DiócesisHomilías Mons. Dorado Inicio de las celebraciones con motivo del 150º aniversario del Dogma de la Inmaculada Concepción Publicado: 24/10/2004: 1134 S. I. Catedral 1. Queridas Hermandades de Gloria: habéis querido cantar el Rosario por las calles de Málaga como iniciación de las celebraciones con motivo del 150 aniversario de la Declaración del Dogma de la Inmaculada Concepción. El Misterio de la Resurrección del Señor y el misterio de la vida de la Virgen María os convoca a través del año, especialmente en la Primavera y el Verano, para confesar vuestra fe cristiana y cantar admirados a la Madre de Dios y para fomentar esa especial peregrinación que son las romerías. Como Obispo de la Diócesis os agradezco el esfuerzo, el interés y el amor a María Santísima que intentáis permanezca y aumente en las generaciones más jóvenes. Os reitero mi gratitud por todos los proyectos y realizaciones para el año de conmemoraciones marianas que ahora se inicia y que se une al Año Eucarístico. Esta mañana el rezo repetido del Ave María ha sido la oración pausada de cientos de cristianos malagueños que han rodeado la imagen de la Inmaculada, que recibe veneración en la Parroquia de la Divina Pastora y es, probablemente, la más antigua de la ciudad que hacen presente a María en su misterio de Inmaculada Concepción. Desde la Parroquia de los Santos Mártires, Patronos de la Ciudad hasta la Catedral con María en el mejor signo de lo que debe ser nuestra vida cristiana. Desde el convencimiento de que debemos ser testigos de Jesucristo, hasta dar la vida, como lo fueron Ciriaco y Paula hasta la Catedral, signo de la Jerusalén celeste a la que nos encaminamos todos. 2. Mirad a María, contemplad su santidad. En este año litúrgico se ha proclamado el Evangelio de San Lucas. Pues bien, los dos primeros capítulos de su Evangelio son un elogio de la santidad de María. Una santidad libre, activa, desbordante de dones del Espíritu. Desde el principio de la historia del cristianismo la Virgen María aparece contrapuesta a Eva. Esta aparece como la pecadora, María como la toda santa. Si nuestro pueblo sabe piropear a la Madre de Dios con la letra de las saetas y con los cantos populares, la historia comienza en los primeros siglos. Ya San Efrén, en el siglo IV, llama a María, â"bella" "sin mancha", "sin fealdad", "sin suciedad alguna". Miremos a María. Ella tuvo necesidad del Redentor que es su propio Hijo. Pero no para ser liberada del pecado sino para ser prevenida de él. Y la fuerza salvadora de Jesucristo así lo hizo. Ella es "preservada del pecado desde el primer instante de su concepción" Contemplar a María como Inmaculada es descubrir que Ella fue elegida por Dios para ser Madre del Redentor y que la asoció a su obra salvadora, por eso la colmó de gracia desde el primer instante de su ser. María es la agraciada, la favorecida por Dios. Dios la quiso para una misión extraordinaria y Ella permaneció siempre fiel al proyecto de Dios. Contemplar a María como Inmaculada es poner de manifiesto la gratuidad y la fidelidad del amor de Dios Padre a la humanidad. Dios nos quiere salvar a todos, no por nuestros méritos sino por su inmenso amor a cada ser humano. Y el paradigma de ese amor, de la obra salvadora que realizará Jesucristo, es la Virgen María: sin pecado desde su concepción y asunta al cielo después de haber caminado en fidelidad durante los años de vida en la tierra. Dios siempre fiel y María, generosa y constante respuesta. Contemplar a María, como Inmaculada es descubrir la Palabra de Dios, que es amor redentor y que la debemos oír como "un juicio de gracia, una realidad creadora de felicidad, un milagro de salvación y no de condenación" (K. Rhaner) 3. La Inmaculada en nuestra vida. Cada bautizado somos llamados por Dios "a ser santo e inmaculado ante El por el amor", según nos dejó escrito San Pablo. María, la plenamente santa, es el estímulo y el prototipo del compromiso bautismal a la santidad a que todos somos llamados. La santidad es nuestra vocación. Por eso el Papa lo ha reiterado en diversas ocasiones en estos últimos años. En medio de un mundo muy secularista, más aún, laicista, el cristiano que mira a la Virgen María se siente convocado a vivir en santidad de vida, a ser santo. Y no por ninguna razón coyuntural, sino porque estamos bautizados. Y, por lo mismo, estamos insertados en Cristo. Como la vid y los sarmientos, enseñó Jesús. Hace unos años escribió un gran teólogo de la Virgen, el P. Laurentin, "En el seno mismo de un mundo envejecido, Dios retoma la creación en su misma fuente. El hace de María la más amable, la más atrayente de las criaturas; aquella en la que Dios va a poder, sin compromiso con el pecado, establecer su morada" Ella no tuvo pecado, nosotros somos llamados a vencer con la fuerza del Señor al pecado y reproducir cada uno la vida de Jesucristo. 4. Mi consejo como Pastor de esta Iglesia de Málaga. Queridos cofrades y hermanos y queridos devotos de la Virgen María que deseáis vivir con alegría la conmemoración de estos 150 años de la declaración dogmática de la Inmaculada Concepción de María Santísima. Junto a la oración que es canto, que ahora es Celebración de la Eucaristía, os quiero animar a reflexionar este Misterio de fe en favor de vuestra vida cristiana y la vida de las Hermandades de Gloria que vosotros constituís. En primer lugar, que profundicéis en lo que significa María Santísima en la vida de un cristiano. Porque María, como os he dicho anteriormente, es el ejemplo de la vida de fe cristiana. Profundizad en su vida. Sin dejar el mundo rico de los sentimientos debemos enraizar las convicciones. Por eso es necesario que ahondemos en su significado. En segundo lugar, desde María debemos siempre llegar a Jesucristo. Y, como Pedro, decir siempre: "Te seguiré donde vayas"En medio de este especial y desconcertante mundo, seguir siempre a Jesucristo. Es el momento de los testigos, de las fidelidades, de ahondar en la capacidad de sufrir por El y con El si se pone a prueba la autenticidad de nuestra fe. En tercer lugar, hoy se necesitan evangelizadores que anuncien a Jesucristo y en Jesucristo a su Madre, que están indisolublemente unidos. Un cofrade siempre debe preguntarse, ¿que puedo hacer por el Señor? ¿Cómo manifestar que es buena mi devoción a María? Además de vuestro trabajo en las Hermandades y Cofradías, de contribuir con todo vuestro esfuerzo a mantener enraizada la devoción mariana, preguntaros en donde podéis vivir la dimensión evangelizadora, apostólica, que es sustancial a la fe. Y una invitación concreta. Al comienzo también del Año Eucarístico, haced un compromiso ante la Virgen de participar de la Eucaristía todos los domingos. Es el mejor regalo que le hacéis a la Virgen y es el mejor bien que hacemos a nuestra vida cristiana. 5. Os reitero mi felicitación y mi bendición. Contemplo con ilusión todo lo que habéis proyectado con motivo del 150 aniversario de la declaración dogmática. Puede y debe significar una buena predicación y anuncio de Jesucristo y de su Madre Santísima. A través de los distintos actos, de las convocatorias, Málaga se llenará de la memoria de la Virgen María y más de uno volverá a rezar el Ave María que aprendió de niño y recordará la catequesis que le brindó su madre, la escuela y la parroquia. Vosotros queréis y debéis ser predicadores constantes de Cristo, de María. No os canséis, la comunidad católica de Málaga os lo agradece. + Antonio Dorado Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Pontifical Inmaculada ConcepciónIII Centenario de la Hdad del Rocío de Málaga Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir