DiócesisHomilías Mons. Dorado

Domingo V del Tiempo Ordinario

Publicado: 06/02/2005: 1020

S.I. Catedral
 

VOSOTROS SOIS LA SAL DE LA TIERRA

Domingo 5º T. Ordinario. Ciclo A

1. ‟Vosotros sois la sal de la tierra‶. ‟Vosotros sois la luz del mundo‶. Estas palabras
de Jesús de Nazaret que acabamos de proclamar en el Evangelio de hoy, siguen en inmediata
continuidad a las Bienaventuranzas que se proclamaron el domingo pasado y forman parte del
Sermón de la Montaña que Mateo recoge en los capítulos 5º y 7º.

Al decir ‟vosotros‶ mira a sus discípulos: a los verdaderos cristianos de todo tiempo y
lugar. Y no les dice lo que deberían o podrían llegar a ser, sino lo que son, si es que son
verdaderos discípulos: ‟sois la sal de la tierra‶, ‟sois la luz del mundo‶.

El cristiano es sal y luz si encarna en su conducta el Evangelio de las
Bienaventuranzas. Esas que nos invitan a ser limpios de corazón, misericordiosos, amantes
de la justicia, sensibles al sufrimiento del otro y constructores de la paz. Sólo entonces
aportamos a la historia unos valores que permiten hacer más bella y más feliz la vida de los
hombres. Y nos convertimos en una luz que hace presente la Verdad, el Amor y la Alegría de
Dios en el mundo; una luz que abre caminos y permite caminar. Pero si llevamos el nombre
de cristianos y no vivimos los valores que proclama el Evangelio, somos sal insípida que no
sirve  para nada. Somos escándalo que hace tropezar a otros.

2. En la 1ª lectura, el profeta Isaías nos ofrece referencias muy concretas para ser sal
y luz que alumbre a los hombres para que vean nuestras buenas obras y den gloria a Dios
Padre que está en los cielos: ‟Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo,
viste al que va desnudo y no te cierres a tu propia carne.‶

En un mundo en que mueren cada día miles de niños de hambre, los cristianos
tenemos que convertirnos en abanderados del derecho y la justicia. No basta con no hacer el
mal, hay que denunciar un orden mundial injusto que ha condenado al hambre y la pobreza a
una tercera parte de los habitantes del planeta.

Mientras cunde la cultura del desencanto y cada uno se ocupa de sus intereses, los
cristianos tenemos que caminar en vanguardia y hacernos presentes allí donde se toman las
decisiones que nos afectan a todos. No podemos ser los hombres del miedo y de los
complejos, sino auténticos promotores de esperanza y de confianza en el futuro. Manos
Unidas-Campaña contra el hambre en el mundo, que celebra hoy su Campaña, ha optado por
un sistema muy sencillo y eficaz que va calando con fuerza en las conciencias y presenta un
rostro de Iglesia que es luz y sal en nuestro mundo. Lleva más de 40 años trabajando por la
justicia. Su estilo peculiar consiste en que implica en este denodado esfuerzo a todas las
personas que lo deseen; y en que lo hace a través de pequeñas acciones que luego crecen
con la fuerza de la semilla del Reino. A los pueblos empobrecidos los alienta a ser
protagonistas de su propio desarrollo y a los ciudadanos de los pueblos ricos nos exige
implicarnos en este apasionante trabajo, proporcionándonos una información rigurosa sobre
las situaciones de pobreza y las causas de la misma, y nos pide una generosa aportación
económica para realizar soluciones parciales que están a nuestro alcance.

Siempre con el estilo evangélico que nos recomienda San Pablo en la 2ª lectura de la
Misa de hoy: sin prepotencia ni orgullo, sin paternalismo ni compasión humillante, sino pobres
con los pobres, sostenidos por la fe y alentados por la fuerza del Espíritu de Jesucristo, que
es el mismo amor de Dios que ha sido derramado en nuestros corazones.

El camino normal para que los hombres acepten creer en Dios y darle gloria y que vean
a los que se consideran hijos de Dios realizando ‟obras buenas‶: obras de Amor fraterno y
Verdad divina que son sinceridad de su fe y transparencia de la gracia del Padre.

Si el mundo tiene que ‟ver‶, la luz de los discípulos no ha de esconderse.

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