como si ya estuvieran limpios. Y en respuesta a su Fe obediente, el Señor les concede quedar limpios. El Señor es dueño de condicionar determinadas gracias de salvación a la fe sin orgullo con la que se aceptan sus condiciones.


4.- “Se postró a los pies de Jesús dándole gracias”. Y era precisamente un samaritano: hermano odiado que los israelitas vecinos rehuían como extranjeros. “Tu fe te ha salvado”. Preludio de la evangelización de Samaria a la que Lucas da peculiar relieve en los Hechos de los Apóstoles. Aquel samaritano fue agradecido. Cuando el bienhechor es Dios, el corazón arde en fe. San Lucas considera al samaritano como la imagen del creyente perfecto. Diciendo su Magnificat a Dios se postra en actitud de adoración a los pies de Jesús. Da gracias. Jesús le felicita: “Tu fe te ha salvado”. La fe es perfecta y la salvación es total. Y es, en cambio, significativa la queja del Señor: “Los otros, ¿dónde están?”. Ser cristiano es un diálogo de vida entre la Gracia del Señor y la Gratitud del que se siente salvado y redimido. Por eso es oportuna la reconciliación de San Pablo en la Segunda Lectura: “Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos: Él es nuestra salvación, nuestra gloria para siempre”.

Educado en la escuela de Pablo, para quien la teología de la Gracia fue experiencia vital, San Lucas escribe esta página para que sus lectores comprendan cómo desea Cristo que sus redimidos tengan siempre a flor de conciencia aquel “Gracias luminoso” que los transforma en testimonio de la Gracia de Dios.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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