DiócesisHomilías Mons. Dorado Centenario de la Escuela Ave María Publicado: 14/02/2007: 1298 CENTENARIO DE LA ESCUELA AVE MARÍA. FUNDACIÓN DE INTERÉS PÚBLICO. MÁLAGA. Un proyecto Pastoral y Educativo para la Evangelización 1. Saludo: Os saludo con especial cordialidad a todos y a cada uno de vosotros: sacerdotes, directores, profesores, alumnos y padres, y a todos los amigos y bienhechores de las Escuelas del Ave María. Os expreso mi afecto, mi estima y mi más sentido agradecimiento por vuestra colaboración en esta gran Obra promovida por la Iglesia Diocesana de Málaga. 2. La Escuela Católica. La escuela y la Iglesia caminan de la mano desde hace siglos. Y es normal porque ambas centran su actividad en el hombre, y cada una en su ámbito trata de ayudar a la persona y a la comunidad humana a conseguir su plena realización. Esta preocupación de la Iglesia por la educación tiene una doble vertiente. En primer lugar, su vertiente humana sin más. Pero que no es ajena al Evangelio, pues como dijo ya Pablo VI, “la promoción humana integral es parte constitutiva del anuncio del Evangelio y del servicio al hombre”1. Y la Iglesia se ha preocupado siempre de la educación, consciente de que se trata de un derecho humano fundamental, que permite a la persona ser libre y ser artífice de su propia existencia2. No en vano nos recuerda Juan Pablo II que "las desigualdades contrarias a la justicia en la posesión y el uso de los bienes materiales están acompañadas y agravadas por desigualdades también injustas en el acceso a la cultura"3. En segundo lugar, su vertiente evangelizadora. La Iglesia sabe por la fe, y así lo confiesa abiertamente, que el Evangelio es la plenitud del hombre. Y esta convicción la impulsa continuamente a evangelizar, que es su vocación específica y que define su identidad más profunda4. Por eso, además de ofrecer su esfuerzo para transmitir a los niños y a los jóvenes todos aquellos bienes de la cultura y aquellos valores que comparte con los creyentes de otras confesiones religiosas y con los no-creyentes, sabe que es preciso que anuncie también a sus hijos y a todos los hombres de buena voluntad que acepten escucharla, la llegada del Reino de Dios y todo cuanto el Evangelio tiene de específico5. Respetuosa con otras formas de pensar, "está obligada a dar a sus hijos una educación que llene toda su vida del espíritu de Cristo, pero al mismo tiempo ofrece a todos los pueblos su colaboración para promover la perfección íntegra de la persona humana"6. 3. Somos herederos y continuadores de una historia muy rica. Aunque no sea este el momento para hacer el balance de la aportación de los católicos a la educación del pueblo andaluz, no me resisto a la tentación de citar a tres figuras señeras. 1) En primer lugar, don Andrés Manjón, el fundador de las Escuelas del Ave María. Su importancia no se limita al hecho, ya muy valioso en sí mismo, de haberse ocupado de los niños pobres del Sacromonte granadino. Su significado radica en que, con una visión certera de lo que debe ser el servicio al hombre, y especialmente a los más pobres, cambió la misma escuela para adaptarla a niños que tenían una cultura y unas peculiares características. Su manera de organizar la escuela y su pedagogía rompen con una rutina estéril y abren caminos de liberación humana y evangélica para un grupo humano con idiosincrasia muy especial. Lejos de ser una escuela para uniformar, la suya es una escuela que tiene en cuenta las riquezas de todo grupo humano, las acoge con admirado respeto y las potencia. 2) El segundo ejemplo digno de mención es el ya Beato Pedro Poveda, nacido en Linares. También él comenzó a trabajar con los más pobres en las cuevas de Guadix. Pero centró más su atención en el profesorado. Sabe valorar todo lo que hace la Institución Libre de Enseñanza por la formación del profesorado y por su necesaria dignificación. Con gran visión de futuro, apuesta por la calidad humana y pedagógica de los enseñantes. Sabe acoger todo lo que de valioso aporta la vanguardia pedagógica del momento en que vive. Pero ve necesario ofrecer también a los profesores y profesoras una exquisita formación evangélica y un profundo sentido de la responsabilidad. Sabe que la educación es un elemento imprescindible de progreso, y se inserta de forma creativa en esta vanguardia. No es el hombre del miedo ni de las descalificaciones, sino un hombre de esperanza que se sitúa en cabeza, apostando por los nuevos valores -como es la promoción de la mujer-, pero sin renunciar ni silenciar ninguno de los valores evangélicos. El no era un hombre de mínimos ni partidario de servir desde el anonimato: era un seguidor audaz de la utopía. 