DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo XI del Tiempo Ordinario. Ciclo C

Publicado: 17/06/2007: 1262

1.- Reanudamos la lectura semicontinua del Evangelio de San Lucas, interrumpida desde la Cuaresma. La de hoy es una de las páginas más conmovedoras del Evangelio: la pecadora a los pies de Cristo, en casa del Fariseo.

Un tema análogo es el que se nos narra en la Primera Lectura, tomada del Libro de Samuel,  que nos relata la conversión de David. Supone la precedente historia del pecado de adulterio del Rey. Historia que es un monumento de sinceridad. Sobre la confesión de David: “He pecado contra el Señor”, se compone más tarde el Salmo “Miserere”, la más entrañable expresión de la penitencia sincera y noble: “he pecado contra Dios”.


2.- El texto del Evangelio de San Lucas nos invita a reflexionar sobre un aspecto de la Salvación de Dios que nos afecta a todos: el perdón de los pecados.

Jesús está de paso en una pequeña ciudad de Galilea. Un fariseo le invita a comer.

San Lucas concentra la atención en tres personas: Jesús, el fariseo y la pecadora.


3.- Jesús, inmediatamente antes ha recordado que lo criticaban como “amigo de los pecadores”. Acepta la acusación y la transfigura: no “amigo de los pecadores para rebajarse al nivel de ellos, sino para elevarlos al nivel de Él”

Lucas evangelista había sido un pagano –muy culto- de buen corazón, que conoció y aprendió a Cristo en la experiencia de la Iglesia apostólica. Le fascinó la “Bondad activa” de Jesús. Y lo presenta como la presencia ardiente “del Dios que salva” en medio de los hombres. Cuando redactó el Evangelio puso toda su alma en las páginas que presentan al hombre concreto recibiendo de Cristo la Salvación”:

la historia de Zaqueo, la del “buen ladrón” en la Cruz, la del “Hijo pródigo”. La que hemos leído hoy es una de estas páginas en que San Lucas presenta a Jesús como “Salvador amigo de los pecadores”, quizá la más hermosa.


4.- El fariseo: obsequia al Maestro con deferencia (le invita a comer). Pero sin compromiso, sin afecto. Téngase presente que San Lucas, al escribir la historia evangélica, suele reflejar en sus personajes actitudes que él ha observado en la Iglesia o en el mundo de su tiempo. Podemos decir que en el fariseo Simón pinta los rasgos del cristiano que “cumple” pero que “no ama”. El Señor le amonesta “con ironía”. La frialdad con que lo trata da a entender bien que en poco ha tenido que ser perdonado. En la imagen del fariseo no describe precisamente a los que tienen menos “cantidad” de pecado, sino a los que tienen adormecida la gratitud por la salvación.

El orgullo espiritual puede acabar de extinguir su “poco amor”.


5.- El tercer personaje es la pecadora. Discretamente San Lucas no dice su nombre ni añade dato alguno personal. El evangelista recoge el hecho histórico de una pecadora pública que manifestó con  gran “énfasis” su CONVERSIÓN a los pies de Jesús. Y eleva su gesto a expresión y signo del momento en que el pecador recibe de Jesucristo la gracia infinita del Amor de Dios hecho PERDÓN.

Sobre esta Gracia, explicando el gesto ejemplar de la “pecadora-convertida”, Cristo da al fariseo una lección de Catecismo.

Termina pronunciando la absolución, ante el asombro de los comensales: “Tu Fe te ha salvado”. La fe de que habla San Pablo en la Segunda Lectura (Gál 2, 16-21).

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo