Publicado: 22/03/2005: 1096

S.I. Catedral


1. Saludo inicial.

Un año más nos reunimos para celebrar la solemne Eucaristía en la cual se
bendicen los santos óleos, se consagra el crisma y se renuevan las promesas
sacerdotales.

Queridos presbíteros, para mí es una de las ocasiones  de especial alegría y de
acción de gracias a Dios. Reiteradamente se pide a los presbíteros que vivan ‟en
comunión con el obispo‶. Yo me siento en comunión con vosotros que soportáis día a
día el peso del trabajo apostólico vivido en las más distintas circunstancias.

En la Exhortación Apostólica ‟Pastor Gregis‶, Juan Pablo II recuerda que ‟entre
el obispo y los presbíteros hay una ‘communio sacramentalis‵ en virtud del sacerdocio
ministerial que es participación del único sacerdocio de Cristo y, por tanto, aunque en
grado diferente, en virtud del único ministerio eclesial ordenado y de la única misión
apostólica‶ (n.47)

Esta ‟comunión sacramental‶ que es la más profunda razón de nuestra cercanía,
de nuestro sentido de unidad, de complementariedad ministerial, de disponibilidad, a
mí me lleva en primer lugar a dar gracias a Dios por vosotros.

Porque vuestra vida, con todas las limitaciones propias del ser humano, está
entregada al servicio de la comunidad eclesial malagueña con ilusión permanente, con
espíritu de sacrificio, con deseos renovados de fidelidad a Jesucristo.

‟Comunión sacramental‶ de presbíteros de diferentes edades, de diferentes
recorridos pastorales. Muchos habéis alcanzado la madurez y la ancianidad en el
servicio de la Palabra de Dios, de los Sacramentos, de la Eucaristía y del ministerio de
la caridad, especialmente en favor de los más pobres. Otros vivís los primeros años de
sacerdocio y aportáis la fuerza de vuestra entusiasmada juventud.

‟Comunión sacramental‶ de presbíteros que un día decidisteis, por la
incardinación, dedicar vuestra vida y vuestro ministerio en la Iglesia de Málaga. Habéis
querido ser fieles a la jaculatoria que miles de veces habéis repetido desde vuestros
años de Seminario: ‟Concédenos el gozo de servir a la Madre Iglesia de balde y con
todo lo nuestro‶.


‟Comunión sacramental‶ con vosotros, presbíteros religiosos que, fieles a
vuestros respectivos carismas, os habéis incorporado al presbiterio de Málaga durante
unos años. Nos habéis enriquecido y, creo que os hemos ayudado al crecimiento de
vuestra vida de fe y de caridad, a vuestra vida de presbíteros en la fidelidad a vuestra
peculiariedad carismática.

Por todos damos gracias a Dios por vuestra renovada capacidad de sacrificio.
Insertados en la comunidad eclesial, el servicio ministerial no se desarrolla hoy en
ambiente propicio.

Juan Pablo II en su Exhortación ‟La Iglesia en Europa‶ al describir el mundo
contemporáneo, especialmente el referido a nuestra cultura occidental, señala ‟el lento
y progresivo avance del laicismo... muchos ya no logran integrar el mensaje evangélico
en la experiencia cotidiana‶.

Religiosas y seglares, que representáis  a toda la comunidad diocesana, dad
gracias a Dios por los sacerdotes, por su vida, por su ministerio. Con vosotros pido a
Dios por los sacerdotes. Que Dios les fortalezca y anime por la acción del Espíritu.
Pedid también por mí.


2. En la Eucaristía Jesús da gracias al Padre con nosotros y por nosotros.

También Jesús da gracias por nosotros. En su carta a los sacerdotes, con
motivo de esta celebración, Juan Pablo II ha escrito: ‟En la Eucaristía Jesús da gracias
al Padre con nosotros y por nosotros‶. Jesús, el Unico Sacerdote, al cual nos hemos
incorporado, se une a nuestra Asamblea y da gracias. La mejor gratitud, la más
desinteresada, la que valora más nuestra deseada fidelidad de cada día.

Por eso nuestra renovada fidelidad debe tener presente este año la realidad
sacramental eucarística que señala nuestra vida de forma permanente. Nos
encontramos en el Año de la Eucaristía que ha instituido Juan Pablo II. En esta
Diócesis de Málaga recordamos y valoramos la impronta eucarística que el Beato
Manuel González quiso que fuese el centro de la formación del seminario y de la
existencia de los sacerdotes.

El carácter sacrificial de la Eucaristía significa que Jesucristo se entregó por
nosotros y por nuestra salvación. ‟Sacrificios y oblaciones no quisiste. He aquí que
vengo, oh Padre, para hacer tu voluntad‶. El sacrificio eucarístico no es ‟algo‶ que se
inmola, sino que es la existencia de Jesucristo, entregada en totalidad,  que se da en
favor nuestro desde la Encarnación hasta la Cruz.

