DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo de Resurrección. Ciclo C

Publicado: 08/04/2007: 1077

S.I. Catedral

1.- El mensaje pascual puede condensarse así: “el Crucificado el Viernes Santo, ha resucitado. Vive para siempre en Dios. Y porque vive tenemos abierto el acceso a Dios al final de nuestra vida mortal. No estamos condenados a perdernos en la nada, sino a reencontrarnos definitivamente con Dios. Vive en la comunidad de los creyentes, cuidándola como Buen Pastor, alimentándola con su Palabra y su Eucaristía. Vive también en toda la familia humana. Su Resurrección es en el mundo y en la historia humana un fermento activo que genera verdadera libertad, auténtico amor, genuina alegría”.


2.- Creer en la Resurrección no consiste sólo en aceptar que Jesús está vivo. Es también creer que, porque ha resucitado, algo grande y nuevo le ha pasado a nuestro mundo:

• El mal sigue existiendo, pero, porque Jesucristo ha resucitado, el bien es más fuerte que el mal.

• La mentira sigue existiendo, pero la verdad es más fuerte que la mentira.

• La esclavitud sigue existiendo, pero la libertad es más fuerte que la esclavitud.

• La violencia sigue existiendo, pero la mansedumbre es más fuerte que la violencia.

• La guerra sigue existiendo, pero la paz es más fuerte que la guerra.

• El pecado sigue existiendo, pero la gracia es más fuerte que el pecado.


3.- ¿No contradice la experiencia esta afirmación de nuestra fe?

¿No son más poderosas el hambre en el mundo, las guerras interminables, la injusta distribución de las riquezas del planeta?

¿No proliferan también entre nosotros:

- la esclavitud de la droga,
- el envilecimiento de la sexualidad,
- el escandaloso consumismo del primer mundo, indiferente al tercero,
- el eclipse de la ética personal y,
- el individualismo insolidario,
- el gran vacío de Dios en la vida de muchos de nuestros conciudadanos?
4.- Los creyentes no somos unos soñadores que confundimos la realidad con nuestros deseos. No nos refugiamos en un mundo imaginario. Sabemos que todo eso existe en nuestro mundo.

Pero la fe orienta nuestra mirada para descubrir el bien que existe en este mundo, al que Dios ha amado hasta el punto de entregarle a su propio Hijo.

• Apreciamos los esfuerzos de muchas personas e instituciones para ir erradicando el hambre.

• Observamos un clima social cada vez más contrario a las guerras.

• Registramos entre nosotros una “saludable mala conciencia” respecto a la pésima distribución de los recursos.

• Somos más activamente conscientes de los estragos de la droga, de las consecuencias del abuso de la sexualidad, de las consecuencias de la crisis de la ética, de la infelicidad y soledad que provoca el individualismo, de la inhumanidad que genera la expulsión de Dios de nuestra vida.

• Y, sobre todo, comprobamos cada día que la “bondad, el amor, la ternura, la generosidad, el hambre de justicia y de paz, el sentido de Dios, nacen y renacen cada día en millones de personas de todos los rincones del mundo”.


5.- Todos estos indicadores positivos pueden ser más tenues que los indicadores negativos. Pero nuestra Fe nos revela que llevan dentro de sí el marchamo del Resucitado. No solamente son fruto de la Resurrección, son también promesa de que el mal en todas sus formas está destinado a ser doblegado, superado, porque JESUCRISTO HA RESUCITADO. Puede incluso encresparse más, pero al final de la historia Dios acabará ganando.


6.- Confiar en la victoria sobre el mal al final de la historia puede encerrar, sin embargo, la tentación de adormecernos y caer en la pasividad a la hora de enfrentarnos mansamente con el mal a favor de la persona humana. La fuerza de la Resurrección, introducida en el mundo, ha querido necesitar de nuestra firme decisión. Allí donde hay un creyente en el Resucitado debe existir un neto colaborador de este noble combate que defienda al ser humano y lo abra a Dios.

Creer en la Resurrección comporta comprometerse con el Resucitado en su tarea de humanizar y evangelizar nuestro entorno. Creer no es sólo comprometerse, pero es también comprometerse.


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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