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Homilía en el Monte de las Bienaventuranzas. Peregrinación a Tierra Santa

Publicado: 08/11/2005: 1983

Monte de las Bienaventuranzas

Queridos hermanos, hemos acogido la proclamación de las Bienaventuranzas.
Las hemos recibido con un corazón limpio, sencillo, como en tantas otras ocasiones
en nuestras respectivas comunidades cristianas.

Pero este día, con un peculiar don que nunca se nos olvidará. Situados en el
mismo escenario en el que Jesucristo pronunció por primera vez su deseo de
bienaventuranza para sus seguidores.

El evangelista nos sitúa a Jesús en este monte, lugar de las tradicional
manifestación de Dios en el Antiguo Testamento. Y nos ha dicho San Mateo que Jesús
estaba sentado, para significar que su deseo era enseñar y que nosotros
aprenderíamos su doctrina.

Queremos ser enseñados por el Maestro que no sólo quiere que aprendamos
sino que vivamos de su doctrina.

¿Que nos dice el Señor?

Las cuatro primera bienaventuranzas están relacionadas entre sí. Son una
declaración de la felicidad que poseen aquellos que abren su corazón a la acción
salvadora de Dios.

Se dirige al grupo de los que son pobres de espíritu, es decir, a los pobres del
Señor, que han puesto su confianza sólo en Él y esperan que Dios manifieste su Reino
y colme su esperanza. Son los que ahora están tristes, son los humildes, son los que
desean, por encima de todo, hacer la voluntad de Dios.

El segundo grupo de bienaventuranzas están orientadas hacia el
comportamiento humano. Jesús invita a tener actitudes de misericordia, a tener un
corazón limpio, a trabajar para construir la paz, a permanecer firmes en la persecución,
sostenidos por la certeza de que el fruto de dicha persecución será el deseado Reino
de Dios.

Queridos hermanos, he ahí la fuente de todo proyecto pastoral, tanto diocesano
como parroquial y de las distintas asociaciones y movimientos cristianos. Vivir el
espíritu de las Bienaventuranzas que nos señala el camino de la verdadera felicidad
porque nos hace presente la promesa de Nuestro Señor. ‟... de ellos es el Reino de los
cielo... ellos serán saciados... poseerán la tierra.‶ Formas distintas de anunciarnos lo
que Dios concede a aquellos que han caminado con un corazón pobre, humilde,
misericordioso...
Pienso en estos momentos en nuestra querida Diócesis, en sus realidades
pastorales, en la situación de la sociedad con sus logros y sus problemas. Y pienso,
sobre todo, en tantos cristianos que tienen que ser testigos del Señor Resucitado que
sólo es posible transmitiendo el mensaje de las Bienaventuranzas.

En medio de tanta violencia, felices los que por haber conocido y amado a
Jesucristo, cada día tenemos una actitud más profunda de misericordia, de paz, de
mansedumbre y, muy especialmente, de hambre y sed de justicia lo cual significa de
santidad.

Hace unos días hemos celebrado la solemnidad de todos los Santos. Y
recordamos la llamada a la santidad, cualquiera sea nuestra edad o nuestra particular
vocación dentro de la comunidad cristiana. Todos llamados a la santidad, todos
llamados a recibir la Palabra de Jesús que nos repite: ‟Bienaventurados los pobres, los
no violentos, los que cada día construyen la paz en su interior y alrededor de ellos.‶

Es el camino y la manifestación de la santidad. Dejemos que resuenen en
nuestro interior la proclamación de las Bienaventuranzas y que la acojamos con el
entusiasmo y la pasión de aquellos primeros discípulos.


✝ Antonio Dorado Soto,
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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