DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo VI de Pascua. Ciclo A

Publicado: 27/04/2008: 1752

Domingo VI de Pascua

Ciclo A. Año 2008


1.- El texto del Evangelio está tomado, como el del Domingo pasado, de la primera parte del Sermón de la Última Cena: es una conversación de intimidad de Jesús con sus discípulos la víspera de su muerte en la Cruz. La Primera Lectura, del Libro de los Hechos de los Apóstoles, resume la historia de la primera evangelización de Samaria. Y la Carta de San Pedro da consejos de serenidad cristiana y de esperanza en tiempo de persecución: es la Segunda Lectura.


2.- En el Evangelio Jesús se despide de sus discípulos. Se va a la Casa del Padre. Pero les asegura que volverá con ellos para siempre; invisible a los ojos, evidente por la fe en el corazón. Juan evangelista escribe estas palabras meditadas durante más de medio siglo, para infundir a los cristianos de su Iglesia, y a los cristianos de siempre, el “sabor de la presencia de Cristo”. Está en medio de nosotros el mismo Jesús de Nazaret y de Jerusalén, transfigurando nuestra fraternidad –la Iglesia- en la Casa del Padre. Para ello nos comunica el Espíritu Santo, que aparece en todos los textos del día.

La venida del Espíritu Santo es un acontecimiento de importancia capital: puede decirse que es el fin de toda la Encarnación y la Redención. Jesús dice en el discurso que siguió a la Cena: “Yo se lo pediré al Padre y os dará otro Defensor para que esté siempre con vosotros el Espíritu de la Verdad”.

Dentro de quince días –el Domingo de Pentecostés- celebraremos una vez más la Venida del Espíritu Santo, que es el Amor sustancial de Dios, que el Padre ha regalado por Cristo al corazón de la Iglesia para que la Iglesia lo haga suyo propio. Dice que “el mundo no lo pude recibir”. Juan evangelista llama convencionalmente “mundo” a los que con clara advertencia y voluntad se cierran a la fe. Cerrar los ojos para afirmar que la Luz no existe. Porque fe es mantener abierto el corazón y la inteligencia al “Espíritu de la Verdad”, que es “Dios mismo viniendo a nosotros”. Se le llama Paráclito, o sea, el que para siempre está junto a nosotros para aconsejar, dirigir, defender y consolar.


3.- “Aquel día comprenderéis que Yo estoy en mi Padre y vosotros en Mi y Yo en vosotros” (vers. 20). Esas palabras son el preludio de la llamada “Oración sacerdotal”, que llena todo el capítulo 17 del Evangelio de San Juan, y contiene la más profunda Teología de la Iglesia, que los cristianos deberíamos meditar muchas veces. “Estar en Cristo y Cristo en nosotros”, es la sublime experiencia de la vida cristiana según San Juan (Jn 15, 1-17).

“Participando de la filiación divina” (1 Jn 3, 1-3), estamos con Él en “nuestro Padre”. Dicen que la más alta conquista de la inteligencia es llegar a comprender que Dios vive en nosotros. Y la más honda sabiduría consiste en sentir y gustar que nosotros vivimos en Dios.
4.- Jesús dice también al comienzo de nuestro relato evangélico: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”. Y al final añade: “Quien acepta y guarda mis mandamientos, ese sí que me ama”. Amar a Cristo y guardar sus mandamientos son pura identidad. Y los “mandamientos” de Jesús se significan todos en el de la “caridad fraterna”.

Amar así a Cristo nunca será éxito personal ni fruto de nuestro esfuerzo, sino aceptación obediente y activa del amor que nos da el Padre en el Espíritu Santo.

Recapitulando, podemos decir que el fruto de la muerte y Resurrección de Jesús para cada uno de sus discípulos y para todos y cada uno de nosotros, es la “más íntima presencia personal activa –“inhabitación”- de Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo”.

En este Domingo se nos invita a pensar en la gran Fiesta de Pentecostés, ya próxima (dentro de dos semanas), con un gran fervor, con una gran expectación, porque el Señor nos prepara siempre gracias preciosas, no sólo para nosotros mismos, sino también para todas las personas con las que entramos en contacto (= los samaritanos, como dice la Primera Lectura) y a las que debemos comunicar esperanza cristiana.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

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