Celebrar la Eucaristía es hacer el ‟memorial‶ de la Pasión, Muerte, Sepultura y
Resurrección del Señor que ‟vino a hacer la voluntad del Padre‶,  que es desde toda
la eternidad voluntad salvadora porque siempre nos ama.

Celebrar la Eucaristía, Adorar la Eucaristía, Contemplar la Eucaristía nos lleva
a todos, pero especialmente a los sacerdotes, a que  nuestra vida sea ‟entrega‶, hasta
el olvido de sí mismo,  hasta el sacrificio. A ello se refería con insistencia el obispo
Manuel González cuando quería que los sacerdotes fuesen siempre ‟hostia‶, como
Jesús que dice: ‟Tomad y comed... esto es mi cuerpo que se entrega, tomad y bebed
esta es mi sangre que será derramada por vosotros...

En la carta que nos acaba de dirigir,  el Papa comenta: ‟... el sacerdote debe
aprender a decir también de sí mismo, con verdad y generosidad,  ‟... tomad y comed.
En efecto, su vida tiene sentido si sabe hacerse don, poniéndose al servicio de la
comunidad y al servicio de todos los necesitados.‶ (n.3)

Existencia ‟salvada y para salvar‶ como recuerda Juan Pablo II. No presidimos
la Eucaristía sólo en favor de los demás, sino también en favor de nosotros mismos,
‟¿cómo ser anunciadoras privilegiados de este misterio, sin sentirnos salvados
nosotros mismos?‶ (n.4). 

Beneficiarios de la salvación de Cristo,  anunciadores de esta salvación para
todos.  ‟El cuerpo y la sangre de Cristo se han entregado para la salvación del hombre,
de todo el hombre, de todos los hombres‶ escribe el Papa.(n.4). Celebrar la Eucaristía
es vivir el gozo de la experiencia de la salvación recibida, ser anunciadores de que la
salvación de Dios se ha realizado en Jesucristo y hacerla presente en y por la
Eucaristía.


3. Importancia de la Eucaristía en nuestra vida.

La importancia central de la Eucaristía en la vida de la Iglesia y en nuestra
propia vida como presbíteros debe ser tenida presente. Sin la Eucaristía la Iglesia no
tiene razón de existir.
Y sin la Iglesia la Eucaristía no puede celebrarse. Pero, al mismo tiempo,
también decimos, porque así lo ha querido el Señor, que sin el Sacramento del Orden
tampoco puede celebrarse la Eucaristía. He ahí nuestra identidad eucarística que nos
hace vivir en el asombro, en la gratitud y en la responsabilidad.

Por eso la Eucaristía es lo que da sentido a nuestra vida de configuración con
Cristo Sacerdote. Y, por lo mismo, debemos agradecerla y hacer que nuestra vida sea
manifestación del sacramento que celebramos. El Papa nos recuerda en esta carta:
‟En la espiritualidad sacerdotal esta tensión se ha de vivir en la forma propia de la
caridad pastoral que nos compromete a vivir en medio del Pueblo de Dios para orientar
su camino y alimentar su esperanza.‶ (n.7)

Y, un poco más adelante, escribe: ‟En el contexto de la nueva evangelización,
la gente tiene derecho a dirigirse a los sacerdotes con la esperanza de ‟ver‶ en ellos
a Cristo‶ (n.7)

La Caridad Pastoral tiene su fuente en la Eucaristía que celebramos.

Deseo insistir en la necesidad que tenemos de vivir la Eucaristía y ayudar a los
fieles a situarla como cumbre y fuente de la vida cristiana. Porque es un gran bien, os
animo a un esfuerzo para que se intensifique en la comunidad cristiana el sentido de
adoración, de oración, ante la Presencia Sacramental de Jesucristo en el Sagrario. Es
reconocimiento de la fe en el Misterio Eucarístico y es fortaleza que nos ayuda  a vivir
‟la reciedumbre de la fe‶ como nos exige el Evangelio y como nos pide la situación
actual.

‟Haced esto en memoria mía‶.  Junto a la Palabra de Dios es el gran don que
se nos ha entregado. En este día de renovación sacerdotal renovamos el sentido
eucarístico de la vida del Pueblo de Dios y de nuestra existencia sacerdotal.


4. Conclusión.

En la Celebración unimos nuestra común fe. Con los religiosos y seglares nos
sentimos iglesia. Nosotros nos sentimos además formando un solo presbiterio que esta
mañana renueva con gozo la llamada del Señor. Es la memoria del día de nuestra
ordenación sacerdotal y actualizada hoy ante el Señor y la comunidad cristiana. En
medio de la Asamblea ‟te alabamos, Señor‶ y agradecemos la vocación, reiteramos
el deseo de vivirla hasta el final, seguros que la presencia del Espíritu y el amor de la
Madre, María Santísima siempre están con nosotros.

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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