DiócesisHomilías Mons. Dorado

Apertura de curso centros de formación diocesanos

Publicado: 06/10/2006: 992

1.- Inauguramos con esta Eucaristía el curso 2006-2007. Aquí nos encontramos reunidos, junto al Señor, los formadores y alumnos de los tres grandes centros de formación de  nuestra diócesis: el Seminario Mayor, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas y las Escuelas de Agentes de Pastoral.

Lo hacemos con la alegría llena de esperanza y de agradecimiento a Dios, de que sigue creciendo el número de jóvenes y adultos que quieren prepararse para consagrar su vida a Dios y al servicio de la Iglesia, como presbíteros o evangelizadores seglares.

En este curso ingresan siete nuevos seminaristas y aumenta el número de alumnos en los otros centros formativos de la diócesis y en el Centro de Teología, en la Universidad.

Es justo y necesario dar gracias al Señor.


2.- Comenzamos con la Misa votiva del Espíritu Santo. A Él le encomendó el Señor que nos lo enseñe todo y nos revele la verdad completa.

San Isidoro de Sevilla, un Doctor de la Iglesia, nacido en estas tierras andaluzas en el siglo VII, se anticipó al Concilio de Trento en urgir la necesidad de crear centros eclesiales para la formación de los futuros sacerdotes. Y así lo recogió el V concilio de Toledo, que presidió el mismo S. Isidoro. Convencido de que el Espíritu Santo es el “maestro interior”, compuso y rezaba una hermosa oración al Espíritu que os invito a hacer nuestra hoy:

“Aquí estamos, Señor Espíritu Santo, reunidos especialmente en tu Nombre.

Ven a nosotros y permanece con nosotros. Dígnate penetrar en nuestro interior. Enséñanos lo que debemos hacer, por dónde debemos caminar y muéstranos lo que debemos practicar, para que, con tu ayuda, sepamos agradarte en todo.

Sé Tú el único inspirador de nuestras decisiones”.


3.- A nadie se le oculta hoy la especial importancia que tiene la formación integral de los cristianos en las cuatro dimensiones de la formación: humana, intelectual, espiritual y pastoral.

Por eso el tercer gran objetivo de nuestro Proyecto Pastoral Diocesano ha sido: “Potenciar la formación integral y permanente”.

Y éste ha sido el tema único o preferente de las tres grandes Exhortaciones Apostólicas del Papa dirigidas a laicos (Christifideles laici), a personas consagradas (Vita consecrata) y a los sacerdotes (Pastores dabo vobis). Y en las que recoge las reflexiones de los últimos Sínodos de la Iglesia Universal.

Siempre me ha preocupado la afirmación del Vaticano II de que –son palabras textuales- “en la génesis del ateísmo puede corresponder a los creyentes una parte no pequeña, en cuanto que, por el descuido en la educación de la fe, por una experiencia falsificada de la doctrina, o también por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religión, más que revelarlo” (Gs, 19).

Y el Papa Juan Pablo II, en la TMA, invita a toda la Iglesia a reconocer y pedir perdón, en una actitud de conversión, por los errores, infidelidades e incoherencias de estos diez últimos siglos.

Y también –y esto se olvida con frecuencia- nos invita a “ponernos humildemente ante el Señor para interrogarnos sobre las responsabilidades que tenemos en relación con los males de nuestro tiempo. Permitidme que os lo recuerde” (TMA, 36).


4.- El desafío que constituye una preocupación esencial de la Iglesia en todos los continentes, es la ruptura de la transmisión de la fe cristiana, en una cultura de increencia y de la indiferencia religiosa.

En este contexto, nos dice el Papa que “los pastores y los fieles deben tener en cuenta los interrogantes y aspiraciones esenciales de los seres humanos de nuestro tiempo, para dialogar con las personas y los pueblos y proponer el mensaje evangélico y la persona de Cristo Redentor”. “La difusión de las ideologías en los diferentes campos de la sociedad, llama a los cristianos a un nuevo salto de calidad en el campo intelectual, para proponer reflexiones vigorosas que presenten a las jóvenes generaciones la verdad sobre el hombre y sobre Dios, invitándolos a profundizar en una comprensión de la fe cada vez más aguda”.

Por eso nuestro Proyecto Pastoral Diocesano nos presenta como objetivo central “Fortalecer y transmitir la fe” y nos invita, como una tarea permanente, el “Profundizar el contenido de nuestra fe”. Esta tarea implica “conocer el designio del Padre que Cristo nos reveló; conocer los contenidos de la fe para llegar a una síntesis de fe; conocer la Escritura y la Tradición; profundizar en los motivos para creer y aprender a saber dar razón de la fe”. En definitiva, profundizar el contenido del Credo como síntesis de la fe.


5.- Nunca fue fácil creer y no es fácil hablar hoy de Dios. “En nuestro mundo hay fuertes fermentos de ateísmo y de indiferencia religiosa. Paradójicamente, el hombre moderno se siente tentado de ateísmo y agnosticismo, tanto por la excesiva admiración de sí mismo, como por el sentimiento de frustración y el escepticismo que le produce la experiencia de sus propios fracasos”.

En la tarea de educar en la fe, mi primera convicción es la conveniencia de abordar esta misión no dando nada por supuesto. No dando por supuesto que haya habido una experiencia de fe reconocida que haga comprensibles las palabras cristianas. Creo que cuando se habla de la interrupción de la “tradición cristiana” nos estamos refiriendo a un período largo en el que se ha silenciado a Cristo para sustituirlo por un discurso sobre los valores, con la ausencia de una experiencia profundamente cristiana.

La segunda convicción es que el problema más importante en la transmisión y educación en la fe, no está tanto en las condiciones en que se encuentran hoy los jóvenes o adultos, cuanto en lo que se encuentran al acercarse a la Iglesia, lo que ven en los cristianos. Lo importante es que hubiera algo que comunicar, algo grande, de más valor que la propia vida. Hoy los hombres, aturdidos por la inseguridad y la soledad que produce la falta de sentido, necesitan más que ninguna otra cosa, encontrar a Jesucristo, no como un discurso, sino como una gracia.

Como dice la “Fides et ratio”: “en Jesucristo, que es la Verdad, la fe reconoce la llamada última dirigida a la humanidad para que pueda llevar a cabo lo que experimenta como deseo y nostalgia” (nº 33).


+ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
Más artículos de: Homilías Mons. Dorado
Compartir artículo