3) Y el tercer ejemplo, éste muy reciente, es Don Ángel Herrera Oria, mi antecesor en la Diócesis de Málaga. Se encuentra con más de cuarenta mil niños analfabetos, que no tienen ninguna posibilidad de asistir a la escuela. Preocupado por la promoción y por la justicia, sabe que la educación es el cimiento de todo desarrollo. Y crea las escuelas rurales de Málaga: llegó a fundar más de 200, de las que aún existen 48. Para preparar profesores, fundó también una especie de Escuelas de Magisterio: dos en Málaga, una en Antequera y otra en Nerja. Logró llevar adelante este ambicioso proyecto, creando Juntas de vecinos, Asociaciones de padres, Clubs de juventud y Cooperativas diversas. Y es que don Ángel tiene muy claro que cada escuela debe convertirse en un proyecto de desarrollo comunitario, gestionado por los beneficiarios del mismo. De ahí que las escuelas sean el punto de referencia para alentar un proceso de desarrollo más amplio, mediante el cual se construyeron 89 carriles, se instaló la luz eléctrica en 38 núcleos de habitantes, se llevó el agua a 20 y el teléfono a 18. En una Andalucía muy pobre en recursos y con un amplio índice de analfabetismo y de marginación, Don Ángel se vuelca en la escuela. Hombre rico en imaginación y en amor fraterno, es un pionero de la promoción del pueblo. Son tres formas de actuar desde la audacia evangélica, desde la creatividad del amor y desde la apuesta por el futuro. 4. La Escuela Ave María: un proyecto Pastoral y Educativo al servicio de la Evangelización. La experiencia de la Escuela Católica encierra un gran patrimonio de cultura, de sabiduría pedagógica, de atención a la persona del niño, del adolescente, del joven, de apoyo recíproco con las familias, y de capacidad de captar anticipadamente, con la intuición que procede del amor, las necesidades y los problemas nuevos que surgen al cambiar los tiempos. Este patrimonio nos permite estar en las mejores condiciones para encontrar respuestas eficaces a la demanda educativa de las generaciones jóvenes, hijas de una sociedad compleja, sometida a múltiples tensiones y marcada por continuos cambios: poco capacitada, por tanto, para ofrecer a sus muchachos y a sus jóvenes puntos de referencia claros y seguros. Los Padres que participaron en el Concilio Vaticano II, y nosotros, estamos convencidos de que la Escuela Católica "también en las circunstancias actuales conservan su importancia trascendental" (Vaticano II, GE, 8). 5. El sentido de la Escuela Católica hoy. Pero, ¿cómo debe ser esta Escuela?, ¿qué rasgos la deben definir? Permitidme algunas observaciones: 5.1. El primer rasgo que debe identificar la Escuela Católica es la calidad. La competencia del profesorado y el mantenerse en actitud de formación permanente; el trabajo serio y bien realizado de profesores y alumnos; la creatividad pedagógica, que nos mantiene vivos y que nos aparta de la rutina y de la mediocridad. La calidad tendría que ser algo así como nuestra marca. Mientras ofrezcamos una enseñanza de calidad, tendremos futuro. 5.2. Un segundo rasgo podría ser la incorporación de los padres. El tema no es fácil, pero es necesario. Los padres tienen que estar presentes por lo que pueden aportar y por lo que la escuela les ofrece. 5.3. "El fundamento de una escuela cristiana es la cristianía de los educadores; la real fe vivida de la comunidad educativa, las permanentes actitudes cristianas que se manifiestan en la selección de alumnos no hecha desde criterios de prestigio social o de poder económico, en la preocupación por la permanente actualización y sensibilización de la conciencia de los alumnos ante los problemas humanos de fondo y por consiguiente ante los valores del Evangelio. Esa raíz de fe que se expresa en una pasión permanente de saber, en una curiosidad por toda verdad, en una cercanía a toda necesidad histórica de los hombres, en una real experiencia de Dios y en un conocimiento real de Jesús, es la piedra angular de una institución cristiana". 5.4. Un proyecto de hombre y de mujer que concibe a la persona como sujeto activo, responsable, libre, solidario y creador de la historia. No se trata de un proyecto puramente teórico, sino de un proyecto encarnado en la vida, en la organización y en los métodos de la escuela. 5.5. Ser una verdadera escuela. Es decir, una comunidad educativa que se caracteriza por la competencia profesional del profesorado, por la actitud de formación permanente del mismo, por el respeto a los niños y a los jóvenes, por el trato personal y amistoso, por la confianza en las posibilidades inéditas de toda persona, por los métodos rigurosos de trabajo, por la apertura a la participación activa de alumnos y de padres. 5.6. "Lugar de explicitación teórica del mensaje evangélico en referencia a la vida y sociedad concretas". Lugar de presentación explícita y viva del Evangelio. 5.7. Marco para el diálogo permanente de la fe con la cultura, para la confrontación con otras ofertas de sentido y de verdad que ofrece nuestro mundo de ayer y de hoy. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado 125 Aniversario de la Fundación de la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de JesúsAniversario de la entrada en la diócesis del Cardenal Herrera Oria Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir