Publicado: 18/06/2006: 944

1. ‟Cantemos al Amor de los Amores‶ es la letra del himno de uno de los

Congresos Eucarísticos. La aprendimos de niños y cada año la volvemos a cantar
con más fuerzas, con más fe, con el deseo de que resuene dentro de nuestros templos
y en la calle durante la procesión.

El título de la primera Encíclica de Benedicto XVI ha sido ‟Dios es Amor‶. Nos
ha ayudado a actualizar esta gran revelación de la fe cristiana. Dios nos ama porque
Él es bueno, independientemente de nuestros merecimientos. Y ese amor ha tenido
un camino que ha sido ‟abajarse‶ hasta donde el hombre se encuentra, ‟anonadarse‶
para hacerse como uno de nosotros, Jesucristo.

Dios hecho hombre, Dios hecho niño y, antes, embrión y feto. Dios hecho
ciudadano de un pequeño pueblo, Nazaret, de familia trabajadora. Dios hecho siervo
y ajusticiado en la cruz, a las afueras de la ciudad. Y hecho pan, mejor dicho, el pan
convertido en Él.

Nos deslumbra. Alzad vuestros ojos y contemplad, dentro de unos minutos, la
Hostia Consagrada y repetir en vuestro interior: ‟He ahí el Amor de los Amores‶.

Y esta adoración convertida en necesidad permanente de la vida de fe que debe
tener dos manifestaciones básicas: la celebración de la Eucaristía y la adoración al
Santísimo Sacramento.

El Papa Benedicto XVI les ha recordado en Polonia a los jóvenes que deben
celebrar la Eucaristía los Domingos. Sin Eucaristía no hay vida cristiana. La
necesitamos porque es la cumbre de la vida de fe.

No se trata de algo relativo a los márgenes de la fe, sino a su más íntimo núcleo
esencial: ‟la relación personal con Jesucristo vivo, con el Señor Resucitado‶. ‟En las
Sagradas Escrituras se contiene todo el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en
persona‶ (P.O. 5)

Y adorar al Santísimo Sacramento. Queridos hermanos: la oración silenciosa
ante la Eucaristía es también necesidad. Los sagrarios de nuestras capillas, de
nuestros templos, Parroquias, de la Catedral, ... deben ser lugar de convocatoria de los
cristianos que, como aquel samaritano, da gracias por todo lo bueno que Dios ha
hecho en favor nuestro y, especialmente, por el don de la Eucaristía.

He ahí mis dos consejos para el Corpus Christi de este año: celebrar la
Eucaristía, con especial preparación y participación los Domingos y solemnidades, y
situar en nuestra vida momentos de oración ante el Sagrario.

Celebración de la Eucaristía que debe estar formada por una Asamblea de
hermanos en la fe cuanto más heterogénea mejor: hombres, mujeres, niños y
ancianos, miembros de las diferentes asociaciones, grupos, comunidades,
Hermandades y Cofradías. Diferentes pero unidos por la fe y el amor del Señor.


2. Mas la celebración eucarística y la adoración llevan consigo unas
actitudes por nuestra parte:

2.1. El sentido de la gratuidad, como nos ha recordado el Papa. Dios nos ama
y debemos estar agradecidos y confiados a Él. Este amor de Dios es el que le ha
hecho, en su Hijo Jesús, morir y resucitar por nosotros.

La Eucaristía es memorial de la pasión, muerte y Resurrección de Jesucristo.
Nosotros vivimos por esa entrega de Jesucristo que se actualiza y se hace presente
en la Eucaristía. Acostumbrados a recordar la pasión y muerte del Señor y a celebrar
la Eucaristía tantas veces, podemos caer en el olvido de la necesidad de expresar
gratitud por todo lo que ha supuesto para nuestra vida la Pascua de Jesucristo.

‟Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia‶,
rezamos con el salmista.

2.2. El sentido de la identificación con Jesucristo. San Pablo ha escrito que
debemos tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Vivir la Eucaristía es
identificarnos internamente con el Señor que da su vida por nosotros y que nos dijo que
Él era el Camino. Es acoger su Palabra y vivir de ella. Su Palabra nos enseña a
perdonar, a compartir, a poner en Dios nuestro corazón, a esperar su venida gloriosa,
a creer en la Resurrección. Celebrar la Eucaristía es dejarnos transformar en Jesús,
el Señor. ‟En la vida y en la muerte somos del Señor‶.

Como el pan se ha convertido en Jesucristo, así nosotros, por la fuerza de la
comunión sacramental que recibimos cada vez que nos acercamos al altar.

2.3. El amor al prójimo. Cristo entregado, Salvador por nosotros, pobres
pecadores, nos enseña a vivir en favor de los demás, especialmente de los más
pobres. La Eucaristía es presencia eximia -así la denominó Pablo VI-, de Cristo. Los
pobres son también presencia real de Jesucristo.

Celebrar la Eucaristía, adorarla, lleva consigo una entrega generosa, total, a
favor de los hermanos que también hacen presente a Jesucristo. Por eso hoy es
también el DÍA DE LA CARIDAD. Cantamos al ‟Amor de los Amores‶ y descubrimos
en el rostro del pobre el rostro del Señor.


Como el Señor que lavó los pies de los apóstoles como un esclavo, así la
comunidad que celebra la Eucaristía se sitúa a los pies de los hermanos más pobres
para servirles, para ayudarles, para compartir con ellos los bienes. Es lo que la
comunidad cristiana de Málaga hace a través de Caritas, que tiene su fuente de vida
en la Eucaristía, mucho más que en cualquier análisis sociológico.


3. Querida Asamblea Eucarística: celebramos lo que el Señor nos entregó
y hacemos lo que Él nos mandó: ‟Haced esto en memoria mía‶.

Queremos celebrar con el sentido profundo que significa la Eucaristía. Más que
ofrecer nosotros, es Cristo el que se ofrece como Salvación para nosotros. Más que
dar, recibimos; más que subir al monte, el Señor el que baja hasta donde nos
encontramos, con nuestras limitaciones e incoherencias. Más que enriquecer al Señor,
es el Señor el que nos enriquece a nosotros porque se nos da como comida que
fortalece.

Que vivamos una mañana especial de alegría, de cantar la fe en la presencia
del Señor en la Hostia Consagrada y decididos a vivir la Eucaristía en cada momento
y circunstancia de nuestra vida. En acción de gracias, dejándonos transformar con los
sentimientos de Cristo Jesús, que debe presidir nuestra vida más que cualquier
ideología. En hacer de nuestra vida entrega a los demás, de forma especial a los más
pobres.

Y lo mismo que hoy confesamos la fe en Cristo y en su Evangelio,
acompañando la Custodia, que cada día del año confesemos la misma fe, fortalecidos
por la Eucaristía, porque nos sentimos testigos de Jesucristo a quien adoramos
presente en el Pan Consagrado.

+ Antonio Dorado Soto
Obispo de Málaga

Diócesis Málaga

@DiocesisMalaga
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