DiócesisHomilías Mons. Dorado Funeral por D. Luis Vera Ordás Publicado: 22/12/2004: 1180 S.I. Catedral Textos:1 Cor. 15, 51-57 Jn. 6, 28-34. 1. Queridos sacerdotes, religiosas y fieles, amigos del M. I .Sr. D. Luis Verás Ordás, cuyo cadáver rodeamos y cuya memoria y afecto nos hace agradecer su vida a Dios y pedirle le acoja en su seno, porque ‟su misericordia es eterna‶. La vida sacerdotal de D. Luis nos ha sido recordada. Su larga e intensa existencia ministerial que se ha caracterizado por el servicio generoso y entregado al Pueblo de Dios, en una doble y sustancial misión, sus años como Párroco y Vicario parroquial y sus muchos años de dedicación a la enseñanza de la teología en las clases, especialmente en el Seminario y en múltiples conferencias y cursillos. Canónigo de la S.I.C.B. desde el año 1953, predicó la Palabra de Dios a los fieles y dedicó esfuerzo y tiempo a escribir en revistas y a divulgar la Palabra de Dios, con esa característica suya de la claridad y profundidad al mismo tiempo. Hoy le damos las gracias por su servicio a la Diócesis. Dios le ha concedido vida larga y llena de fruto. Ha fallecido, como todos sabemos, a los 97 años. 2. Debemos agradecer la última catequesis que la Iglesia nos ofrece D. Luis con motivo de su muerte. Congregados en la Catedral, reconocemos que vivimos señalados por multiplicación de quehaceres y los criterios de la sociedad ocasionan en muchas circunstancias el olvido del Evangelio. ¿Que sentido tiene la vida? ¿Que sucede después de la muerte?, son preguntas que no nos hacemos con frecuencia. San Pablo nos ha da respuesta a esos interrogantes tan importantes. .En la primera lectura, de la carta a los Corintios, se ha proclamado: ‟Es necesario que este ser corruptible se revista de incorruptibilidad y que este ser mortal se revista de inmortalidad... entonces se cumplirá la Palabra que está escrita: ‟La muerte ha sido devorada en la victoria‶. Nuestro destino no es la corrupción, sino la inmortalidad. La muerte no es la última palabra, sino la penúltima. La última y definitiva es la Resurrección. Hermanos, tenemos confianza en la promesa de Dios. Esperamos que a D. Luis le haya revestido de incorruptibilidad. Su persona, que ha mantenido la agilidad mental hasta el final, pero en un cuerpo que se ha deteriorado, la fe nos dice que está llamada a ser transformada por el Señor para siempre. La mirada del cristiano mantiene la esperanza en la trascendencia, en lo que es más allá de la muerte. Cuando parece que todo termina, la fe en Jesucristo nos dice que todo comienza a ser pleno y definitivo. Hace años era frecuente meditar en la muerte. Ahora da la impresión de que queremos evitar el posible sufrimiento de quien recuerda cada día que la muerte está más cercana. Y, sin embargo, el recuerdo de que morimos y resucitamos en el Señor es gracia que nos hace contemplar la vida en toda su dimensión. Que, por Jesucristo, la vida vence a la muerte, la luz a la oscuridad, la eternidad al tiempo, la gracia al pecado. 3. El Evangelio nos ha hecho referencia a la Eucaristía. Entre los sentidos que tiene la Eucaristía, el Papa nos ha recordado en su Encíclica ‟Ecclesia de Eucharistia‶, la dimensión escatológica. Así se expresa Juan Pablo II: ‟La Eucaristía es tensión hacia la meta, pregustar el gozo pleno prometido por Cristo; es, en cierto sentido, anticipación del Paraíso y prenda de la vida futura. En la Eucaristía todo expresa la confiada espera...‶ (N.18) D. Luis ha celebrado durante sus 73 años de vida sacerdotal miles de veces la Eucaristía. Aquí entre nosotros y especialmente en las muchas peregrinaciones que organizó a Tierra Santa. Pues bien, la Eucaristía que es Memorial de la Muerte y la Resurrección de Jesucristo, es también prefiguración del Banquete del Reino de los Cielos, que es la imagen con la que nos enseña Apocalipsis el más allá de la vida y de la muerte. La Eucaristía es como un grito de que caminamos hacia el más allá, que de alguna manera se hace inicialmente presente en el hoy que vivimos. La Eucaristía es siembra de Resurrección, anticipación del cielo. Es pre-gustar la vida futura. D. Luis ha trabajado en diversas tareas apostólicas. Sin embargo, el centro, la cumbre de su servicio ministerial ha sido la Eucaristía. Y él que la ha presidido, habrá comprendido que lo que había enseñado en sus clases pero, sobre todo, celebrado como acontecimiento sacramental, era deficiente anticipación de lo que Dios ahora le habrá concedido. Hermanos, en la vida del Seminario de Málaga todo se centraba y se centra en la Eucaristía que, no solo a los sacerdotes sino a toda la comunidad cristiana, es ‟siembra‶ de vida eterna. 4. Después que nos separemos del cadáver de D. Luis que será incinerado y cuyas cenizas permanecerán en esta Catedral, a nosotros los que permanecemos con vida, se nos dan recomendaciones. Al final del capítulo 15 de la primera carta a los Corintios, dice San Pablo: ‟Así, pues, hermanos míos amados, manteneos firmes, inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que vuestro trabajo no es vano en el Señor‶ Nuestra oración a Dios por nuestro hermano sacerdote, Luis, nos dispone a acoger con humildad y paz cómo debe continuar nuestra vida de cristianos que celebramos la Eucaristía. En medio de un mundo tan debilitado en los valores espirituales y morales, Pablo nos dice: ‟manteneos firmes, inconmovibles...‶ Durante el Adviento se nos ha presentado la figura de Juan Bautista, ‟que no era caña agitada por el viento...‶ Inconmovibles en la creencia, en el amor y sentido de pertenencia a la Iglesia, en la apertura para acoger el Magisterio del Papa y de los Obispos. Edificados sobre roca y la roca es Jesucristo. Ningún otro ha sido constituido como piedra angular. Y añade Pablo: ‟Progresando siempre en la obra del Señor‶. Jesucristo enseñó a los discípulos cuál era la ‟obra de Dios‶: ‟que creáis en quien El ha enviado‶. Progresar en la fe es vivir según la fe y esperar lo que la fe nos promete. Es la obra que Dios quiere hacer en nosotros y a la que nosotros queremos responder. Es lo sustantivo de nuestra vida. CREER Y ESPERAR EN DIOS PADRE Y EN JESUCRISTO, EL SEÑOR. Los muchos años de D. Luis nos hacía pensar que este momento no podía estar muy lejano. Pero ahora sentimos su ausencia. Un sacerdote de la generación que desaparece y que fueron formados en el espíritu del Beato Manuel González, que tuvieron que trabajar en circunstancias difíciles, que han debido servir a muy diversos ministerios. Deseo que los tengamos siempre presente en nuestro afecto, en nuestra oración y en nuestra gratitud por su ejemplo. Son testigos de unos años y de un contenido espiritual inolvidables para la diócesis de Málaga. Querido D. Luis, descanse en la Misericordia y en la Paz de Dios. ✠Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Homilía en el funeral de Dª María del Carmen Luque, esposa de D. Rafael Recio, Presidente de la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Semana SantaExequias de D. Luis Álvarez-Ossorio Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir