DiócesisHomilías Mons. Dorado Exequias de D. Luis Álvarez-Ossorio Publicado: 11/05/2006: 1233 Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús ‟En la vida y en la muerte somos del Señor‶ (Primera lectura, Rm 14, 7ss (Ritual 220); Sal. 115 (Ritual 238); Ev Jn 14, 1-6) 1.- "En la vida y en la muerte, somos del Señor" (Rom 14, 9). Estas palabras de San Pablo explican el motivo de nuestra presencia aquí: hemos venido a dar gracias a Dios por el padre Luis María, un hombre sencillamente bueno; y a pedir que, por su bondad divina, le acoja entre sus brazos. Nuestro encuentro de oración no pretende directamente rendir un homenaje de admiración al amigo que nos ha dejado, sino compartir con él esa nueva forma de existencia que ha alcanzado y que todos esperamos alcanzar, porque la fe nos enseña que "en la vida y en la muerte somos del Señor". Se nos ha ido, de manera inesperada, un hombre muy querido, como se puso de manifiesto en la numerosa asistencia que acudió a darle su "a Dios" el día del entierro y se echa de ver hoy en los que habéis acudido a esta eucaristía. Todos mantenemos algún recuerdo personal de su cercanía, de su afecto y de su ayuda en nuestro trato con él. Y al profundizar en el motivo de esa bondad contagiosa y de esa serenidad que irradiaba, lo descubrimos en la primera lectura, cuando dice que "si vivimos, vivimos para el Señor". Es difícil penetrar en lo más hondo de una persona, pero la sensación que daba el padre Luis María era esa: que era un hombre de Dios, que vivía para el Señor. Jesucristo era su fuente y su meta, porque sólo Él, como acaba de decir el evangelio, es Camino, Verdad y Vida. Esa Verdad y esa Vida que buscaba cada día en la oración, y convertía en Camino a lo largo de su jornada. Un camino que pasa por el hombre, especialmente por el hombre herido, porque el Señor nos enseñó a buscarle en el rostro del hermano. Sois testigos privilegiados de que, durante estos últimos años de su vida, el padre Luis María ha buscado el rostro de Dios de forma particular en cada uno de los profesores, cuya preparación teológica y cristiana ha procurado cuidar con esmero. Precisamente porque vivía para el Señor, se desvivía por todos hasta el límite de sus fuerzas. Y cuando la muerte le salió al paso y veía cómo se acercaba lentamente, supo aceptarla con esperanza cristiana, porque sabía por la fe que "ninguno muere para sí mismo", sino que todos "morimos en el Señor". Como humano, posiblemente tuvo momentos de oscuridad, pero supo repetir con el salmista eso que hemos escuchado hace un momento: "Tenía fe aun cuando dije ‘qué desgraciado soy‵". Quienes más le han tratado y mejor le han conocido saben que vivió su entrega religiosa con ese amor que hace decir al creyente: "Caminaré en presencia del Señor, en el país de la vida". Es el último servicio que nos ha hecho a todos, recordarnos con su forma de afrontar la enfermedad que "la vida del hombre no termina, se transforma, y al deshacerse nuestra morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo". No por los méritos que hacemos, sino porque "el Señor es benigno y justo, nuestro Dios es compasivo". Por eso, la certeza de la muerte, lejos de quitar valor a la existencia, le da su auténtica hondura y convierte cada instante en una oportunidad preciosa. 2.- "No perdáis la calma: creed en Dios" (Jn 14, 1). Pienso que estas palabras que pronunció el Señor en la víspera de su muerte, y que hemos escuchado en el evangelio, resumen bien lo que debe ser nuestra actitud evangélica ante la pérdida de una persona amiga tan valiosa y eficaz. En primer lugar, hay que confiar en Dios, porque Él es nuestra meta y en Él volveremos a encontrar a las personas queridas. Pero esta confianza debe traducirse en ese plan de vida que nos proponía la primera lectura de la misa y que tan profundamente encarnó el padre Luis María: hay que vivir para el Señor desviviéndose por los demás, porque los mayores peligros que amenazan a los profesores de religión y a la enseñanza de la misma son el conformismo y la rutina. Mientras profundicemos en la formación permanente y en la entrega generosa a los alumnos; mientras nos mantengamos en comunión con la Iglesia; y en la medida en que seamos buenos educadores y logremos la valoración de nuestro trabajo por parte de los padres, nadie logrará suprimir de forma definitiva la enseñanza de la religión católica. Pero hay que superar las inercias y los miedos, como intentó inculcar a todos nuestro querido Delegado. Y esto sólo es posible con la fuerza y la luz de la fe. Por eso, en la medida en que nuestra confianza en Dios sea más profunda y creamos en Él con una fe viva y comprometida, seguiremos avanzando como cuerpo docente, que desea transmitir una comprensión de la existencia humana más libre, más solidaria y más alegre. En segundo lugar, aunque nos duela su ausencia, no debemos perder la calma, sino unir esfuerzos e imaginación para continuar la tarea que tenemos entre manos y que, a lo largo de un tiempo breve, ha venido coordinando el padre Luis María. Pues Jesucristo, que es la Verdad del hombre, es también el Camino por el que nos invitaba a caminar y por el que debemos seguir avanzando. Porque Jesús de Nazaret nos enseñó con su entrega, especialmente a los pecadores y a los más pobres, que vivir para Dios consiste en amar hasta dar la vida por el otro, que Dios ha puesto a nuestro lado. En nuestro caso, hasta dar la vida por los alumnos. Y como decía Don Bosco a los primeros salesianos, sólo se puede ayudar a los niños cuando se los ama y se les manifiesta dicho amor de una manera palpable y eficaz. Especialmente, a los más difíciles, que suelen ser también los que están más necesitados de cariño. Termino dando gracias a Dios por este colaborador fiel y rogando a Santa María de la Victoria, que preside con su amor y su auxilio nuestra Fundación Diocesana de Enseñanza, que le lleve hasta su Hijo resucitado entre sus brazos de Madre. ✠Antonio Dorado Soto, Obispo de Málaga Diócesis Málaga @DiocesisMalaga Más artículos de: Homilías Mons. Dorado Funeral por D. Luis Vera OrdásFuneral por el Rvdo. D. José Ávila Barbo. Compartir artículo Twitter Facebook Whatsapp Enviar Imprimir