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Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Clausura de curso centros de formación diocesanos

Publicado: 30/05/2008: 1123

Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús

Clausura del Curso Académico del Seminario, del Instituto Superior de Ciencias Religiosas y de la Escuela de Agentes de Pastoral

1.- El Evangelio de Jesucristo, y por consiguiente la finalidad de nuestros centros de formación teológica y pastoral, consiste en descubrir que Dios nos ama y nos salva. No porque nosotros seamos buenos o porque honremos su nombre. Nos ama porque Él es infinitamente bueno y nos ha dado la vida haciéndonos hijos suyos. Pero a los hombres no nos resulta fácil aceptar esta verdad que nos salva.

Es frecuente que personas muy buenas y versadas en la fe cristiana, digan que lo nuclear del Evangelio consiste en “amar a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”. De esta manera confunden el Evangelio con el primer mandamiento del cristiano y olvidan que en la relación entre Dios y el hombre, es Dios quien va por delante. Y antes de hablarnos de mandamientos nos proclama la Buena Noticia del Amor de Dios al hombre. Dios nos ama y nos ama primero.


2.- Tal es el sentido de la Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, que celebramos hoy con toda la Iglesia.

El “corazón” es un símbolo que evoca lo más profundo del Señor: su amor incondicional a todos los hombres. Un amor que le impulsó a crear al hombre y a la mujer y a crear los cielos y la tierra, a embellecerlos con toda clase de animales y de plantas y a hacer a todos nosotros “hijos suyos”, creados a su imagen y semejanza.

Este amor se nos ha manifestado en Jesucristo, que se hizo hombre verdadero para mostrarnos el rostro amoroso de su Padre. Jesús tiene un corazón grande y misericordioso, que quiso compartir nuestra existencia y pasó por el mundo haciendo el bien. Se acercó a los pobres, a los pisoteados, a los leprosos y a todos los excluidos. Y rubricó con su muerte en la Cruz este amor incondicional a Dios Padre y a todos los hombres, sus hijos.


3.- En el capítulo 8 de la Carta a los Romanos, hablando de su propia experiencia, San Pablo concluye con un himno apasionado y optimista; y nos dice que Dios nos ama, y si Dios está con nosotros, todo lo demás será pura consecuencia. San Pablo quiere resaltar en este cántico al amor de Dios que no hay nada capaz de separar al cristiano del amor de Cristo, ni siquiera los poderes que entonces se tenían por más fuertes.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? Dios que nos ama, hará que salgamos victoriosos de todas las pruebas. Y estoy seguro de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni otras fuerzas sobrenaturales, ni lo presente, ni lo futuro, ni poderes de cualquier clase, ni lo de arriba, ni lo de abajo, ni cualquier otra criatura, podrá separarnos del amor de Dios, manifestado en Jesucristo, Señor nuestro”. (Rom 8, 37 ss.).

Y San Juan, en su primera Carta, que hemos proclamado en la Segunda Lectura, afirma con plena convicción:

En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo Unigénito para que vivamos por medio de Él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados… Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en Él… Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo Único para que vivamos por Él. En esto consiste el Amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó y nos envió a su Hijo para perdonar nuestros pecados. Si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente”.

4.- Un texto que nos muestra el Corazón de Dios, el Corazón de Jesús, es el pasaje del Evangelio según San Mateo que acabamos de proclamar (Mt 11, 28-29): Jesús se presenta paciente y humilde de corazón. Una mansedumbre que transparenta paz, serenidad, discreción, descubriendo nosotros el amor del Padre en estas nobles actitudes de Cristo. Él se acerca a los que nadie quiere: los pobres, los pecadores, los enfermos, los marginados y excluidos de la sociedad. Así queda patente la actitud amorosa de Dios, que tiene un plan de salvación para todo ser humano, desde los humildes y sencillos a los que eleva a la dignidad suprema de hijos de Dios. Vivir la espiritualidad cristiana es centrarse en el amor redentor de Jesucristo e interpretarlo todo a la luz de ese amor.

Hoy la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por la Santificación de los Sacerdotes. Precisamente en las Jornadas Nacionales de Delegados y Vicarios para el Clero, que se han celebrado en esta semana, han reflexionado sobre la vida del sacerdote como “testigos y ministros de la misericordia de Dios en su vida y en su ministerio”. Con las mismas palabras que dejó escritas el Beato Manuel González en esta Capilla del Seminario, recemos nosotros de corazón: “Pastor Bueno, danos buenos pastores, dispuestos a entregar su vida por las ovejas”.

+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

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