DiócesisHomilías Mons. Dorado Ordenación de Diácono del Religioso Trinitario P. Antonio Elverfeldt Publicado: 12/06/2005: 1393 Parroquia de la Stma. Trinidad Antequera 1. Saludos y razón del acto. Querido P. Provincial, religiosos trinitarios, sacerdotes, religiosas. Queridos padres de Antonio, Segismundo e Ina, querido Juan, hermano del ordenando y querida Rita, tan unida a la familia y que os ha cuidado con tanta cariño y cercanía. Con toda la Iglesia de Dios que vive en Alemania, damos gracias a Dios porque su amor es eterno, lo cual significa que es permanente. Es el amor que se ha manifestado en la vocación de Antonio que después de estudiar empresariales, en el ejercicio de su profesión descubre la llamada del Señor a la Orden Trinitaria y que hoy se hace acontecimiento sacramental en la ordenación de diácono. La Orden antigua y que ha permanecido fiel al carisma de redención de cautivos, de liberación de esclavitudes, de todo aquello que al hombre disminuye su libertad tanto interior como exterior y que le dificulta vivir como hijo de Dios, hermano de Cristo y templo del Espíritu Santo. Antonio, el Señor ha querido que tengamos la alegría de que sea en la Iglesia diocesana de Málaga donde el Espíritu te señale como diácono, esto es, como servidor. Que es sacramentalizar tu vocación religiosa, porque al servicio de los hombres más pobres te has consagrado por tus votos perpetuos y ahora eres configurado por el sacramento del Orden de diácono, servidor para siempre. 2. La vocación es llamada de Dios. Es Dios quien elige a las personas y quien señala la misión, el carisma. Así ha sido proclamado en el libro de los Números: ‟Haz que se acerque la tribu de Leví y ponla al servicio del sacerdote Aarón‶. Tú, querido Antonio, recibiste una llamada de Dios ‟por el agua y el Espíritu‶, el día de tu Bautismo. Recuerda a la iglesia alemana, tan rica en teólogos, en pastores, en experiencia de vida religiosa. En ella Dios te llamó a la fe en Jesucristo, vivida en la Iglesia. Insertado en Cristo, tus sentimientos, tu vida, se han transformado progresivamente en los sentimientos de Cristo Jesús. Llamada que fue profundizada por la Confirmación y la Eucaristía. Cuántas gracias debes dar a Dios en este día. Vocación de Dios que cuando menos lo habías previsto hizo dirigir tu existencia a la Orden de los Trinitarios, fundada por San Juan de Mata y San Félix de Valois en el siglo XII. Dato distintivo de la Regla trinitaria es la división en partes iguales de todos los ingresos que han de ser destinados para la redención de cautivos, para los hospitales y para el sostenimiento de la comunidad. En estos días te habrás preguntado la razón de esa llamada. Estoy seguro que no podrás responder. Sólo el amor de Dios explica la sorpresa del descubrimiento de este camino carismático de la vida religiosa en la Orden Trinitaria y la respuesta generosa que te ha conducido hasta este momento tan especial. Como en la Orden hay presbíteros, el Señor te llama para que recibas el sacramento del Orden en el grado de los diáconos. Como te decía anteriormente, diácono has de ser siempre porque es un sacramento que imprime carácter, es para toda la vida. Junto a la koinonía -COMUNIÓN- y martyria -TESTIMONIO-, constituyen la trilogía de la Iglesia. Tu ahora eres señalado en esta Celebración por el Espíritu Santo para que seas signo de lo que la Iglesia debe ser siempre, servidora de la persona, especialmente de los más pobres. Iglesia que recoge las palabras de Pedro y que han sido proclamadas en la segunda lectura: ‟Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con el.‶ He ahí tu servicio, ‟pasar haciendo el bien y curando a los oprimidos...‶ Pero hacerlo de la manera como Jesús nos enseñó, lavando los pies, como lo hacían los esclavos. Antonio, con el carisma trinitario, dedica tu vida a hacer el bien pero hazlo como un servidor de todos, como diácono que vas a ser. Donde descubras una opresión, intenta liberar. En la sociedad actual existen tantas esclavitudes... recuerda que la más fuerte es la ausencia de fe. Ayuda a todo aquél que encuentres a sentirse con la libertad de los hijos de Dios que rezan: Padre Nuestro, que estás en el cielo... Y, en nombre del Señor, rompe las ataduras que imposibilitan caminar a tanto ser humano. Y hazlo dentro de la Orden. Ella te indicará el lugar y el servicio concreto al que debes entregarte. Pero no olvides que siempre lo vivirás en una Iglesia particular concreta que tiene su historia, sus peculiaridades. Con tu fidelidad al carisma de la Orden trinitaria, enriquecerás a la Iglesia allí donde seas destinado y, al mismo tiempo, serás enriquecido, te hará bien, la vivencia de la Iglesia en la que te enraízas con motivo de cada destino. 3. El regalo de Dios. En este acontecimiento que es ser ordenado de Diácono, el Señor te concede dos grandes regalos. El don del Espíritu. Jesús dijo, ‟Recibid el Espíritu Santo‶. Todo carisma tiene su origen en el Espíritu. Toda vivencia importante en la Iglesia es don del Espíritu. Vas a ser diácono por la fuerza del Espíritu Santo. El Espíritu te guía a la verdad plena, el Espíritu, como recuerda al Concilio, te rejuvenece, el Espíritu te colma de sus dones. En el Espíritu vives el carisma religioso. En el Espíritu vives el diaconado. En el Espíritu serás fiel a tu vocación específica y al ministerio que hoy recibes. El segundo regalo lo indica también el Evangelio: Jesús, en medio de los discípulos, que tenían miedo, les dijo: PAZ A VOSOTROS. En nombre del Señor reiteraré el deseo de Jesús: Paz a vosotros, paz a ti, a tus hermanos religiosos, a tu familia, a toda la asamblea reunida, a la Iglesia Universal. Paz a ti que hoy inicias una etapa importante de tu vida vocacional. Recuerda el salmo: ‟Aunque camine por sendas oscuras nada temo porque Tú, Señor, vas conmigo...‶ Para vivir este camino vocacional, que tiene sus dificultades, el Señor te conceda de forma sobreabundante el don de su Paz. No estás solo, dentro de ti está la paz del Resucitado. Él es tu fuerza, tu ayuda, tu luz y salvación. Todo ello te lleva a rezar el salmo 115: ‟¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? Alzaré la copa de la salvación, invocando su nombre... cumpliré al Señor mis votos en presencia de todo el pueblo.‶ Todos rezamos por ti, Antonio, para que vivas lo que hoy recibes. Para que seas fiel a tus votos y al sacramento del Orden en el grado del diaconado. Somos testigos de tu generosa entrega, de tu deseo grande de fidelidad. Contigo nos alegramos y damos gracias a Dios ‟Grandes son las maravillas de Dios con nosotros.‶ Que la Virgen María, en este año centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada sea tu mejor testimonio. Ella dijo al ángel: ‟He aquí la esclava del Señor...‶ Pues bien, di tu también: He aquí el nuevo diácono del Señor, hágase en mí según tu palabra.‶ ✠Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Ordenación de tres sacerdotes y un diáconoOrdenación de cuatro diáconos Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir