DiócesisHomilías Mons. Dorado La Ascensión del Señor. Ciclo A Publicado: 04/05/2008: 1234 S.I. Catedral de Málaga 1.- Celebramos este domingo la Ascensión del Señor, un misterio que completa el de la Resurrección y es fuente de una gran esperanza y de una profunda alegría. Alegría por la gloria de Cristo y esperanza porque Cristo no nos ha abandonado, se queda con nosotros hasta el fin del mundo de la manera más misteriosa aunque no menos afectiva y dinámica. Nosotros tenemos la esperanza de llegar al lugar donde Él ha subido. Se dice en la oración colecta de este día: “La ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria y donde nos ha precedido Él, que es la Cabeza de la Iglesia esperamos llegar también nosotros, como miembros de su Cuerpo”. En el Hijo de Dios ascendido al cielo, queda elevada toda nuestra humanidad. 2.- La Primera Lectura de la Misa (Hch 1, 1 – 11) lo cuenta de una manera impresionante. Dice que: “Jesús se les presentó (a los apóstoles, después de su pasión y muerte) dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo”. Y a los cuarenta días de haber resucitado sucedió algo sorprendente: “Lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista. Y ascendió al Cielo... Y mientras miraban fijos al Cielo; viéndose irse, se les presentaron dos hombres, vestidos de blanco, que les dijeron: Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al Cielo? El mismo Jesús que nos ha dejado para subir al Cielo volverá como le habéis visto marcharse”. Quien entienda con ojos de fe lo que significa la Ascensión de Jesucristo al Cielo, sentirá una inefable proximidad de Cristo en toda la dimensión del Universo. Y descubrirá en su Presencia en la Eucaristía la anticipación del gozo de la Vida Eterna. 3.- La Segunda Lectura de la Misa nos recuerda que Dios ha sentado a su derecha a Jesucristo por los Siglos de los Siglos. Él que existía desde el principio junto a Dios, porque es su Hijo Unigénito, se hizo hombre con nosotros y como nosotros, nació de la Virgen María y proclamó el Evangelio con obras y con palabras, fue crucificado, ha resucitado y ha vuelto también como hombre verdadero a la Gloria del Padre. La Ascensión de Jesucristo no significa que se haya marchado vagando por el espacio. Creemos que está más ceca de nosotros que cuando caminaba por los campos de Judea y Galilea. San Pablo pide a Dios que ilumine los ojos de la mente de los cristianos para que les haga comprender la esperanza a que están llamados. Es la esperanza de reunirse con Cristo en el Cielo, de recibir la herencia eterna entre los santos. Es la esperanza basada en la “grandeza extraordinaria de su poder para nosotros los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa, que desplegó en Cristo resucitándolo de entre los muertos... y sentándolo a su derecha en el Cielo”. 4.- Esta glorificación de Jesucristo en el Cielo, tiene también un importante significado para la tierra: Cristo ha sido constituido cabeza de la Iglesia, y se le ha dado autoridad sobre todas las cosas. De aquí nace una esperanza verdaderamente fuerte: la esperanza del Cielo y la esperanza que nos hace acometer la misión en la tierra. En el Evangelio de San Mateo 28, 16-20 que hemos proclamado en la Tercera Lectura, y que nos cuenta la última aparición de Jesús en un monte de Galilea, nos dice el Señor: “Se me ha concedido pleno poder en el Cielo y en la tierra”. En virtud de tal poder, Jesús envía a todos los apóstoles y a todos los cristianos en misión a todas las naciones: “Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado”. Esta es la misión que se nos encomienda también hoy a todos nosotros: “fortalecer nuestra fe y transmitir la fe a los alejados” y no creyentes, como nos recuerda nuestro Proyecto Pastoral Diocesano. La última frase de Jesús es la más reconfortante para nosotros:“Yo estaré con vosotros siempre, todos los días, hasta el fin del mundo”. La Ascensión es una Fiesta que debe infundir esperanza y dinamismo en nosotros. Tenemos con nosotros al que ha sido glorificado “por encima de toda autoridad y potestad y poder y soberanía”. “Que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria... ilumine los ojos de nuestro corazón”. Que nos infunda el regalo divino de su Sabiduría que trasciende todo humano pensar y sentir. Comprender ya en esta vida la cercanía de Cristo Glorioso... La Ascensión no nos lo aleja, sino que nos lo interioriza: Celebrar el Misterio de Jesús elevado a los Cielos nos recuerda que todos los humanos tenemos nuestro centro en su Altura y que si vivimos “con Cristo Jesús”, sentiremos el Cielo muy cerca, muy dentro. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Bendición de la Ermita de Nuestra Señora de BelénApertura de curso centros de formación diocesanos Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir