DiócesisHomilías Mons. Dorado Eucaristía homenaje a D. Guillermo Rovirosa Publicado: 25/10/2005: 1079 Casa Diocesana de Espiritualidad Textos: Rom 8, 12-21 Salmo 125 Lc 13, 18-21 Queridos hermanos: Nos encontramos reunidos celebrando la Eucaristía un grupo de personas que nos hemos sentido convocados por el Señor en este sencillo acto de homenaje a Guillermo Rovirosa, que celebramos a iniciativa del Movimiento Cultura Cristiano. Queréis hacer este homenaje a este gran apóstol y guía de apóstoles, cuyo proceso de beatificación está ya en marcha en la Diócesis de Madrid. Con este homenaje deseáis revivir de algún modo la vida del que tanto heroísmo y tanto entusiasmo fue capaz de suscitar por Cristo, por su Iglesia y por la redención del mundo obrero, en el período que va desde su conversión adulta a Cristo hasta su muerte, acaecida en 1964. Para los que conocisteis y tratasteis a Rovirosa este acto es un modo de volver a vivir, de algún modo, los momentos en los escuchabais sus palabras, gozabais de su amistad y os arrastraba su presencia, sintiendo la fuerza que emanaba de su convicción, de su entusiasmo contagioso, de su entrega absoluta a Cristo y a los pobres, rubricando siempre con su vida lo que decía con sus palabras. Para los que no le conocisteis este acto será ocasión para aprender de su enseñanza y de su vida el modo de ser hoy los evangelizadores y apóstoles seglares que la Iglesia y el mundo necesitan. ¡El Señor ha estado grande con nosotros! Estas palabras, que hemos repetido en el salmo, expresan nuestra actitud en esta celebración. Ciertamente, debemos admirarnos porque Dios ha estado grande con nosotros al darnos a Jesucristo, su Hijo amado, nuestra Vida, nuestra Salvación y nuestra Esperanza, y al regalarnos su Espíritu que nos hace sus hijos y nos congrega como familia de Dios. También, los hombres y mujeres que, a lo largo de la historia, vivieron el encuentro y la fe en Jesucristo y fueron transformados por Él, son otros tantos motivos para proclamar la grandeza y la misericordia entrañable del Señor. Las vidas de los santos, de los testigos de la fe y la esperanza cristianas, nos remiten a Cristo como a su fuente y a su secreto permanente. Ellos nos enseñan a dejarnos conducir por el Espíritu, como hemos escuchado en la primera lectura, tomada de la carta a los Romanos, y a vivir así como hijos fieles de Dios. Cuando Jesucristo entró en la existencia de Rovirosa, tras su laboriosa conversión, él experimentó un Encuentro Personal tan formidable y profundo que su vida cambió por entero. La pregunta que Rovirosa se hizo, tocado por la gracia de Dios, fue ésta: ¿qué sé yo de Jesucristo? Y esa pregunta, respondida con su innato amor a la verdad y su espíritu de investigador, le llevó a respondérsela profundamente, llegando a aquella afirmación que tantas veces repetía: ‟ser cristiano es ser especialista en Cristo‶. Y para serlo Guillermo Rovirosa entendió que sólo se es ‟especialista‶ en Cristo cuando se vive como Cristo, se vive unido a Cristo, cuando se entrega uno del todo a Cristo. Rovirosa solía rememorar a Dimas (el buen ladrón). Solía decir que Dimas tuvo la suerte no sólo de morir POR Cristo sino de morir CON Cristo en la cruz. Guillermo Rovirosa quiso morir CON Cristo como Dimas, viviendo exclusivamente para Él y con Él. Así se convirtió en testigo y apóstol entre los pobres, y abrió un camino nuevo para la evangelización de la clase obrera, en la Iglesia y en la sociedad españolas, en las décadas precedentes al Concilio Vaticano II. La semilla y el fermento. En el evangelio de la misa de hoy hemos escuchado que Jesús compara el Reino de Dios a una pequeñísima semilla (el grano de mostaza), que luego va creciendo hasta ser un gran arbusto; y a una pequeña cantidad de fermento que al final transforma toda la masa con la que se mezcla. Con estas comparaciones, tan sencillas y populares, el Señor nos ilustra sobre la desproporción que hay entre la pequeñez del comienzo y el resultado final. El Reino de Dios es Dios reinando en la vida de las personas, de los ambientes y de la sociedad. Pero al comienzo su reinado es pequeño, insignificante. Es el cambio del corazón humano. El fruto viene después, cuando Él quiera, como Él quiera. Este es el modo como Dios hace su peculiar ‟revolución‶: enaltecer a los humildes y derribar del trono a los poderosos. El papa Benedicto XVI precisamente titula así su primer libro escrito como Papa: ‟La revolución de Dios‶. Se refiere en el mismo a la Eucaristía. La compara a la fisión nuclear que ocurre en el átomo: ¡una partícula tan pequeña! Y, sin embargo, ¡qué grande es la energía que despliega este pequeño fenómeno físico! Rovirosa era un hombre cuyo secreto estaba en su amor a la Eucaristía, esto es, a Jesucristo vivo entre nosotros: ¡Cómo la vivía! ¡Cómo la adoraba! ¡Con qué fervor la recibía! Y todo ello se traducía en su pobreza evangélica, en su humildad y en el sacrificio de su vida entregada, en la aceptación de la cruz, de la que tanto huimos los demás, en su ardor evangelizador... Queridos hermanos, nosotros estamos celebrando este gran Misterio de nuestra Salvación. Pidamos la gracia de vivirla como él la vivió. De entregarnos como él se entregó. En la pequeñez de nuestras vidas Dios quiere operar esta transformación. Y cuando terminemos esta celebración digámonos unos a otros: ¡Hasta mañana en el Altar!, como gustaba decir a Rovirosa. Él era consciente, como sólo son los santos, que es en el Altar donde acontece la ‟revolución de Dios‶, la única revolución que transforma verdaderamente el mundo, a la que nosotros nos incorporamos cada día en el Altar. La Eucaristía nos transforma para transformar este mundo ‟de salvaje en humano y de humano en divino‶ (Pío XII). Pidamos a Dios que nos conceda la gracia de ver a Guillermo Rovirosa en los altares y de seguir su camino hacia la santidad en nuestras vidas. Amén. + Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Domingo I de Cuaresma. Ciclo A75º aniversario de la llegada de las Hermanas de la Cruz a Archidona Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir