DiócesisHomilías Mons. Dorado Rosario de la Aurora de la Agrupación de Congregaciones y Hermandades de Gloria Publicado: 22/10/2006: 1053 1.- Para los cristianos, octubre es el mes del Santo Rosario. El Papa Juan Pablo II apoyó la devoción del Santo Rosario ofreciéndonos una Exhortación Apostólica dedicada a explicar y ponderar las excelencias de esta oración. Es una oración sencilla y popular, pero está llena de riqueza espiritual y proporciona muchos bienes a quienes la rezan con devoción. Todos sabemos en qué consiste esta oración. Hasta ahora se componía de tres bloques de 5 misterios de la vida de Cristo, en honor de los cuales se recita un Padre Nuestro, 10 avemarías y 1 gloria. El Papa Juan Pablo II añadió un nuevo bloque que recoge 5 misterios de la vida pública de Jesús, “los misterios de la Luz”. Estos son: el Bautismo de Jesús; su manifestación en las Bodas de Caná; el anuncio del Reino de Dios en su predicación; la Transfiguración y la institución de la Eucaristía. El Rosario de María es una oración reposada y sosegante. Toda ella está concentrada en la contemplación de los principales momentos de la vida del Señor. Esta meditación la acompañamos del rezo del Padre Nuestro y 10 Ave Marías. En tiempos pasados, en las familias cristianas, era costumbre muy frecuente el rezo del Rosario junto al hogar o alrededor de la mesa camilla. Hoy, el ritmo de vida, la creciente dispersión y el extendido enfriamiento religioso de muchas familias, ha hecho que esta buena costumbre haya desaparecido casi por completo. Sin embargo, las características de esta oración la hacen muy recomendable y muy provechosa precisamente para estos tiempos. Por lo pronto, rezar el Rosario, hoy como ayer, es una manera muy sencilla y directa de acercarnos a las fuentes de nuestra fe y de la vida santa. Es una devoción que nos hace recordar y meditar los hechos más importantes de nuestra salvación y de nuestra propia vida. De la mano de María, recorremos la vida entera de Jesús; los acontecimientos más importantes de nuestra salvación. Esta contemplación fortalece la fe, alimenta la esperanza y estimula la caridad hacia el prójimo. El rezo diario del Rosario puede cambiar la vida de las familias, de las personas y de la sociedad. Tendríamos que hacer un esfuerzo para recuperar esta devoción. Con mayor razón hay que conservar la costumbre de rezarlo en la parroquia. Dirigir el Santo Rosario en la Iglesia ha sido siempre una excelente colaboración de algunos seglares a favor de la devoción y de la piedad. La renovación de la vida cristiana, que tanto necesitamos y deseamos, depende en buena parte de la capacidad que tengamos para recuperar y mantener las antiguas tradiciones, comprendiéndolas mejor, valorándolas más y sabiendo acomodarlas con realismo a las características del modo actual de vivir. Tendremos que rezar de otra manera, en otros tiempos, con otros ritmos. Lo que no es posible es que seamos mejores cristianos si no rezamos más y mejor. Os propongo tres intenciones especialmente urgentes: a). El fortalecimiento de la fe y de la piedad en las familias cristianas. b). La santidad de los sacerdotes y el aumento de las vocaciones sacerdotales. c). Y la conversión de quienes practican la violencia. Valorar el rezo del Santo Rosario, practicarlo, difundirlo, será un buen propósito y un buen programa para este curso. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Aniversario de la entrada en la diócesis del Cardenal Herrera OriaAgradecer la Encarnación. Laudes Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir